jueves, 31 de enero de 2008

Noa...

Gatos pintores

El otro día, navegando por la red, encontré un artículo titulado "El gato en las artes": el trabajo se centraba en artistas humanos que a lo largo de los siglos han dejado inmortalizados a algunos de nuestros congéneres felinos en sus obras. Había poses de todo tipo: gatos erizados, gatos somnolientos, gatos curioseando... La verdad es que me pareció muy interesante, pues los que soléis visitar este blog sabéis que yo defiendo a capa y espada la perfección y la estética intachable de los felinos (¡A las pruebas me remito, pues yo soy un ejemplar de rompe y rasga!)

Absorto estaba en mi grata lectura cuando, de repente, me vi sorprendido por un apartado inesperado: en él ya no se hablaba de gatos modelos sino que se dejaba paso a los gatos pintores. ¡Me quedé impresionado! Las imágenes de gatitos embadurnando con pegotes de pintura lienzos y cartulinas me resultaron ciertamente curiosas. Y a pesar de lo llamativo de los cuadros felinos, yo no podía pensar más que en lo sucias que iban a quedar esas patas cuando los pequeños artistas terminasen su labor... ¿Cómo se limpian las almohadillas, los deditos y las uñas después de una sesión completa en el estudio de pintura? ¡Con lo pulcros que somos los gatos! Cuando se lo conté a Noa, no quería creerme: y es que ella, habitualmente, dedica largas horas del día a su perfecta manicura en patas delanteras y traseras. Si hubiese pintura de por medio, ¡ya ni os cuento!

Al margen de mis preocupaciones meramente higiénicas, dos son las conclusiones que saqué de mi lectura: la primera es que se demuestra una vez más que los gatos tenemos un gusto exquisito, debiendo ser permitido que el felino de la casa decida por sus humanos si ese jarrón o ese mantelito debe estar donde está (que conste que los desperfectos que pueda sufrir el objeto durante la redecoración no son más que daños colaterales sin importancia. Ejem, ejem...) La segunda conclusión es que cada vez que mis humanos se dedican a borrar nuestras huellas de las paredes del pasillo, están demostrando una ausencia total de sensibilidad artística y, de paso, perdiendo mucho dinero porque algunas obras de gatos artistas han alcanzado precios de hasta 15.000 $. Y es que el buen arte, ¡no tiene precio!

Os dejo aquí el enlace a otro artículo que trata sobre el tema:

martes, 29 de enero de 2008

Retrato...

Páginas amigas

Poco a poco, vamos completando en la columna de la derecha una sección titulada Páginas amigas en la que pretendemos incluir los enlaces de esas webs y blogs de temática gatuna, en concreto, y animal, en general, que nos resultan atractivos e interesantes bien por sus contenidos o bien por la labor de los grupos a los que pertenecen. Os recomendamos que les hagáis una visita, aunque sea virtual: sin duda, ¡merece la pena!

lunes, 28 de enero de 2008

Los gatos y el Ratoncito Pérez

¿Qué ocurre cuando a un lindo gatito se le cae un diente? Aunque muchos humanos no lo saben, nosotros también tenemos dientes de leche que con el tiempo se caen y dejan sitio a la dentadura definitiva. La mayoría de las veces, nuestros humanos ni se dan cuenta, bien porque perdemos los diminutos dientecillos por ahí o sencillamente porque nos los tragamos en un descuido. Pero hay ocasiones en las que los humanos sí encuentran alguna de las piezas dentales caídas, percatándose de que la sonrisa de su minino ha quedado temporalmente incompleta. Y en este caso, lo suyo sería que, siguiendo la tradición, colocaran el susodicho diente gatuno debajo de un cojín o un almohadón para que nos visitara el Ratoncito Pérez, ¿no creéis? Pues para disgusto gatuno general, esto no es así. A los gatos no nos visita este roedor que deja regalos a cambio de dientes: debe ser que no quiere arriesgarse a caer en las garras de algún felino con sueño ligero y zarpas afiladas. ¡Pero esto es injusto! ¡Muchos de nosotros nos conformaríamos con el obsequio! Será necesario iniciar negociaciones con este ratoncillo para ver cuales son sus exigencias a cambio de prodigar sus servicios entre un colectivo al que ahora mismo tiene abandonado...

