Mostrando entradas con la etiqueta COSAS SERIAS. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta COSAS SERIAS. Mostrar todas las entradas

jueves, 19 de febrero de 2015

Se acercan las camadas...

Si el refranero reza aquello de "Enero, gatas en celo", desde mitad de febrero arranca la temporada de nacimientos. Y eso significa que el baby boom felino ya está aquí, con nuevos gatitos que llegarán a este mundo en busca de oportunidades y adoptantes mientras los albergues siguen abarrotados con los que nacieron en 2014, 2013, 2012... ¿Lo peor? Que no hay casas para todos y que otro año las protes deberán capear como bien se pueda este temporal. Y por eso, no nos cansaremos de repetirlo: castrar a tiempo evita sufrimiento.

Llegan las camadas... Los albergues están llenos...
Si no nos creéis, no dejéis de echarle un vistazo a la entrada que le dedicamos hace unos días a las viñetas de Historia de los Gatos Olvidados, tremendas desde su sencillez, tristemente reales y tan crueles como lo es a veces la vida mal entendida...

lunes, 9 de febrero de 2015

Historia de los gatos olvidados

Castrar a tiempo evita sufrimiento...
Hace años, hablando con unas personas, nuestra humana les explicó que Noa no tendría gatitos nunca porque, al igual que Elmo y yo, estaba castrada. Y el asombro y la incredulidad de los que la escuchaban fue mayúsculo, acompañado de comentarios sobre lo cruel que había sido al operarnos y no permitir que nos convirtiéramos en papás. Hasta mala persona y salvaje la llamaron. Pero no, todo lo contrario: la decisión de castrarnos fue una decisión meditada y responsable, una medida indispensable para poner un poco de orden en el desordenado mundo de la cría indiscriminada de animales domésticos, lindos cachorros y gatitos de hoy, carne de calle y sufrimiento mañana, algo que cada día, con cada gato enfermo, roto o atropellado, nos queda más claro. Y por eso queremos traer a nuestra Gatera "Historia de los gatos olvidados" un drama en viñetas, las que han dibujado Imran Tano y Natila Shulgina, dos voluntarios de una protectora en Novosibirsk (Rusia), basándose en los hechos reales que han vivido: desde el abandono por alergia hasta la eutanasia tras la llegada de un bebé. Real y esto sí cruel como la vida misma. 

¿Por qué difundimos esta triste y dura historia? Para concienciar sobre la importancia de ser responsables con vuestros compañeros animales, porque la vida es un milagro, sí, pero en estos tiempos que corren la vida digna lo es aún más. Seamos conscientes de que no hay familias para adoptarnos a todos y de que muchos de esos entrañables gatitos y perritos estarán siendo sentenciados a una vída mísera y a una muerte horrible sólo por nacer. Y es que esterilizar a tiempo evita dolor y sufrimiento y no dejéis que nadie os diga lo contrario.

Y sin más, os dejamos con la historia que empieza y termina con la alegría ante el alumbramiento de Murochka, una linda gata doméstica, representación de un triste ciclo que ya es hora de cortar... (Podéis ampliar cada imagen pinchando en ellas para verlas con detalle)

viernes, 12 de diciembre de 2014

Cal y arena para los gatos de la calle

CES Zaragoza
Zaragoza, otra forma de hacer las cosas.
Siempre he sentido que hay gente que odia a los gatos justificando su aversión sin fundamento en un sentir atávico, casi visceral que les impulsa a rechazarnos sin ni siquiera conocernos. Pero aunque esto ha sido (y seguirá siendo) una constante para los felinos, asociados desde tiempos remotos con el lado oscuro de la vida, la verdad es que en los últimos meses el sentimiento de animadversión se ha hecho más patente si cabe, adoptando una forma muy concreta a lo largo y ancho de España: el exterminio masivo de gatos callejeros.

Muchos municipios han planificado y perpetrado en los últimos meses inhumanas campañas de acoso y derribo contra los gatos de la calle alegando que son origen de suciedad, enfermedades, plagas y toda clase de males y sin querer entender con esas cabezas cuadradas que a veces parece que lucen quienes nos gobiernan que sacrificar no sirve para nada: la alta capacidad reproductiva y de supervivencia hará que los grupos de gatos se recuperen en poco tiempo, siendo necesario volver a intervenir y a sacrificar en pocos meses. Y así, una y otra vez en una espiral de sufrimiento sin fin. Yendo más allá, resulta escandaloso que en estas masacres sobre las que muchos ciudadanos prefieren no saber, se invierta más dinero de las arcas municipales que si se controlaran las colonias por el método CES (Captura-Esterilización-Suelta), auténtico futuro para la convivencia equilibrada, humanitaria y pacífica con los gatos urbanos.

En esta línea que apuesta por la muerte, el caso sangrante de la persecución a los gatos de Sevilla, equiparados con cucarachas y ratas por su concejo, está traspasando medios y fronteras en estos días previos a la Navidad, porque al parecer y en opinión de las autoridades, los gatos abandonados no lucen bien junto a los adornos navideños y se ha intensificado su captura, algo que quizá debería conducirnos a reflexionar sobre si estas fechas sirven para ensalzar la paz y el amor entre todos o sólo entre los que decoran y quedan bien... Precisamente, el grupo Brigada Gatuna surgió hace unos meses para tratar de salvar a algunos de los gatos hispalenses, sacándolos de las calles o liberándolos una vez capturados. Pero ya os decimos de antemano que la cosa no pinta nada bien y que aquí aún hay mucha guerra por batallar...

Navidad Sangrienta para los gatos en Sevilla
Brigada Gatuna augura una triste Navidad para los gatos de las colonias hispalenses...

Menos mal que tras una de cal, siempre hay otra de arena y gracias al cielo Zaragoza ha optado por hacer las cosas de otra manera. El proyecto CES de la capital maña va viento en popa y en mayo de este año ya contaba con 450 gatos censados en 31 colonias controladas sanitaria y reproductivamente que basan su éxito en la empatía hacia un animal urbano como el gato, la responsabilidad hacia ellos, la discreción de su labor y la creación de un grupo de voluntarios formados y acreditados para su cometido. En definitiva, todo un modelo a seguir por otras ciudades que llega precedido por sus buenos resultados y que demuestra que más allá de la caza y el sacrificio otras formas y actitudes hacia los gatos son posibles.

