Manto tricolor

¿Sabíais que el pelaje tricolor es exclusivo de las gatas? ¡Cosa de la genética y los cromosomas!

Dicho esto, supongo que nadie tendrá problema para deducir quién es la única candidata a lucir manto de tres colores en nuestra Gatera, ¿o sí?

A dúo

Si la imitación es una manera de expresar admiración, me temo que, sin lugar a dudas, he conseguido hacerme con un sincero y permanente admirador, especialmente entregado a la hora de nuestro aseo... (Ejem, ejem...)

Y vosotros, queridos lectores, ¿también os acicaláis a dúo?

Pienso, luego... ¡a comer!

Algo así habría podido decir el filósofo francés René Descartes si en lugar de humano en el siglo XVII le hubiera tocado ser felino doméstico del siglo XXI. Y es que lo más acertado y práctico a la hora de alimentar a gatos y perros es, sin lugar a dudas, el pienso. Pero debemos tener claro que, evidentemente, no todas las marcas disponibles en el mercado pueden ser iguales ni nos van a ofrecer lo mismo. Entonces, ¿cómo saber cuál es la mejor opción?

Los piensos para animales pueden ser de gama baja, media y alta y suele ser el precio el que marca la diferencia entre ellos a primera vista. Pero no es sólo cuestión de dinero: la calidad y cantidad de los ingredientes constituyen un aspecto fundamental a la hora de distinguir un pienso de otro. Y es que no es lo mismo alimentarse principalmente de carne de pollo, ternera o cordero que de huesos, plumas y picos triturados encubiertos bajo la etiqueta de subproductos cárnicos. Además, a la hora de leer la lista de ingredientes de un paquete de pienso, debemos saber que el orden en el que aparecen anotados implica la cantidad que contienen de cada uno. Así, no es lo mismo un pienso que contenga "Carne y cereales" que otro que contenga "Cereales y carne", siendo el primero más rico en proteínas y más apropiado para alimentar, por ejemplo, a carnívoros estrictos como los gatos que el segundo. Tema aparte lo constituyen las croquetas de colores llamativos (rojas, verdes, amarillas...), elaboradas con colorantes artificiales nada beneficiosos y pensadas para atraer más a unos propietarios humanos aburridos del color marrón que a los comensales de cuatro patas.

Está claro que no siempre se puede permitir uno lo mejor, pero dentro de nuestras posibilidades debemos optar siempre por lo mejor que nos podamos permitir. Y es que muchos humanos, aún sin necesitarlo y quizá por desconocimiento, deciden ahorrar excesivamente en la alimentación de sus mascotas, eligiendo alimentos de muy baja calidad que, a la larga, les van a salir muy caros. ¿Cuántos problemas de desarrollo, cuántas dolencias digestivas, cuántas lesiones de la piel y problemas del pelaje, cuántas cistitis y enfermedades del tracto urinario podrían evitarse con una buena dieta? De esta manera, el ahorro en pienso durante un tiempo se traducirá no demasiado tarde en engrosadas facturas veterinarias (normalmente a causa de una urgencia) y en la adopción obligatoria de una dieta medicada, a veces de por vida.

A modo de resumen podemos concluir que hay que tratar de huir, en la medida de lo posible, de los piensos sospechosamente baratos, que presenten listados de ingredientes pobres y croquetas de colorines especialmente llamativas y que es en las clínicas veterinarias y en las tiendas especializadas donde suelen poner a nuestra disposición piensos de calidad alta y media, encontrando los de gama baja habitualmente en supermercados y grandes superficies. Dicho esto, cada caso y cada casa es un mundo y la dieta deberá adaptarse a nuestro presupuesto y a los gustos y características de cada individuo (macho o hembra, jovenzuelo o madurito, entero o castrado, etc.) pero, eso sí, no tengamos ninguna duda al afirmar que una buena alimentación es y será siempre una apuesta segura.

Quisiera ser tan alta como la luna...

¿O quizá un poquito más?

El terror de las zapatillas...

Hace algún tiempo dedicamos una entrada de nuestra Gatera y un montón de fotografías a la extraña atracción que siente Noa desde chiquitina por los zapatos, sandalias, chanclas y alpargatas y hoy volvemos a traer el tema a colación porque parece ser que esta manía es contagiosa: resulta que hemos descubierto que nuestro Elmo es víctima del mismo vicio que Noíta, sintiendo en su caso una obsesión especial por las zapatillas de andar por casa. Hasta aquí todo podría considerarse más o menos normal pero el problema radica en que el pequeño rubiales no es tan delicado como la dulce Noa a la hora de tratar con el calzado de nuestros humanos y a las pruebas nos remitimos...