Y que conste que, si no recuerdo mal, el cambio de dientes se produce entre los cuatro y los siete meses, así que a Noa y a mí nos queda bastante lejos el asunto... Mmmmmmmm... Tendremos que plantear que si se alcanza algún acuerdo con el Ratón Pérez, tenga carácter retroactivo, que nosotros también queremos un regalito.

sábado, 26 de enero de 2008

Conozcámonos mejor: otro meme

Los amigos Lupo y Tunia nos han invitado a contestar otro meme. He aquí las respuestas que hemos dado a cada una de las preguntas:
  • Lo que nos choca: A mí, que me quede sin comida en el cuenco en mitad de la noche. A Noa, que no le pongan comida nueva cuando la pide.
  • Lo que nos cabrea: A mí, que no me abran la puerta de la galería. A Noa, que la abracen y la achuchen si ella no quiere.
  • Lo que nos libera: A mí, los ratoncillos de peluche. A Noa, su plumero morado.
  • Lo que nos hace reír/ronronear: A mí, amasar las bufandas de mis humanos. A Noa, que le den besos en el cuello.
  • Lo que nos hace llorar: A mí, recordar a los compañeros que quedaron en el albergue. A Noa, que yo esté triste.
  • Lo que nos da náuseas: A mí, el fiambre. A Noa, los calamares.
  • Lo que nos trae infelicidad: Ser conscientes de que hay muchos amigos de cuatro patas que lo pasan mal cada día.
  • Lo que nos lastima: A mí, la gente que demuestra que no nos quiere. A Noa, que yo no le haga caso.
  • Lo que tememos: Yo temo los ruidos fuertes. Noa, que la separen de nuestros humanos.
  • Lo que no quieres perder: Noa y yo coincidimos: no queremos perder a nuestra familia.
  • Una fecha que abomines: El día que toca visita al veterinario (en esta respuesta también coincidimos...)
  • Una cualidad que aprecias en una persona: Yo, que sepan jugar. Noa, que sean pacientes para que ella pueda tomarse su espacio.
  • Una cualidad: En mi caso, sería difícil elegir una sola, porque yo soy un dechado de buenas cualidades. De Noa destaca su compañerismo y su fidelidad.

Esperamos que, a través de estas reflexiones, los lectores nos conozcan un poquito mejor. Y aunque esto de los memes parece una manera de abrir el corazón y la mente en un puñado de respuestas, si a alguien le quedara alguna duda, que no se preocupe, que aquí estamos nosotros para resolverla.

jueves, 24 de enero de 2008

Gatos de portada

Los felinos somos estéticos por naturaleza. Ya he hablado en otras ocasiones de nuestra elegancia innata y de nuestro saber estar... Eso es así y como prueba os dejo estas portadas de revistas bastante conocidas. Sí, ya sé que son montajes, pero reconoced que bien podrían ser auténticas. Porque a ver quién me dice a mí que no salimos interesantes, guapos y estupendos. ¡Como auténticos top-models de esos que no se levantan de la cama sin una cantidad desorbitante de euros de por medio! Eso sí, podéis apreciar que yo he elegido una revista de contenido más sesudo que Noíta, que se ha decantado por una publicación de corte femenino y algo insustancial... En fin, para gustos se hicieron los colorines, ¿no? Si ella es feliz, que haga lo que quiera... Pero entenderéis que para un gato que pretende conquistar la blogosfera, es mejor alimentar una buena reputación y una imagen intachable (Ejem, ejem...)

Siete cosas que nos hacen felices

Los amigos Puça y Mistu nos han invitado a contestar un meme y tenemos que anotar siete cosas que nos hagan felices. He estado consultando con Noa y esto es aproximadamente lo que motiva nuestros mejores momentos:

Las damas primero... Las siete cosas que hacen feliz a Noa son las siguientes:
  1. Un cuenco de leche tibia en el desayuno.
  2. Dormir en la chaqueta que nuestro humano deja en la cama.
  3. Que yo vaya a acurrucarme a su lado.
  4. Esconderse debajo de las mantas a dormir con nuestros humanos.
  5. Mirar por la ventana.
  6. Jugar con los caramelos de fresa.
  7. Despertar a todo el mundo cuando ha sonado el despertador!