Dejándonos de medias tintas, queridos lectores, como veis hemos elegido dos ciudades que representan dos modelos diametralmente opuestos a la hora de afrontar una misma realidad felina: la muerte frente a la vida. Ahora solamente toca elegir qué modo de actuar relegamos al olvido y cuál decidimos perpetuar, porque el poder, mientras los gatos no votemos, está en vuestras manos humanas y las elecciones están a la vuelta de la esquina: así que esta vez sed nuestra voz y tomad en consideración, entre otros temas, la inexistencia de una ley nacional de protección animal fuerte, la permisividad ante el abuso y el maltrato, las multas por alimentar y cuidar animales de la calle, las matanzas municipales de gatos callejeros, las batidas contra perros abandonados, etc. sin dejarlo para otro momento o mirar para otro lado. Porque esto también importa y ya va siendo hora de que quienes se afanan en cobrarnos impuesto se vayan enterando de que a estas alturas del cuento ni todo es lo mismo ni todo vale, ¿o no?

viernes, 19 de septiembre de 2014

Si vas a adoptar, no te fijes en la edad...

Que a partir de los seis meses de edad sea difícil que un gatito encuentre hogar puede sonar a disparate, pero es tristemente cierto... Los albergues están llenos de gatos maravillosos cuyo único pecado es que no fueron adoptados cuando eran bebés y que, aún así, esperan una oportunidad, su oportunidad. Por eso, si vas a adoptar, no te fijes en la edad...

Gatitos de más de seis meses...
Desde @congatos, un mensaje lleno de realidad...

jueves, 12 de mayo de 2011

¿Un gato? ¿Dos? ¿Tres?

¿Un gato? ¿Dos? ¿Tres?... ¿Existe un número ideal a la hora de componer una familia felina? La respuesta a esta pregunta, si es que existe, dependerá de factores tales como las características del territorio y la disponibilidad de recursos, así como del carácter de cada uno de los individuos que compongan el organigrama familiar, siendo cada situación única e irrepetible en función de las variables que se conjuguen en cada caso.

En la habitual línea de humanizar a los pequeños felinos que conviven con ellos, nuestros humanos tienden a pensar que a un gato que vive solo le falta algo, siendo esta conclusión no siempre correcta a ojos de un felino. Teniendo en cuenta que la vida solitaria no es un problema para un gato pero dando por supuesto que en muchos hogares suele convivir más de uno, lo cierto es que la coexistencia entre felinos puede ir desde lo más idílico a lo verdaderamente infernal, existiendo un amplio abanico de posibilidades más o menos halagüeñas distribuidas entre estos dos extremos. Por desgracia, no existe una fórmula magistral que asegure la buena convivencia al 100%, siendo en muchas ocasiones una entente entre los individuos la menos mala de las opciones.

Llegados a este punto, lo que está claro es que si bien nos resulta imposible responder de forma general a la pregunta planteada al principio con una cifra exacta, lo que sí podemos afirmar con rotundidad es que debemos tener muy presente que un gato único, una vez cubiertas sus necesidades básicas, puede ser un gato completamente feliz. Si una vez asumido esto (y a pesar de todo) llega el momento de ampliar el número de felinos en un hogar quizá sea interesante señalar que, aunque cada caso es un mundo, lo habitual es que gatos que han crecido juntos se toleren mejor que aquellos que se conocen siendo mayores y que si por cualquier circunstancia hay que introducir un nuevo gato en una casa en la que ya reside al menos un felino lo más acertado es que el recién llegado sea un gatito lo más joven posible (entre 1 y 3 meses), respetando unas mínimas pautas de presentación y no precipitando ni forzando jamás el encuentro.

Y vosotros, queridos lectores, ¿creéis que existe un número ideal de gatos a la hora de convivir? ¿O pensáis que los gatos que viven solos son más felices? ¡No dejéis de contarnos!

jueves, 24 de marzo de 2011

Riesgos domésticos

Lo cotidiano, simplemente por habitual, suele parecernos inofensivo. Y lo cierto es que tras esta máscara de costumbre y falsa seguridad a veces se esconden peligros de los que no somos conscientes hasta que, por desgracia, es demasiado tarde. Sin ánimo de alarmar (sino más bien de advertir) hoy queremos reflexionar sobre la seguridad de los hogares con gato.

Las casas y pisos humanos constituyen el territorio en el que los felinos domésticos urbanos y sin acceso al exterior desarrollamos la mayor parte de nuestras vidas. Pero estos espacios domésticos, pensados y diseñados a priori para resultar confortables a las personas, en ocasiones entrañan auténticas amenazas para los habitantes gatunos. Intrépidos aventureros, la mayor parte de los gatos vive plenamente su territorio, explorándolo sin descanso cada día en busca de emociones y experiencias nuevas. Y este afán exploratorio, unido a veces al descuido, despiste o simple desconocimiento de nuestros humanos, es precisamente lo que propicia la mayor parte de los accidentes domésticos. Para entender a qué nos estamos refiriendo, hagamos un listado a vuelapluma con los peligros más habituales en una casa:

· Electrodomésticos como lavadoras, secadoras o neveras en los que podemos entrar.
· Planchas y estufas encendidas.
· Ollas y sartenes al fuego, así como cocinas, vitrocerámicas u hornos calientes.
· Cables eléctricos.
· Plantas tóxicas como hiedras o poinsetias.
· Detergentes, ambientadores, insecticidas y medicamentos como aspirinas o paracetamol.
· Agujas de coser, alfileres, bobinas de hilo, madejas de lana, cintas y lazos.
· Bolsas de plástico.
· Pequeños objetos, adornos frágiles y cualquier elemento que el gato pueda ingerir o romper en pedazos que puedan dañarle.
· Ventanas abiertas, en el caso de pisos altos, etc.

Si unimos alguno de estos riesgos potenciales a la actividad de un gato extrovertido, revoltoso y valentón el resultado puede ser un accidente más o menos grave que provoque quemaduras, cortes, huesos rotos, intoxicaciones, obstrucciones intestinales o shocks que os obliguen a salir corriendo a la clínica veterinaria.

Es evidente que no se nos puede proteger de todo y que hay accidentes que son inevitables pero en manos de nuestros humanos está el tratar de minimizar estas amenazas. ¿Cómo? Supervisando el uso de electrodomésticos, ollas y sartenes, escondiendo al máximo los cables eléctricos, no teniendo en casa plantas peligrosas, evitando el acceso de los gatos a detergentes, insecticidas y medicamentos, guardando bien las agujas, hilos y cintas, no dejándonos jugar con bolsas de plástico, apartando de nuestro alcance objetos pequeños y adornos frágiles y cerrando las ventanas o instalando mosquiteras y sistemas que eviten caídas. En definitiva, poniéndoos en la piel de vuestros gatos y tratando de evitar su acceso y contacto con elementos y objetos que puedan resultar atractivos pero indudablemente peligrosos. Y es que una inocente travesura puede tener en ocasiones un desenlace fatal... ¡Tratemos de evitar que la curiosidad felina consiga matarnos!