Ojalá pudiéramos deciros que ningún zapato sufrió daños durante la realización de este reportaje pero lamentablemente el ejemplar que aparece en la foto y un par más de los que no tenemos imágenes han quedado bastante perjudicados tras los frenéticos ataques del pequeñajo, que ha pasado a convertirse por méritos propios en el terror de las zapatillas (Ejem, ejem...)

Ratón, que te pilla el gato

La imagen que hoy os traemos corresponde a una veleta que adorna el tejado de una casa a las afueras de Cocentaina y nos va a servir para tres cosas. La primera será admirar el diseño de este indicador que convierte a roedor y a felino en fieles seguidores del viento. La segunda cosa va a ser recordar esa tonadilla infantil que dice así: "Ratón que te pilla el gato, ratón que te va a pillar. Si no te pilla esta noche mañana te pillará". Y es que estaréis conmigo, queridos lectores, en que el cruce de miradas entre los protagonistas de nuestra foto sugiere la cancioncilla a la mente e incita a su inevitable tarareo. Y la tercera, última en orden aunque no en importancia, será presentaros el recién estrenado blog personal de nuestro humano, Las tres opciones, donde podréis encontrar, entre otras cosas, algunas de sus fotos ¿Quién sabe si incluso alguna nuestra?

Ahora que me fijo, creo que la foto de este felino encaramado a lo más alto puede tener una cuarta utilidad: recordaros que hasta final de mes podéis participar en nuestra encuesta de febrero. Así que pensad y responded, queridos lectores: ¿Os gustan las alturas? Encontraréis el cuestionario en la columna de la derecha.

Tan callando...

Recuerde el alma dormida,
avive el seso e despierte,
contemplando
cómo se pasa la vida,
cómo se viene la muerte,
tan callando...

Nunca estamos preparados para la pérdida de un ser querido pero lo cierto es que así como hay vida es inevitable que, más tarde o más temprano, nos alcance la muerte. Silenciosa e inesperada a veces, premeditada en otras ocasiones, la certeza en todos los casos es el abandono de los que quedan, sufridores de la falta, plañideros de la ausencia, anhelantes buscadores en el limbo de los sueños... Pero la muerte no es simplemente el final de la existencia física: el paso del tiempo y las diferentes culturas la han ido enriqueciendo con un manto de leyendas y creencias, con toda una parafernalia de intenciones y palabrería, con un variado y completo atrezo que la han convertido en la poderosa y temida señora que es hoy, relegada a los lindes de lo cotidiano pero intrusa feroz capaz de truncar las ilusiones de cualquiera. Y es que la muerte es, en sí misma, un acontecimiento común a todos los seres vivos que empiezan a morir el mismo día en el que llegan a este mundo. La esperanza de vida más corta de perros y gatos provoca que sean los humanos los que habitualmente padecen el dolor por la pérdida de sus mascotas y no tanto al revés.

Metidos como estamos de pleno en tan luctuoso tema creo que una de las cosas más importantes a tener en cuenta a la hora de pensar en la muerte es, sin lugar a dudas, el grado de sufrimiento previo al final. Hay muertes repentinas que le llegan a uno sin esperarlo, tan callando, sin padecimiento ni dolor. Pero ¿qué ocurre cuando, desaparecida toda esperanza y tras luchar en todos los frentes, el final se adivina tras una larga agonía? ¿Debemos aceptar de una vez que, en determinadas circunstancias, el derecho a decidir cuándo se debe morir es lícito? Se trata de un tema espinoso, lo sé, y no es este el lugar adecuado para iniciar un debate. Pero la realidad es que en el ámbito veterinario este dilema se plantea en no pocas ocasiones y ante esta dura realidad la duda más generalizada suele ser cómo saber cuando se debe poner fin a un sufrimiento que, al fin y al cabo, es ajeno...

No se trata de una decisión sencilla pero las personas que han pasado por el trance de poner a dormir a su gato o a su perro tras una larga enfermedad suelen coincidir al afirmar que hay un momento en el que se ve claro que no queda más opción que acompañar al amigo fiel en su tránsito hacia el final. Amparados unos en la creencia en una vida mejor y parapetados otros en el merecido descanso de los cuerpos exhaustos, toman una decisión valiente que les lleva a decir adiós al compañero de juegos, risas y montones de momentos. Y en este paso definitivo irónicamente lo más sencillo es morir, siendo lo verdaramente difícil seguir adelante con la vida...

Permitidme para terminar esta entrada remitirme a los versos con los que la hemos iniciado y que corresponden al arranque del sincero planto que el poeta medieval Jorge Manrique dedicó a la muerte de su padre. Sirvan como recuerdo a todos los amigos que nos han dejado, a todos los que no pudieron luchar más, a todos los que llegaron solos hasta al final, a todos los que se fueron entre lágrimas, a todos los que recibieron una ayuda para exhalar su último suspiro y como homenaje a aquellas personas que, sin esperarlo o tras verse obligadas a decidirlo, no tuvieron más remedio que despedirse.