Ahora me toca a mí. Las siete cosas que me hacen feliz son:

  1. Que abran el congelador, por si cae algún langostino en mi plato!
  2. Comer hierba gatera.
  3. La arena de mi caja bien limpia.
  4. Amasar cualquier prenda de lana que esté a mi alcance.
  5. Acurrucarme al lado de Noa después de haberla molestado un rato.
  6. Jugar con mis ratones de peluche.
  7. Quitarle la silla a mis humanos cuando se levantan un momento.

Sólo me queda invitar a todos aquellos que nos leen a que se paren un momento y piensen en esas siete cosas que ponen un toque de color en sus vidas. Y deciros que lo importante es ser feliz con lo que se tiene mientras se persigue lo que uno desea...

miércoles, 23 de enero de 2008

Nuevos sabores

Quería contaros que hoy he hecho algo que jamás pensé que podría hacer... ¡He probado la leche! Aprovechando una distracción de Noa durante el desayuno, me he armado de valor y he metido la lengua en su cuenco. Y debo reconocer que no estaba tan mala, porque he repetido varias veces, hasta que me he dado cuenta de que para catalogar el sabor ya era más que suficiente. A pesar de que la experiencia no ha sido todo lo repulsiva que yo esperaba, no me cabe la menor duda de que sigo siendo un gato de mar: donde esté un calamar o un langostino que se quiten los derivados lácteos!

martes, 22 de enero de 2008

Pikachu o la libertad

En esta ocasión os voy a hablar de una gata singular a la que no conozco más que por sus fotos pero de la que he oído hablar en innumerables ocasiones: se llama Pikachu, nombre que le impuso casi con calzador mi tío humano por parte de humana (porque mira que es feo el nombre para una gata tan guapa...) Por eso, mi abuelita humana prefiere llamarle Niña. Vive en el taller de mis abuelitos humanos y según me cuentan, es la mar de feliz. Hace ya varios años, llegó al barrio y algo debió gustarle porque decidió quedarse. Cuando mis humanos la conocieron era bastante joven y venía preñada. Poco a poco fue tomando confianza y se hizo querer, convirtiéndose pronto en la reina de la calle. Es uno de esos gatos que es doméstico cuando quiere y que disfruta de libre acceso al exterior, privilegio del que, todo hay que decirlo, cada vez abusa menos. Chiqui y Noa son hijas de esta gata tan especial que es la prueba irrefutable de que los gatos están y permanecen allí donde les da la gana. Porque, entendámoslo bien, la libertad para todos los gatos no es vivir en la calle, la libertad a veces es deambular hasta encontrar ese lugar en el que te quieren y decidir quedarte. Y en ese sentido, Pikachu es la gata más libre del mundo.

Por cierto, la enanilla blanca que sale en la foto junto a la orgullosa mamá gata es Noa recién nacida. ¡Si es que ha sido una adicta a la leche desde que nació!

lunes, 21 de enero de 2008

¡Sigamos así!

Permitidme unas palabras en este comienzo de semana para celebrar que hemos superado las
¡1000 visitas!
¡Esperamos que esto sea sólo el principio!
¡Gracias a todos los que lo habéis hecho posible!

sábado, 19 de enero de 2008

jueves, 17 de enero de 2008

¡Hoy es San Antón!

Pues eso, que se me había pasado que hoy, día 17 de enero, es la festividad de San Antón, patrono de los animales. Algunos le conoceréis como San Antonio Abad o de Egipto. Cuenta la leyenda que en una ocasión, una jabalina se acercó a él para suplicar por sus jabatos, que estaban ciegos: san Antón les curó y, desde entonces, la agradecida madre no se separó de su lado. Este es el motivo por el que en muchas ocasiones se le representa con un cerdito a los pies, aunque debe quedar claro que todos los peludetes disfrutamos de las bendiciones de nuestro protector.