Y vosotros, queridos lectores felinos: ¿habéis sufrido algún accidente doméstico? ¡Contadnos vuestra experiencia!

jueves, 4 de febrero de 2010

Tan callando...

Recuerde el alma dormida,
avive el seso e despierte,
contemplando
cómo se pasa la vida,
cómo se viene la muerte,
tan callando...

Nunca estamos preparados para la pérdida de un ser querido pero lo cierto es que así como hay vida es inevitable que, más tarde o más temprano, nos alcance la muerte. Silenciosa e inesperada a veces, premeditada en otras ocasiones, la certeza en todos los casos es el abandono de los que quedan, sufridores de la falta, plañideros de la ausencia, anhelantes buscadores en el limbo de los sueños... Pero la muerte no es simplemente el final de la existencia física: el paso del tiempo y las diferentes culturas la han ido enriqueciendo con un manto de leyendas y creencias, con toda una parafernalia de intenciones y palabrería, con un variado y completo atrezo que la han convertido en la poderosa y temida señora que es hoy, relegada a los lindes de lo cotidiano pero intrusa feroz capaz de truncar las ilusiones de cualquiera. Y es que la muerte es, en sí misma, un acontecimiento común a todos los seres vivos que empiezan a morir el mismo día en el que llegan a este mundo. La esperanza de vida más corta de perros y gatos provoca que sean los humanos los que habitualmente padecen el dolor por la pérdida de sus mascotas y no tanto al revés.

Metidos como estamos de pleno en tan luctuoso tema creo que una de las cosas más importantes a tener en cuenta a la hora de pensar en la muerte es, sin lugar a dudas, el grado de sufrimiento previo al final. Hay muertes repentinas que le llegan a uno sin esperarlo, tan callando, sin padecimiento ni dolor. Pero ¿qué ocurre cuando, desaparecida toda esperanza y tras luchar en todos los frentes, el final se adivina tras una larga agonía? ¿Debemos aceptar de una vez que, en determinadas circunstancias, el derecho a decidir cuándo se debe morir es lícito? Se trata de un tema espinoso, lo sé, y no es este el lugar adecuado para iniciar un debate. Pero la realidad es que en el ámbito veterinario este dilema se plantea en no pocas ocasiones y ante esta dura realidad la duda más generalizada suele ser cómo saber cuando se debe poner fin a un sufrimiento que, al fin y al cabo, es ajeno...

No se trata de una decisión sencilla pero las personas que han pasado por el trance de poner a dormir a su gato o a su perro tras una larga enfermedad suelen coincidir al afirmar que hay un momento en el que se ve claro que no queda más opción que acompañar al amigo fiel en su tránsito hacia el final. Amparados unos en la creencia en una vida mejor y parapetados otros en el merecido descanso de los cuerpos exhaustos, toman una decisión valiente que les lleva a decir adiós al compañero de juegos, risas y montones de momentos. Y en este paso definitivo irónicamente lo más sencillo es morir, siendo lo verdaramente difícil seguir adelante con la vida...

Tan callando...
Permitidme para terminar esta entrada remitirme a los versos con los que la hemos iniciado y que corresponden al arranque del sincero planto que el poeta medieval Jorge Manrique dedicó a la muerte de su padre. Sirvan como recuerdo a todos los amigos que nos han dejado, a todos los que no pudieron luchar más, a todos los que llegaron solos hasta al final, a todos los que se fueron entre lágrimas, a todos los que recibieron una ayuda para exhalar su último suspiro y como homenaje a aquellas personas que, sin esperarlo o tras verse obligadas a decidirlo, no tuvieron más remedio que despedirse.

martes, 11 de agosto de 2009

¡Ojalá!


Ojalá una mirada fuera
el bálsamo de tus heridas.
Pues los ojos son reflejo del alma,
por más que esté enferma, rasgada
o, sencillamente, dormida...

Dedicamos esta entrada a todos los callejeritos para los que, lamentablemente, vivir no siempre significa tener esperanza...

miércoles, 8 de julio de 2009

Una imagen por todos aquellos que sufren...

Uno de nuestros lectores, el ilustrador Chema Lera (que regenta con maestría el blog Gato por libre e ilustrado), dedicó hace tiempo este dibujo a una brutal costumbre que asola y horada, con el sufrimiento que provoca, la esencia misma de nuestro país. Y es que en España, por desgracia, aún se ahorcan galgos...


Gracias, amigo Chema, por dejar que reproduzcamos en nuestra Gatera esta ilustración llena de angustia y agonía, pero también de esperanza, porque si conseguimos que la gente abra los ojos y comprenda que tanta crueldad es real quizá logremos que unan sus fuerzas a las de esas personas que ya luchan contra esta maldad sin sentido y, así, el fin de esta tortura estará un poco más cerca...

¡Acabemos con este dolor inenarrable y enfrentémonos contra todos y cada uno de los repulsivos humanos que recurren sin remordimiento alguno a esta práctica deleznable o a cualquier tipo de maltrato contra un animal!

viernes, 12 de junio de 2009

Cuando un amigo se va...

En muchas ocasiones, el abandono de una mascota se enmascara bajo alguna de las excusas tópicas y, por desgracia, bastante típicas que forman parte de un manido y repetitivo listado de pretextos exculpatorios: alergias fingidas, ficticios problemas económicos, falsos comportamientos agresivos por parte del animal,... Cualquier cosa vale a la hora de quitarse de encima al compañero fiel que no entiende que, de repente o, quizá, desde siempre, sobra en una ecuación de resultado incierto... Pero, después de pensarlo mucho, creo que uno de los abandonos tipo más tristes es aquel que se da cuando un humano muere y nadie quiere hacerse cargo de su perro o su gato. De entre todos esos familiares apenados que vociferan ante notario por un pedazo de herencia, nadie es capaz de darse cuenta de que el tesoro más importante de la persona fallecida languidece en un rincón, envuelto por la tristeza y el desconcierto que irradia de su radical cambio de sino. Sin saber muy bien el motivo, ese perro o gato ha pasado de ser la alegría en la vida de alguien a una carga molesta de la que hay que desembarazarse de inmediato.