¿Os gustan las alturas? Encuesta de febrero.

Hace unos días publicamos en nuestra Gatera una foto en la que Elmo miraba con descaro a la cámara de nuestro humano desde lo alto. Y acompañando a esta imagen os preguntamos, queridos lectores, si a vosotros os gustaban tanto las alturas como a nuestro pequeño piratilla. Algunos nos habéis dejado comentarios en los que nos confesáis que sí o que no, dependiendo de vuestras preferencias, pero hoy lo que queremos es que convirtáis vuestras palabras en votos. La pregunta que os planteamos en el mes de febrero es, por lo tanto, ¿Os gustan las alturas? Y las respuestas entre las que deberéis elegir la vuestra son las siguientes:

• Sí, para aquellos a los que les encante trepar, subir, deambular y descansar por y en los lugares más altos de la casa.
• No, para aquellos que no subáis demasiado alto o incluso sintáis un pánico reconocido a estar en lugares elevados.
• No estoy seguro, por si alguno de vosotros no tiene demasiado claro si las alturas le encantan o le confunden...

Como veis, en esta ocasión la cosa es sencilla así que ánimo y a votar para que podamos descubrir a final de mes a cuántos de nosotros nos gusta pasar el rato en lo más alto.

NOTA: Podréis encontrar el cuestionario de nuestra encuesta en la columna de la derecha. Y no os olvidéis de que, para que vuestro voto sea efectivo, tenéis que elegir la respuesta y pinchar en el botón en el que pone Voto. Como en otras ocasiones, será posible elegir varias respuestas simultáneamente para que puedan quedar reflejadas las distintas opciones presentes entre los miembros de cada familia.

Resultados de la encuesta de enero

Cuando el mes pasado os preguntamos cuántas letras tenían vuestros nombres, queridos lectores gatunos y perrunos, ya nos imaginábamos que el triunfo iba a ser para los nombres tirando a cortos y el recuento de votos ha corroborado nuestras sospechas. Pero aquí os dejamos los resultados para que todos podáis comprobarlo:

• De 1 ó 2 letras es una longitud que ha quedado desierta: ¡0 votos para la opción más corta en nombres!
• Con 3 letras nos han visitado 6 amigos aunque ninguno nos ha dejado su nombre salvo nuestra pequeña Noa. (Lo que supone un 13'64%)
• Con 4 letras la cosa empieza a calentarse: 9 vistantes optaron por esta opción y así amigos como Luna, Zeus o Veva acompañaron a Elmo en el recuento de sus nombres. (Un 20'45%)
• Con 5 letras la cosa está al rojo vivo, siendo 10 los lectores que marcaron esta opción. Evidentemente este es mi grupo favorito pues mi nombre, Rumbo, encaja a la perfección aquí y coincide en número de letras con los de Chloe y Súper. (Lo que se traduce en un 22'73%)
• Las 6 letras empatan con las 5 y 10 son los votos cosechados por esta opción, entre ellos los de nuestros amigos Bombón, Chiqui y Fujiko. (Otro 22'73%)
• Con 7 letras comienza el descenso, siendo sólo 4 los amigos que tienen tantas letras en sus nombres: Picachu es un ejemplo. (Un 9,09%)
• Con 8 letras tenemos un voto menos, siendo 3 los visitantes como Princesa que cuentan con tantas letras en sus nombres. (Un 6'82%)
• Sólo 1 visitante alcanzó la nada desdeñable cifra de 9 letras, aunque lamentablemente no nos dijo cómo se llamaba... (Esto supone un 2,27%)
• Con 10 letras no tenemos contabilizado ningún voto, quedando la decena sin candidato confeso.
• Y para terminar, algún lector optó por afirmar que su nombre consta de más de una palabra, erigiéndose así en representante indiscutible del súmmun de la largura onomástica. (Otro 2'27%)

Llegados a este punto y después de contar y contar estamos en posición de afirmar que los nombres de 5 y 6 letras son los más habituales entre los lectores que participaron en nuestra primera consulta de 2010, acaparando el 45'46% de los votos (el 65'91% si añadimos también a los que tienen 4) Y dicho esto, sólo nos queda dar las gracias a los 30 participantes que con sus 44 votos han hecho posible que esta encuesta pueda ser considerada todo un éxito, siendo especiales las gracias para Ro, Veva, Luna, Zeus, Chloe y Fujiko que además se animaron a endulzar sus votos con unos jugosos comentarios.