Si queréis saber más sobre la vida y milagros de San Antón, os recomiendo el siguiente artículo:

¡Dichoso test!

El otro día, mi humana se decidió a hacer un test sobre inteligencia gatuna que encontró por ahí. El caso es que yo me quedé vigilando a ver qué narices contestaba y debo reconocer que fue todo lo sincera que un test de este tipo te permite. Primero respondió a las preguntas y después tocaba el momento de sumar los puntos obtenidos. Cuál no sería mi sorpresa cuando descubrí para mi desgracia que tengo un coeficiente dentro de la media: ni tonto ni listo, ¡soy del montón! Mi consuelo momentáneo vino de comprobar que Noa también pertenece al grupo de gatos normalitos. Pero cuando me fijé bien, me di cuenta que Noa ¡había sacado más puntos que yo! ¡Intolerable! ¿Cómo es posible? Un día más, mi ego por los suelos... Podía haber sido peor si hubiese salido que soy un gato con coeficiente inferior a la media... ¡Ay! Con lo inteligente que creía que era y ahora resulta que formo parte del populacho intelectual... Y que Noa tenga más nota que yo, es la gota que colma el vaso de la humillación... Tardaré en asumir una realidad tan espeluznante...

Pero, pensándolo bien, ¿quién se fía de estas pruebas? ¿Tienen alguna finalidad científica o sólo las ponen a nuestro alcance esperando amargarnos el día? Por si os apetece deprimir a vuestro gato, infravalorando su nivel de inteligencia, os pongo aquí el enlace al dichoso test (obtenido desde la web Funcat) Y, por favor, ruego a los superdotados que omitan comentarios jocosos, que no está el horno para bollos...

martes, 15 de enero de 2008

¡Enhorabuena a todos los premiados!

¡Menuda sorpresa! Resulta que Los Ronroneadores le han otorgado a nuestro humilde espacio gatuno un premio. ¡Gracias, gracias, gracias! ¡Vamos a colocarlo aquí porque nos ha hecho mucha ilusión!

Por supuesto, os devolvemos el piropo, amigos, y os animamos a vosotros y a todos los autores de blogs a seguir adelante!!!

Dar gato por liebre...

Como buenos compañeros del hombre desde hace muchos años, los gatos hemos dejado nuestra impronta aquí y allá. Y debo reconocer que a mí me gusta destacar especialmente nuestra influencia en el ámbito de la cultura. De esta manera, un montón de refranes y frases hechas son prueba de nuestra fructífera relación desde tiempos remotos. Ya hablamos en otra ocasión acerca del origen de “¿Quién le pone el cascabel al gato?” y, si me lo permitís, hoy vamos a centrar nuestra atención en la expresión “Dar gato por liebre”, una frase de lo más conocida y con unas raíces de lo más curiosas... Parece ser que este dicho surgió a la sombra de los fogones de las posadas y las hospederías de antaño, en aquellos tiempos en los que las guías creadas por supuestos gourmets no iluminaban con sus estrellas el camino de los comensales. El caso es que este tipo de establecimientos gozaba de muy mala fama en cuanto a la calidad de los productos que se preparaban en sus cocinas, especialmente si se trataba de carne, siendo siempre un misterio y una aventura el hecho de ingerir sus “viandas”... Vamos, que no se sabía muy bien si el menú era a base de ternera, cordero, conejo o lo que es peor ¡gato! Porque, amigos, ¡los felinos estábamos en el menú! (Brrrrrrrrr... Esto sí que me pone la carne de gallina...) El hecho de que los taberneros tratasen de rentabilizar al máximo su oficio, aunque fuese de forma fraudulenta, convertía en sospechosas a todas y cada una de las raciones consumidas, siendo un rumor muy extendido el hecho de que se servían carnes de bajo coste (entre las que estaba la de nuestros desdichados congéneres...) a precio de oro. Tal era la mala fama de los servicios de catering y restauración de la época que se volvió habitual entre la desconfiada clientela, a la hora de servir los platos, una cantinela burlona que decía así:

"Si eres cabrito,
mantente frito.
Si eres gato,
salta del plato."