Los herederos menos compasivos, echarán al animal a la calle sin ningún tipo de reparo. Otros, azuzados por la culpa que emana de los malos actos, buscarán la absolución endosando el perro o gato a una entidad de protección animal lo antes posible: se lavan las manos y pagan de esta manera vil el amor y el cariño que ese animal, ahora roto de dolor en una jaula, dio a aquel que le eligió como compañero durante el tiempo que compartieron. Algunos de estos abandonados se reponen a una situación que no entienden y siguen adelante con la mirada triste y resignada, en busca de una nueva oportunidad, que no siempre llega a tiempo. Otros son derrotados por la pena y se dejan llevar por el dolor y la tristeza hasta que llega el día en el que, más pronto que tarde, su nueva oportunidad se la brinda la muerte.


Historias como estas se repiten cada día en los albergues, refugios y calles de nuestro país y, por eso, cada vez son más las personas precavidas que tratan de dejar bien atados este tipo de asuntos, preparando en vida el cuidado y atención de sus mascotas en el caso de que ellas falten. Para ello, sus deseos a este respecto quedan reflejados en alguna de las cláusulas de su testamento. Quizá, el punto más delicado en estos casos radique en la elección del cuidador que se hará cargo del perro o gato, pues debe ser alguien que esté dispuesto a asumir esa responsabilidad, recibiendo a cambio alguna propiedad o cantidad de dinero a modo de compensación.

Estamos, evidentemente, ante una solución legal que trata de paliar la falta de compasión de aquellos hijos, padres, sobrinos o nietos que no entienden que ese animal, hoy asustado, desconcertado y motivo de discordia, no es un trasto viejo, que fue la ilusión en el día a día de la persona fallecida y que merece un trato, cuanto menos, respetuoso y digno. Como en todo, hay casos y casos, pero lo menos que se puede hacer ante este tipo de situaciones es garantizar al animal o animales implicados un futuro digno, tal y como su humano hubiera deseado, sea con familiares o amigos del finado o con una nueva familia. Y es que, cuando un amigo se va, algo se muere en el alma... Y, para muchos perros y gatos, con el duelo por la pérdida se inicia, además, una dura y tortuosa diáspora que marca el fin de su antigua existencia y, en muchos casos, incluso de su propia vida...

viernes, 15 de mayo de 2009

Camadas

Hace unas semanas, colgamos en nuestra Gatera una graciosa imagen inspirada en la maternidad felina y lo cierto es que las gatas son unas madres excelentes. Desde el momento del parto, cuidan y defienden a su camada con desvelo y pasión, jugándose incluso su propia vida por defender la de sus vástagos, que, día a día, se irán convirtiendo en los indiscutibles protagonistas de logros maravillosos, como abrir los ojos o dar sus primeros y titubeantes pasos... La relación con una mamá gata y su prole es, sin duda, algo digno de ser disfrutado. Y así lo sería si viviéramos en un mundo ideal; pero en un mundo como en el nuestro, en el que sólo durante el año pasado se abandonaron cerca de 24.000 gatos, no hay lugar más que para la búsqueda de soluciones a un problema que crece y crece con cada nacimiento.

Aunque los gatitos nacen a lo largo de todo el año, es en la primavera cuando las camadas se multiplican. Muchos de estos bebés vienen al mundo en el seno de colonias callejeras, siendo el fruto de los escandalosos amoríos propios de los felinos. Las duras calles son, normalmente, el único horizonte de estos gatitos y, en estas condiciones, la mayoría no llegará a superar el primer año de edad, amenazados de forma constante por peligros tan variados como numerosos (coches, enfermedades, frío, lluvia, venenos, humanos desaprensivos,...) Aún así, algunos de estos pequeños lograrán alcanzar la edad adulta, protagonizando sus propias pasiones de tejado y repitiendo, una y otra vez, un comportamiento impuesto por su instinto que perpetúa el ciclo de la vida en nuestros pueblos y ciudades.

Harina de otro costal son los gatos domésticos. Y es que algunas camadas no son más que el resultado de errores y accidentes: nos referimos a la vieja historia de la gata joven que se escapa antes de ser esterilizada y vuelve preñada, la del macho precoz que comparte casa con gatas enteras (es decir, sin castrar) o la de la gata que entra a formar parte de nuestras vidas cuando ya trae gatitos en camino. En estos casos, unos humanos responsables intentarán buscar un hogar digno y seguro para los pequeños que ya vienen y tomarán, en cuanto sea posible, las medidas pertinentes para evitar que este tipo de sorpresas vuelvan a producirse, siendo el paso por el quirófano de gatos y gatas la opción más sensata.

Pero existe otro grupo de gatitos que vienen al mundo en respuesta a la irresponsabilidad de aquellas personas que consideran que esterilizar a sus gatos es algo cruel o que la maternidad gatuna es necesaria para prevenir la locura de la gata u otro tipo de trastornos. ¡Y esto no son más que paparruchas! Eso sí, muchos de estos humanos tan mal informados y tan sensibilizados con la integridad física y mental de sus felinos no tienen luego miramientos a la hora de quitarse de encima a los pequeños gatitos regalándolos o vendiéndolos al primero que pasa, cogiendo la camada al completo y tirándola, literalmente, al contenedor de la basura o acabando con la vida de los bebés a golpes antes de que hayan podido exhalar la primera bocanada de aire de sus recién estrenados pulmones. Permitidme que me quite el sombrero ante una forma de actuar tan responsable y sensible (y espero que se note bien la ironía, el desprecio y la rabia contenida que eriza cada una de las vibrisas de mi pelaje ante gentuza de esta calaña)

El caso es que el resultado de las pasiones callejeras, de los accidentes y errores o de la irresponsabilidad injustificable no es otro que mucho sufrimiento y montones de gatitos que buscan hogar. Imaginad que una gata puede tener unos 6 celos al año. Si en cada parto tiene 5 ó 6 gatitos, el resultado serían entre 30 y 36 gatitos al año, entre 150 y 180 en cinco años... A su vez, muchos de los gatitos llegarían a su edad fértil y tendrían sus propias camadas. Y, de esta manera, nos encontraríamos ante una colonia con miles de gatos y gatitos en muy poco tiempo. La solución no es otra que la esterilización o castración, en pos de nuestro bienestar, queridos gatos y gatas, y del de nuestros humanos, que nos ahorrarán (y se ahorrarán) problemas como los periodos de maullidos desesperados, el temido marcaje, las fugas amatorias, las cruentas peleas entre machos, los embarazos no deseados e, incluso, ciertas enfermedades del aparato reproductor, consiguiendo evitar de esta manera la periódica avalancha de gatitos que contribuyen a acrecentar temas como el de la superpoblación felina y el del abandono. Tengamos en cuenta, queridos lectores, que, lamentablemente y en la mayoría de las ocasiones, estos bebés no nacen más que para sufrir y padecer, marchándose de este mundo de manera silenciosa pero dejando tras de sí una estela de dolor y pena entre todos aquellos que somos conscientes de que este problema existe.

