
En relación a este delicado tema, lo que debe quedar bien claro es que afilar las uñas es una necesidad felina y no una táctica premeditada para fastidiar. El caso es que, además de mantener nuestras garras a punto, con las marcas que dejamos estamos reclamando como propio el objeto en cuestión y, junto a él, el territorio circundante, utilizando para ello señales visuales (los arañazos propiamente dichos) y odoríferas (a través de unas glándulas que poseemos entre los dedos y que impregnan cada mueble u objeto arañado con un determinado olor) Como veis, es nuestra naturaleza felina la que nos impulsa a rascar, siendo vosotros, queridos lectores humanos, los encargados de proporcionarnos elementos adecuados para hacerlo si no queréis que elijamos para ello cualquier mueble de la casa.
Este es el motivo por el que en un hogar con gato no debe faltar al menos un rascador. En el mercado podréis encontrar de muchos tipos: sencillas alfombras, auténticos árboles, torres hasta el techo, para colgar de la pared, para cubrir esquinas, etc. Y es que todo vale a la hora de rascar. Una vez comprados, muchos humanos se quejan de que el gato sigue rascando en lugares indebidos y es que el secreto del éxito de este tipo de estructuras radica en el lugar elegido para ubicarlas: deben estar allí donde el gato pase más tiempo, evitando la tendencia a esconderlos. Y, por supuesto, hay que dar tiempo a los felinos para acostumbrarse al nuevo cachivache.


No me gustaría cerrar esta entrada sin haceros reflexionar sobre algo que a pripori parece obvio: todo gato nace con uñas porque las necesita en su día a día, siendo la desungulación o extirpación quirúrgica de las mismas una mutilación y una barbaridad totalmente innecesaria que resta calidad de vida (cuando no se la arruina por completo) a los gatos que pasan por ese trance. Este es el motivo por el que, antes de decidiros a convivir con un felino, es importante que os detengáis a pensar y barajéis los pros y los contras. Si durante este balance os dais cuenta de que para vosotros vale más un sofá impoluto que las uñas del gato, estad seguros de que, a pesar de la cantidad de rascadores disponibles en el mercado, no estáis preparados en absoluto para la vida gatuna.