No creo yo que en el segundo de los supuestos el pobre gato guisado fuese a pegar un brinco, aunque estos versos no dejan por ello de tener un regustillo irónico que ha llegado hasta nuestros días; en la actualidad, “Dar gato por liebre” viene a significar mentir sobre la calidad de una cosa, tratando de colar una semejante pero de peor calidad. Y que conste que os transmito la historia tal y como me la han contado, pero que no estoy muy de acuerdo con eso de que los gatos somos peores que las liebres... Mucho tendríamos que discutir si nos pusiéramos a hablar de lo estupendos, maravillosos, perfectos y virtuosísimos que somos los mininos... Pero eso ya es otra historia...

Si queréis saber más sobre el origen de esta y otras expresiones con gato encerrado, os recomiendo:

viernes, 11 de enero de 2008

Noches de marcha

Es bien sabido que los gatos somos unos noctámbulos empedernidos. Es más, muchos de nuestros humanos se quejan precisamente de eso, del exceso de actividad que tenemos noche tras noche. Y, total, sólo porque no pueden dormir. ¡Serán quejicas! En nuestro caso, Noa, como siempre, se escapa de la norma y es una gata dormilona que no molesta para nada. Así que me deja a mí el doble de trabajo. Como soy un gato concienzudo, cuando me pongo a hacer algo, me gusta hacerlo bien y me dejo la piel (es una manera de hablar) con tal de honrar a la noche con mi compañía: juego, corro, rasco los muebles, maúllo de manera insistente y he comprobado, aunque me parezca inaudito, que esto a mis humanos les molesta. ¡Pues que se unan a la diversión y al cántico, inaugurando una buena juerga casera! No os vayáis a pensar que soy el único gato que cumple con sus obligaciones nocturnas: al contrario, son montones los mininos bien atareados desde la hora de la cena hasta casi el desayuno... ¡Y es que nosotros somos así!

El caso es que las recomendaciones que hacen los supuestos expertos para controlar estas "conductas indeseables" (que así las llaman...) es que se juegue mucho con nosotros durante el día y claro, ahí que están mis humanos en sesiones maratonianas de ejercicio sin fin con las que acaban ellos peor que yo: que si el plumero por aquí, que si el ratoncito por allá, carreras por el túnel, batallas en el árbol... Pero a pesar de sus esfuerzos y de que cansarme, me canso, llega un momento en el que la noche me reclama... Y no puedo evitar seguir su llamada, porque es mi naturaleza, tal y como le dijo el escorpión a la rana antes de hundirse en el agua... Menos mal que mis humanos resisten a pesar de todo... Debe ser que, en el fondo, me quieren tal y como soy, ¿no creéis?

Para saber más sobre el tema, os recomiendo las siguientes lecturas:

jueves, 10 de enero de 2008

Calculando años

Hoy es el cumpleaños de mi humano y, a pesar de que a veces es excesivamente lenguaraz, no puedo dejar pasar la oportunidad de felicitarle por sus 31 añazos recién estrenados. Así que:
¡FELIZ CUMPLEAÑOS!
Al hilo de esta celebración familiar, me ha venido a la cabeza que yo tendría justamente esa edad si transformásemos mis años gatunos en años humanos. Y es que las equivalencias entre la edad felina y la edad humana pueden llegar a sorprendernos algunas veces, resultando cuando menos curiosas en la mayoría de las ocasiones. Son múltiples las tablas publicadas que tratan de facilitarnos este tipo de cálculos: con algunas diferencias en sus resultados, vienen a coincidir en que un gatito con 6 meses equivaldría a un niño humano que tuviera entre 6 y 10 años. Al alcanzar el primer año gatuno, la correspondencia estimada sería de entre 15 y 18 años humanos, demostrándose así que los primeros doce meses de vida son muy importantes en la formación del gato. El desarrollo vertiginoso hasta ahora descrito se ralentiza un poco a partir de este momento: así, los dos años gatunos equivaldrían a unos 24 años humanos; los tres años del gato, a unos 28 ó 30 años humanos; los 6 años felinos, corresponderían a unos 40 años humanos, etc., avanzando a este ritmo hasta alcanzar la cota de los 21 años felinos, tope máximo, hipotéticamente hablando, que equivaldría a la friolera de los 100 años humanos. Interesante, ¿eh? Siguiendo las cifras indicadas, Noa, con casi dos años felinos sería una señorita de unos 20 años. En cambio yo, con tres años y medio, sería un adulto de unos 31 ó 32: ya os decía que en esto de la edad alcanzo a mi humano, ¡y el año que viene le superaré con creces!