Para terminar, permitidme que os indique que la foto que acompaña a mis palabras es la de Potos, uno de tantos gatitos maravillosos que, junto a su hermana Aíta, espera en el albergue de Asoka una oportunidad y una familia con la que pueda ser feliz. Y dejadme que, de paso, dedique esta entrada a mi tía Chiqui, la última valiente que pasó por el quirófano a principios de abril, sumándose de esta manera al cada vez más numeroso grupo de gatos domésticos y callejeros esterilizados gracias a la sensatez de unos humanos preocupados por el bienestar de sus compañeros felinos.

Por si queréis saber más sobre el tema, os dejamos algunos de los artículos con los que nos hemos documentado.

NOTA: La esterilización o castración es una práctica recomendable al 100% también entre perros, conejos o hurones, evitándose con esta intervención el mismo tipo de problemas que acabamos de describir entre los gatos. Pero, ante cualquier duda, os aconsejamos que consultéis a vuestro veterinario.

lunes, 9 de marzo de 2009

Regateando derechos

Hace unas semanas, saltaron a la palestra informativa numerosas noticias relacionadas con los derechos de los animales a la sombra de la polémica levantada por unas infames y mediáticas cacerías (Huelga decir que en casa estamos en contra de la caza y eso que Noa y yo somos expertos depredadores domésticos de ratones de peluche y caramelos de fresa) Varias de estas noticias se centraban en el modo en que algunos grupos animalistas reclamaban justicia para las bestias asesinadas. En los medios de comunicación, muchas fueron las voces airadas y serias que defendieron la extravagancia de este tipo de acciones ridículas, puesto que los animales tienen derechos pero jamás los mismos que un ser humano, impidiendo este matiz que se pudiera considerar a un puñado de ciervos víctimas de asesinato.

Evidentemente, estamos de acuerdo en que reclamar una igualdad total entre animales y humanos roza el absurdo, pero entendemos que algunos grupos dedicados a la defensa animal apuesten por este tipo de peticiones descabelladas a priori. No es que se hayan contagiado de la locura y del sinsentido en su lucha diaria contra el dolor y el maltrato animal sino que se trata de una sencilla estratagema que tiene como fin la implantación completa de los derechos que nos corresponden, ni más ni menos. Quizá lo entendáis mejor si os traigo a colación el arte del regateo: para conseguir el precio deseado, el vendedor pide mucho y el comprador ofrece poco, quedando normalmente en un término medio la satisfacción de ambas partes. Por lo tanto, estamos ante un evidente mercadeo de nuestros derechos, de los derechos de un puñado de seres irracionales que, por desgracia y según el parecer de muchos, ni sienten ni padecen a tenor de la lentitud de las negociaciones y de la falta de resultados.

Claros como el agua y tan difíciles de sostener con las manos como ella, los derechos de los animales se nos escapan en este país entre unos dedos que adoptan la forma, entre otros, de vacíos legales y de repartos de competencias. En este contexto, a los defensores del mundo animal no les queda más remedio que luchar armados de polémica y radicalismo, tratando de hacer el máximo ruido en una sociedad que adolece por sorda, ciega y muda. Y ante polémicas como esta, yo, un simple gato, me pregunto: ¿para cuándo una ley de protección animal a nivel nacional que nos proteja por igual a un lado o a otro de las fronteras autonómicas y castigue de forma ejemplar a los maltratadores con todo el peso que merecen sus viles actos?

Sea como sea, la guerra continúa y desde aquí seguiremos considerando víctimas de un sufrimiento gratuito al elefante que se muere de pena en el zoo, al tigre que padece las funciones bajo la carpa, al toro que sangra en la arena, al perro explotado en granjas de cría clandestina, a la foca bebé apaleada hasta la muerte, al conejo sometido a los experimentos de las compañías cosméticas, al gato convertido en diana de los disparos de unos malnacidos o al ciervo abatido para alimentar el ego paupérrimo de un cazador y sus amigachos, le pese a quien le pese. Y que conste que no me estoy inventando nada, pues para cada una de las lindezas que os cito (y para muchos otros horrores que me dejo en el tintero) existe una lamentable y cruenta base documental. Y es que, como dicen mis humanos, la realidad supera muchas veces a la más espantosa de las ficciones.

lunes, 12 de enero de 2009

La carretera


Esta dura aunque, lamentablemente, nada excepcional imagen fue captada por mis humanos ayer de camino a casa. En esta ocasión, la víctima era un gato romano que, de felino vivaracho, pasó, en un instante letal, a formar parte de la estadística que afirma que, cada día, los cadáveres de 1.000 animales atropellados son retirados por los servicios de mantenimiento a lo largo y ancho de las carreteras españolas (Y esto sin contar a los que quedan malheridos a causa del accidente pero huyen y exhalan su último suspiro agazapados en algún lugar próximo...) Entre el millar de desgraciados que pierden su vida sobre el asfalto cada 24 horas no sólo hay perros y gatos: también se contabilizan caballos, vacas, ovejas, conejos, erizos, lobos, zorros, lechuzas, culebras, lagartos, etc. Pero es bien cierto que el problema del abandono ha contribuido al incremento de estas macabras cifras. En fin, os dejamos con la estampa fúnebre de este felino vacío porque, como dicen los humanos, una imagen vale más que mil palabras...

Para saber algo más sobre este tema, os recomendamos las siguientes lecturas:
  • HERNÁNDEZ, J. C., "Carreteras letales", en Nuestra Tierra (suplemento del La Verdad Digital) Publicado el 7 de noviembre de 2008 [Disponible el 12 de enero de 2009 a las 18:00]
  • "Perros y gatos de cuneta", en La Gatera. Publicado el 26 de julio de 2008 [Disponible el 12 de enero de 2009 a las 18:00]

lunes, 5 de enero de 2009

Si acoges o adoptas...

martes, 30 de septiembre de 2008

La cara y la cruz

La semana pasada, mi abuelita humana por parte de humana nos guardó un periódico en el que pudimos leer encantados una noticia con corazón felino. Se trataba del rescate de cuatro gatos atrapados en un incendio que había sido provocado por un perturbado. Uno de los mininos, afectado por el humo, tuvo que ser atendido porque presentaba problemas respiratorios y en las fotos que acompañan al artículo ha quedado inmortalizado un bombero sujetando la mascarilla de oxígeno para que el pequeño amiguete pudiera respirar. El resultado fueron cuatro peludillos rescatados de las llamas y una noticia que a todo amigo de los animales le hace sonreir.

Unos días después, nos enteramos de otro caso con un final bien distinto. En esta ocasión, el fuego también jugaba un papel importante, aunque la protagonista involuntaria era una galga. La pobre había aparecido quemada pero con vida. Los efectos del fuego eran evidentes en todo su cuerpo, pero especialmente en los ojos y en el morro, literalmente en carne viva. Tal era el estado de descarnamiento que presentaba su maltrecho cuerpo que los veterinarios que la atendieron no pudieron hacer más que evitarle mayores sufrimientos... Ahora ya descansa en paz. Curiosamente no se trataba de una galga anónima: resultó que llevaba chip y esto permitió localizar a sus dueños. De esta manera, los voluntarios que la habían encontrado se enteraron de cómo noches antes la casa de estas personas había sido asaltada por desconocidos que incendiaron un patio donde tenían a sus perros. Algunos animales se quemaron mientras otros intentaron escapar de las llamas. Nuestra malograda amiga fue una de las que intentó huir del infierno en el que repentinamente se había convertido su hogar, dejando atrás el fuego pero no el dolor de sus carnes carcomidas.

Estas dos historias son la cara y la cruz de una misma moneda: los gatos y perros protagonistas no cometiron otro delito que estar en el sitio equivocado en el momento menos apropiado, convirtiéndose así en víctimas de la sinrazón humana. Pero detengámonos a pensar en cuántas desgracias como estas deben producirse cada día. Muchas veces, los esfuerzos invertidos en la lucha contra los efectos de la locura y la maldad tienen como recompensa los suspiros aliviados y las sonrisas con sabor a final feliz. Pero en otras ocasiones, las lágrimas, la rabia y la impotencia son la respuesta ante los crueles actos de seres que de humano no tienen más que la apariencia: porque la humanidad implica la compasión ante las desgracias y sólo aquellos que no tienen corazón son capaces de arrastrar tras de sí los indelebles rastros del sufrimiento y del dolor premeditado e infligido voluntariamente.

Cuatro mininos rescatados de las llamas... Una galga quemada viva... Cara y cruz de una misma lucha... Sonrisas y lágrimas... Principio y fin...

Os dejamos estos enlaces por si queréis leer más acerca de cualquiera de los dos temas:

sábado, 23 de agosto de 2008

¡Cuidado con los perros!

Hace algo más de una semana, mi abuela humana por parte de humana presenció una terrible escena. Según nos contó, unas mujeres buscaban desesperadamente a un perro: iban preguntando a la gente que encontraban, describiendo al pequeño que se les había escapado. Alguien les dijo que le había visto pasar por ahí corriendo en dirección a una avenida. Y hacia allí dirigían sus pasos cuando se escuchó el frenazo de un coche: al alcanzar ese punto, las mujeres descubrieron con dolor que el perrillo yacía muerto en la calzada. Fue algo instantáneo. El conductor nada había podido hacer ante un perrete asustado que cruzó sin darse cuenta de que eso era lo último que haría en su vida...

Lamentablemente, atropellos como este se producen cada día en nuestras ciudades y pueblos. Hay muchos perros (y digo perros porque son los que salen de forma habitual) que pasean por las calles junto a sus humanos pero sueltos, siendo necesario un breve segundo de despiste para que ocurra lo peor. Si esto es peligroso, imaginaos los riesgos que entraña la costumbre bastante extendida de permitir que el perro pasee sólo, confiando su seguridad exclusivamente a su instinto canino. Es cierto que muchas veces la salida resulta todo un éxito, pero basta un mal día para que no volvamos a ver a nuestro amigo perruno. Ni siquiera los perros pertrechados con su arnés y su correa se salvan de sufrir accidentes: una mala colocación del collar o arnés puede provocar que el perro se suelte y se escape. También es importante sujetar la correa con firmeza, sin permitir que un tirón del perro la arranque de nuestras manos, porque basta ese instante de descontrol para que ocurra lo peor. Hemos de ser conscientes de que en cada paseo un perro, por bien educado que esté, puede ponerse nervioso o incluso asustarse por muchos motivos, siendo una reacción normal la de correr para escapar del peligro. Si resulta que estaba suelto o logra soltarse y lanzarse a la carrera hay muchas probabilidades de que el desenlace de esa huida frenética no sea demasiado bueno, pudiendo desembocar en el extravío o en la muerte del can en cuestión...

Este tipo de accidentes ocurre y no me baso solamente en el atropello presenciado por mi abuela humana por parte de humana: precisamente ayer mi humana asistió en menos de una hora a la imprudencia de un par de canes que se plantaron en mitad de sendas avenidas durante el tiempo suficiente para ser atropellados (¡menos mal que estamos en agosto y durante este mes el volumen de vehículos circulando por nuestra ciudad se reduce un montón!) Y en cuanto a las desapariciones de perros, sólo hay que ver la cantidad de carteles que adornan el mobiliario urbano que nos rodea: muchos de los protagonistas de las fotos que los ilustran sencillamente echaron a correr un buen día y cuando por fin consiguieron tranquilizarse ya no supieron volver... Así que ¡cuidado con vuestros perros! Porque después del despiste fatídico a veces solamente queda sitio para las lágrimas... Y salir de paseo es estupendo, pero volver a casa después también es importante.