Si después de leer esto, sentís curiosidad por conocer la edad humana de vuestros gatos, pasad ahora por los enlaces que os pongo al final y calculad, que seguro que más de uno se lleva las manos a la cabeza al comprobar los años que tendría su juguetón y lindo gatito si por arte de magia se convirtiera de repente en una persona...

miércoles, 9 de enero de 2008

A palabras necias...

Hoy estoy un poco molesto porque ayer mi humano se me quedó mirando y no se le ocurrió otra cosa que decir: "A este gatito se le ha puesto cara de bollo", aludiendo con tan groseras palabras a unas curvas exquisitas que han estado conmigo desde que mi memoria me permite recordar... (Ojo, que yo soy de formas redondeadas por naturaleza, no vayáis a creer que es el resultado de los excesos navideños...) El caso es que, al escuchar el desafortunado comentario, entorné mis ojos como sólo los gatos sabemos hacer, echándole una mirada de esas que asustan y entonces, al percatarse de mi reacción, mi humano dijo: "Uy, parece que me mira mal" ¡Pues claro! ¡Sólo faltaba! ¡Porque algo redondito puede que sí que esté, no lo voy a negar, pero con cara de bollo nunca! Lo peor de todo es que Noa estaba delante y lleva riéndose desde entonces... Con lo que le cuesta a uno labrarse una reputación... Y yo me repito: "Sólo son palabras, sólo son palabras...", ¡pero menudas palabras! Como dejó bien claro ya hace mucho tiempo un proverbio árabe reconvertido en canción por El Último de la Fila:
"Si lo que vas a decir
no es más bello que el silencio,
no lo vayas a decir"
En fin, me marcho para intentar autoconvencerme de que "A palabras necias, oídos sordos", aunque con lo ofendido que estoy, no creo que lo consiga. Con lo fácil que es mantener la boquita cerrada, ¡digo yo!...

martes, 8 de enero de 2008

Terapia postural

Muchos humanos se quejan de que no entienden a sus gatos y se sorprenden porque nos traen a casa lo que ellos consideran las camas más cómodas y las mantas más mullidas y ¿dónde preferimos dormir nosotros? Pues en alguna caja de cartón o en una bolsa de plástico, demostrando lo polivalentes que la mayoría de las veces son las cosas sencillas que nos rodean. A Noa y a mí nos encanta encontrar la postura de descanso que se adapta a cualquier objeto de uso doméstico: ¡os aseguro que es una buena terapia para la espalda! Yo creo que lo hemos probado casi todo bajo la atenta y desconcertada mirada de nuestros humanos: cajas de zapatos, cestas de la ropa, bandejas de servir, escurreplatos, carritos de las toallas, lavabos, bidés, cajones, estanterías, torres de ordenador,... ¡incluso el tendedero! Allí donde dicen que no se puede, nosotros lo intentamos. Y, normalmente, lo conseguimos. Para complicar un poco las cosas, a esta costumbre propia de los felinos domésticos debemos añadirle el siguiente principio gatuno: "Donde parece que no cabe un gato, al final caben varios". Y es que cuanto más prietos estemos, mejor que mejor. Los gatos que viven solos, tienen que conformarse con oprimir sus propios cuerpos en recintos minúsculos que seleccionan en virtud de sus reducidas dimensiones... La cosa mejora cuando en casa conviven dos o más michos, porque así sí que se pueden alcanzar opciones varias de apiñamiento dignas de los mejores contorsionistas del mundo!