sábado, 9 de agosto de 2008

Una dura realidad

Este mediodía mi humana ha salido como casi todos los sábados para ir a comprar al centro de nuestra ciudad. Al principio pensaba coger el autobús, pero al final ha decidido que sería más agradable dar un paseo. Y así, caminando, caminando, no muy lejos de nuestra casa, se ha encontrado con un perrito. En casa somos gateros al 100% y de perrillos no sabemos demasiado, pero sí lo suficiente para que mi humana se haya dado cuenta de que ese pequeño no estaba bien. Se encontraba tumbado delante de un portal junto a un cacharro de cristal lleno de agua y sin aparentes intenciones de ir a ningún lado. La cabeza baja entre las patas, la mirada triste y su falta de reacción ante las palabras que le dirigía han convencido a mi humana de que debía quedarse para ver si alguien venía a por él. Tres personas que volvían de la compra cargadas de bolsas se han parado a su lado y se han puesto a hablar con mi humana. ¿Estaba abandonado el perro? ¿Qué podían hacer? ¿Estaría herido? Parecía un perro mayor, sin demasiadas fuerzas, que levantaba la cabeza cada vez que un coche paraba delante... Han preguntado a los vecinos que entraban o salían del portal si conocían al perro o si lo habían visto alguna vez, pero nadie ha sabido decirles nada hasta que ha llegado una chica que les ha contado como el perrillo llevaba en el portal desde esa mañana temprano, cuando había sido invitado a bajar desde un coche que, tras apear a su molesto viajero, había seguido su camino sin mirar atrás mientras un niño que iba sentado dentro del vehículo no paraba de llorar... Típico abandono de vacaciones pero esta vez ¡en medio de una avenida en pleno casco urbano! Al escuchar la historia y confirmar las sospechas, uno de los chicos ha llamado a la policía y desde aquí han pasado la llamada a la protectora, donde han anotado los datos de mi humana y han quedado en recoger al desdichado perrito... La gente se ha marchado y mi humana se ha quedado al cargo del perrete de triste mirada. De repente, en un alarde de energía, el perro ha echado a correr y mi humana ha tenido que ir a por él. Ha cruzado una calle con el semáforo en rojo (¡menos mal que no pasaba ningún coche!) y ha continuado con su huida hasta que una pareja le ha detenido y mi humana ha podido cogerle. ¡Y cómo pesaba el pillín! Ya en sus brazos, han vuelto hasta el punto de encuentro con el hombre de la protectora y se han sentado en un banco a esperar. Y a pesar de que mi humana era una completa desconocida, el perro se ha quedado en su regazo. Además de un evidente sobrepeso, a simple vista se notaba que el perrete tenía la boca hecha un desastre, signo quizá de una edad avanzada o de una mala dieta... En unos minutos ha llegado una furgoneta con un gran gato pintado en uno de sus lados: ya estaban allí para recoger al pequeño... Mientras el conductor se hacía cargo del perrillo y lo acomodaba en uno de los transportines que había en la parte trasera del vehículo, mi humana le ha contado lo que ella sabía: que había sido abandonado esa misma mañana... En esas estaban cuando un teléfono ha empezado a sonar. Ante el reclamo insistente del móvil, el hombre ha dicho: "¿Oyes el teléfono? Eso es otro aviso. Es que en verano no damos abasto". De esta manera, la puerta de la furgoneta se ha cerrado ante el protagonista involuntario de nuestra historia a modo de telón... Y mi humana se ha quedado, una vez más, con el corazón encogido, mínima y exigua ante esta avalancha de abandonos crueles y sin conciencia... Una dura realidad que no se esconde ni permanece al margen de nuestras vidas, ¡todo lo contrario! Puede encontrarse con nosotros a la vuelta de cualquier esquina...

¡Mucha suerte, perrito! Ojalá la vida te depare un futuro sin más falsedades ni desengaños...

sábado, 26 de julio de 2008

Perros y gatos de cuneta

Para un gran número de humanos, el veranito es sinónimo de descanso y relax. Llega el calor y es el momento ideal para pasar unos días en la playa, en la montaña o allá donde se tercie, disfrutando así de una merecida terapia frente a la rutina que contamina sus vidas día a día. Pero, lamentablemente, las vacaciones de verano coinciden también con un importante repunte de abandonos de mascotas que por un motivo u otro se convierten en un molesto estorbo al llegar estas fechas. Bueno, lo cierto es que estos pobres nunca debieron encajar en la casa a la que llegaron, porque aquellos gatos y perros que convivimos con auténticas familias nunca nos vamos a ver en situciones como la del típico viaje sin retorno que muchos desgraciados de cuatro patas padecerán a lo largo de estos meses estivales.

Todo abandono es cruel, pero el abandono en carretera constituye una condena de terrible desenlace casi inevitable. Que te bajen del coche y se marchen así, sin mirar atrás, mientras a uno se le queda cara de desconcierto al principio, de pánico después... Algunos se dan cuenta enseguida de lo que ocurre y comienzan a caminar para dejar atrás su presente hasta que un descuido los convierte en una víctima más del tráfico... Otros, comprendiendo su situación, se limitan a sentarse para ver llegar a la muerte salvadora que les arrancará de un golpe de ese infierno de asfalto... Muchos son los que no entienden qué les ha ocurrido y permanecen horas, días, semanas, esperando anhelantes en la ardiente cuneta a que vuelvan a buscarles mientras el tiempo, el hambre y el calor consumen sus vidas...

Anoche, cuando mis humanos regresaban a casa, se toparon con un pequeño perro que estaba sentado en mitad de un puente que conecta unas cuantas vías de varios carriles y que desemboca en una inmensa rotonda. Al verle allí, indefenso ante los coches, pararon y trataron de cogerle, pero el pequeño estaba asustado... Los vehículos pasaban y todos corrían peligro al tratarse de una zona oscura en la que ninguna farola alumbraba los vanos intentos de mis humanos por coger al perrillo. Este, totalmente desorientado, cruzaba la carretera de un lado a otro esquivando a los coches que por suerte, a esas horas, eran pocos. Al final llegó a una especie de terraplén y desaparció. Mis humanos le llamaron, volvieron con el coche para tener un poco de luz y recorrieron todos los carriles de la zona esperando encontrarle... No fue así. Hoy van a volver, esperando que el perrete haya encontrado un refugio y que la luz del día les permita localizarle y traerle a casa. Veremos si hay suerte... Os cuento esto porque el animalillo se hallaba en un punto de difícil acceso, con visibilidad escasa aún siendo de día, en el que parar es un peligro. La única manera de llegar hasta ahí es en coche o recorriendo una buena distancia y cruzando un buen número de carriles desde las viviendas más cercanas... ¿Qué hacías ahí, perrillo? ¿Cómo llegaste? ¿Por qué te tumbaste en mitad de la calzada? ¿Qué estabas esperando?