No es una cuestión de cutrez (¡eso nunca!), sino de superación personal, de libre albedrío y de flexibilidad de columna. Porque (y pensadlo bien...) ¿qué estaríamos fomentando si durmiésemos sólo y exclusivamente en la cama que nos traéis, bien anchos y estirados? La respuesta es una vida sin retos, sin libertad de elección, sin imaginación, en definitiva, una existencia demasiado aburrida para un gato...

lunes, 7 de enero de 2008

Se acabaron las fiestas...

Después de unas cuantas semanas de locura, intercaladas por fiestas y celebraciones, llega de nuevo la tranquilidad. ¡Bien! Que a mí me gusta tener un horario fijo para organizar mi vida. Pero antes de despedirnos definitivamente de la Navidad, es de rigor dar las gracias a los Reyes Magos por los collares rojos que nos dejaron ayer debajo del árbol (Noa y yo vamos a ir igualitos, pero a mí seguro que me favorece más...) También me trajeron un ratón nuevo, que el que me dejó el tal Papa Noel no me duró nada. A ver si este es más resistente. Por cierto, digo yo que siendo tres sus majestades, ya me podían haber dejado dos ratoncillos más, por lo menos uno por corona, ¿no?... El año que viene, cuando escriba la carta, ya me encargaré de reclamarles los que no me han traido este año...

En fin, sólo me queda desearos, queridos lectores, un
FELIZ RETORNO A LA RUTINA.

sábado, 5 de enero de 2008

Noche de Reyes

¡FELIZ NOCHE DE REYES!

En esta noche mágica, permitidme formular un deseo...

Que los sueños encuentren su lugar en un mundo, a veces, demasiado real.

Por las segundas oportunidades...

Porque algún día no sean necesarias...

viernes, 4 de enero de 2008

Incondicionales

Estos días mi humana ha estado enferma, tan enferma que incluso ha tenido que dormir durante el día además de durante la noche. ¡Parecía un auténtico gato! Y ahí que hemos estado Noa y yo, vigilando su reposo, bien calentitos junto a ella... Ahora ya está mejor y puedo dedicarme a otras cosas pero lo cierto es que cuando alguno de nuestros humanos está débil, enfermo o tristón solemos estar a su lado. Esta capacidad de los gatos para compartir con los humanos sus momentos de bajón físico o emocional es una de las que más sorprenden a aquellos humanos que no nos conocen y una de las más alabadas por los humanos que nos quieren: mil y una veces hemos escuchado que el gato no se apartó de la cama del enfermo en ningún momento o que en días en los que algún humano está triste, el gato se dedica a estar encima de él, entreteniéndole con sus carantoñas y sus monerías. Y es que nosotros somos así. Tenemos un sexto sentido que nos permite detectar esos cambios en vuestra salud o en vuestro ánimo que nos ayuda a estar ahí cuando nos necesitáis. Un caso muy llamativo que ejemplifica este desvelo gatuno por cuidaros es el protagonizado por Óscar, un gato que se hizo famoso hace unos meses por pasar con los enfermos de un hospital sus últimas horas de vida, vigilando su sueño y compartiendo con ellos su calor gatuno. En los medios de comunicación se dio mucha importancia al hecho de que el gato vaticinaba la muerte de los internos, cuando en realidad lo que pretende es hacerles un poco de compañía durante su último viaje. Casos como este, y otros muchos, me llevan a pensar que cuando a los gatos nos califican como "despegados" lo debe hacer gente que no nos conoce o no nos aprecia demasiado, fijándose así esterotipos propios de estirados gatos de papel que no se corresponden casi nunca con la realidad. La verdad es que los animales siempre estamos ahí para nuestros humanos, especialmente cuando nos necesitan, siendo el nuestro, sin ninguna duda, un cariño incondicional.

Si queréis saber más sobre el caso de Óscar, os recomendamos este artículo:

jueves, 3 de enero de 2008

Reparaciones...