Las vacaciones deberían ser días felices en los que las familias al completo disfrutasen del tiempo libre que pueden dedicarse unos a otros. ¡Y he dicho al completo! Algunas mascotas son buenas viajeras y se apuntan a cualquier plan: cada vez son más los hoteles y alojamientos que aceptan perros y gatos entre sus residentes. Otros, entre los que nos incluyo a Noa y a mí, preferimos quedarnos en casa porque no nos gusta cambiar de aires: en este caso, siempre se puede encontrar a alguien que nos venga a hacer una visita para ponernos agua y comida o a algún familiar o amigo que nos acoja en su casa por unos días. No necesitamos nada más. ¿Es tan difícil ser responsable?

Por desgracia, miles de amigos van a descubrir que viven con gente a la que sí les resulta complicado mantener su parte en ese acuerdo maravilloso que se sella entre humano y animal cuando deciden compartir sus vidas. De repente llega el fin de este compromiso y sin ningún tipo de conciencia ni remordimiento, se le concederá un cruel final al siempre fiel compañero. Y es que él o ella nunca lo harían... Muchos, como el perro de anoche, se convertirán en animales de cuneta, de esos que nos encontramos atropellados kilómetro a kilómetro o muriendo de hambre y de sed atrapados por el terror y el tráfico. Algunos escaparán a la ejecución que les depara la mala voluntad de las personas que les dejaron allí (¡esperemos que sean muchos!) pero otros no lo conseguirán... Vayan por esos desdichados estas palabras... Como un réquiem por su triste final... Descansen en paz, en arcenes y medianas, pero al fin en paz.

martes, 3 de junio de 2008

De pesadillas y monstruos

Nadie es inmune al asalto nocturno de monstruos que a través de terribles pesadillas interrumpen nuestro sueño y nuestro descanso. El susto suele ser grande, pero la angustia termina al despertar. Mil veces peores son esas pesadillas que no acaban al abrir los ojos. Y de esas precisamente es de las que hay que tener auténtico miedo.

Los verdaderos monstruos son aquellos que nos rodean día a día sin nosotros saberlo. Se esconden bajo la capa de una apariencia y comportamientos normales o se refugian en la facilidad que tienen los demás para mirar hacia otra parte mientras ellos se dedican a cometer auténticas canalladas. Fríos, calculadores, desalmados y cobardes: son muchos los adjetivos que sirven para calificar sus míseras existencias. Y sin embargo, es cierto. Ahí están. A nuestro alrededor. Observándonos. Porque los que no somos como ellos nos convertimos, sencillamente, en sus presas.

Noticias como la que nos ha estremecido hoy son las que demuestran que el mal sueño camina entre los vivos. Regina, una mastín preciosa de cinco años de edad ha sido la víctima inocente de estas hordas ávidas de dolor. Se la llevaron después de inflingirle las más viles atrocidades y os aseguro que ningún perro ha podido jamás hacer nada que merezca lo que ella ha padecido. Hoy tenemos el alma encogida en La Gatera. Hoy no podemos dibujar una sonrisa que os contagie con su brillo, porque Regina ya nunca volverá a sentir. Su cuerpo dormirá para siempre su sueño eterno, pero esperamos que su espíritu alcance esa paz que a ningún animal debería faltarle en vida y que por desgracia a ella le negaron hasta en sus últimos momentos. Descansa, pequeña amiga, que ya nadie volverá a hacerte daño.

Desde aquí pedimos que todos los seres de bien nos unamos de una vez para evitar que historias como la de Regina vuelvan a repetirse. Acabemos con el dolor de humanos y animales y juntemos nuestras fuerzas para terminar con esos monstruos de dos patas que sólo son capaces de mancharnos con el mal que emana de sus entrañas.


Por si queréis leer al completo esta cruel noticia, os dejo este enlace. Pero os advierto que tanto el texto como las imágenes son duras...

También os dejo el enlace a la protectora Ribercan, donde ocurrieron los hechos. Allí los cuidadores lloran a Regina y a otros perros que aún no han aparecido mientras tratan de salvar la vida a los demás.

Y aquí os abrimos la puerta hacia unas palabras dedicadas a esta reina que nos ha dejado a causa de la sinrazón de unos dementes...

A mi cabeza acude una y otra vez esa frase de Mahatma Gandhi que dice: "La grandeza de una nación y su progreso moral pueden ser juzgados por el modo en el que se trata a sus animales." Basándonos en esto, creo que nadie puede estar a más bajo nivel que los asesinos de Regina. Esperemos que al menos su dolor sirva para agitar conciencias y para conseguir que algo así jamás vuelva a ocurrir.

miércoles, 21 de mayo de 2008

Los invisibles

Muchos son los animales que deambulan libremente por las calles, enfrentándose cada día a una jornada incierta con final indeterminado. En su mayor parte se trata de perros y gatos errantes que componen una desharrapada fauna urbana a la que algunas personas miran con preocupación, otras con pena y la mayoría con indiferencia.

La mendicidad animal en nuestras calles es una realidad que muchos humanos tratan de ignorar, evitando enfrentarse a estampas y situaciones que conviven con ellos en las ciudades y en los pueblos en los que residen. Y es que estas variopintas bandas y comunas de animales perdidos son el resultado, en ocasiones, de desgraciados accidentes con mal final y, la mayoría de las veces, de la irresponsabilidad de aquellos que no hacen caso de un problema que inevitablemente está ahí. La vida de un animal en la calle es muy dura, pero la solución no radica en su exterminio sino en actuaciones bien planificadas que empiecen por la correcta educación de los individuos en materia de convivencia, responsabilidad y respeto. El problema es ciertamente grave, máxime si nos detenemos a pensar que esta situación de desamparo no sólo afecta a muchos animales sino que es extensible a personas que lo han perdido todo a causa de la desgracia, de la enfermedad o simplemente de la mala suerte y que son convertidas en parias de nuestras avanzadas sociedades del siglo XXI, en tristes seres condenados a empujar sus vidas arropadas por cartones en carritos de supermercado. Nadie es inmune a esta plaga social y un mal giro de la fortuna puede acabar con nuestros huesos, animales o humanos, en plena calle: quizá sea el temor a esta posibilidad lo que provoca en muchas personas esa ceguera selectiva que convierte en seres invisibles a los vagabundos de dos y cuatro patas.

Una manera sencilla de cambiar nuestra actitud ante esta triste realidad es proponerse mirar a los ojos de estos míseros espectros cuando se crucen en nuestro camino en vez de girar la vista. Si lo hacéis, os aseguro que habréis dado un paso importante, porque una vez que se han abierto los ojos, ya no se pueden cerrar...

Porque la mirada es el espejo del alma...

¡Gracias a todos los que un buen día se decidieron a ver a aquellos que se desvanecían bajo la indiferencia y el olvido!

----------