Esta mañana, bien tempranito, han venido un par de señores a arreglar la puerta de casa. Cuando he escuchado el timbre he pensado: "¡Bien! ¡Novedades!" Pero a pesar de mi empeño, no he podido ayudarles como pretendía, porque mi humana me ha encerrado en el salón con Noa... ¡Vaya rollo! ¡Ni que fuese un gatito! Desde mi forzosa posición alejada de primera línea he escuchado los golpes y el ajetreo en la entrada. Esto es lo que pasa siempre que alguien de fuera viene a instalar o a reparar algo... Y yo me pregunto ¿por qué no me dejan colaborar? ¡Si soy un trabajador muy eficaz! Y si no me necesitan para echar una pata, siempre puedo vigilar lo que hacen, que a observador no me gana nadie (¡Si me hubieran dejado revisar las obras a mí, os aseguro que nos habríamos ahorrado más de una chapuza en casa!)

Recordando, recordando, creo que de todas, quizá la mejor anécdota protagonizada por un operario es la de aquel simpático señor que vino a montar el mueble de la galería: ¡resultó ser alérgico a los gatos! ¡A buena casa había venido! ¡En media hora estaba hecho polvo! Y eso que, como de costumbre, no nos dejaron acercarnos a él... Todavía me da la risa cuando me acuerdo... En fin, me marcho a inspeccionar cómo ha quedado todo, no vaya a ser que mis humanos pasen por alto algún sutil destrozo...

miércoles, 2 de enero de 2008

Hoy hace tres años...

Hoy hace tres años que conocí a mis humanos. Habían venido al albergue donde yo vivía para informarse sobre cómo adoptar a un gato. El recorrido por las instalaciones les estaba desanimando bastante, porque muchos compañeros gatunos no estaban por la labor de dejarse acariciar por el primero que acercara la mano... ¡Y esto les asustaba tanto! Así que me subí al regazo de mi humano en un momento en el que le pillé desprevenido para decirles que no tuvieran miedo, que otros gatos les gruñían y les bufaban porque no confiaban en las personas después de haber padecido el abandono, los golpes y el frío de la calle. ¡Y resulta que les hice gracia! El flechazo fue instantáneo y desde entonces ellos forman parte de mi vida y yo de la suya. Así es como llegué a ser un gato felizmente adoptado: mis humanos me dieron una segunda oportunidad y yo, a mi manera, soy consciente de ello.

Cuando el veterinario me vio, calculó que debía rondar los seis meses, aunque mi tamaño era pequeño a causa de la mala vida que había llevado en las calles y de cierta desnutrición. Tardaron algo de tiempo en ponerme en forma, pero al final volví a ser un gato bastante sano y realmente guapo. De mi mala experiencia me queda una ligera cojera en las patas de atrás, unas cuantas cicatrices y recurrentes pesadillas que me asaltan de vez en cuando mientras duermo. Pero, al despertar, miro a mi alrededor y me doy cuenta de que estoy en casa con mis humanos y que aquí estoy a salvo. Cuando el susto pasa, sólo queda un leve rumor amargo en lo más profundo de mi memoria que me habla de aquel tiempo en el que fui un gato sin hogar...

Antes de terminar, quiero dedicar un recuerdo muy especial para todos aquellos compañeros y amigos que quedaron (y aún quedan) en albergues, protectoras y casas de acogida a la espera de que algún buen humano les brinde una nueva vida...

martes, 1 de enero de 2008

Encuestas: resultados de diciembre y pregunta de enero

Bien, pues aquí estoy en día de fiesta para publicar los resultados de la encuesta de diciembre. Por cierto, muchas gracias a todos los que habéis opinado. A la pregunta "¿Te gustan los gatos?" diecinueve de un total de veinte participantes han contestado que sí, ejerciendo de contrapunto un votante que opina que no le gustamos... (Ya se sabe lo que dicen, siempre hay una excepción que confirma la norma. Ejem, ejem...) En porcentajes, los resultados quedan así:

  • A un 95% de los lectores le gustan los gatos.
  • A un 5%, no.

Tras nuestro primer estudio sociológico que, a pesar de ese voto de la discordia, ha resultado un éxito porcentual para los felinos, toca seguir indagando. Y en esta ocasión, la encuesta del mes será más cuantitativa que cualitativa. La pregunta es la siguiente:

"¿Con cuantos gatos compartes tu vida?"

Comprobemos así cual es la familia gatuna media con la que conviven nuestros lectores humanos.

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