La semana pasada, mi abuelita humana por parte de humana nos guardó un periódico en el que pudimos leer encantados una noticia con corazón felino. Se trataba del rescate de cuatro gatos atrapados en un incendio que había sido provocado por un perturbado. Uno de los mininos, afectado por el humo, tuvo que ser atendido porque presentaba problemas respiratorios y en las fotos que acompañan al artículo ha quedado inmortalizado un bombero sujetando la mascarilla de oxígeno para que el pequeño amiguete pudiera respirar. El resultado fueron cuatro peludillos rescatados de las llamas y una noticia que a todo amigo de los animales le hace sonreir.
Unos días después, nos enteramos de otro caso con un final bien distinto. En esta ocasión, el fuego también jugaba un papel importante, aunque la protagonista involuntaria era una galga. La pobre había aparecido quemada pero con vida. Los efectos del fuego eran evidentes en todo su cuerpo, pero especialmente en los ojos y en el morro, literalmente en carne viva. Tal era el estado de descarnamiento que presentaba su maltrecho cuerpo que los veterinarios que la atendieron no pudieron hacer más que evitarle mayores sufrimientos... Ahora ya descansa en paz. Curiosamente no se trataba de una galga anónima: resultó que llevaba chip y esto permitió localizar a sus dueños. De esta manera, los voluntarios que la habían encontrado se enteraron de cómo noches antes la casa de estas personas había sido asaltada por desconocidos que incendiaron un patio donde tenían a sus perros. Algunos animales se quemaron mientras otros intentaron escapar de las llamas. Nuestra malograda amiga fue una de las que intentó huir del infierno en el que repentinamente se había convertido su hogar, dejando atrás el fuego pero no el dolor de sus carnes carcomidas.
Estas dos historias son la cara y la cruz de una misma moneda: los gatos y perros protagonistas no cometiron otro delito que estar en el sitio equivocado en el momento menos apropiado, convirtiéndose así en víctimas de la sinrazón humana. Pero detengámonos a pensar en cuántas desgracias como estas deben producirse cada día. Muchas veces, los esfuerzos invertidos en la lucha contra los efectos de la locura y la maldad tienen como recompensa los suspiros aliviados y las sonrisas con sabor a final feliz. Pero en otras ocasiones, las lágrimas, la rabia y la impotencia son la respuesta ante los crueles actos de seres que de humano no tienen más que la apariencia: porque la humanidad implica la compasión ante las desgracias y sólo aquellos que no tienen corazón son capaces de arrastrar tras de sí los indelebles rastros del sufrimiento y del dolor premeditado e infligido voluntariamente.
Cuatro mininos rescatados de las llamas... Una galga quemada viva... Cara y cruz de una misma lucha... Sonrisas y lágrimas... Principio y fin...
Os dejamos estos enlaces por si queréis leer más acerca de cualquiera de los dos temas:
- Quevedo, A. "Un okupa pega fuego a una casa y los bomberos salvan con oxígeno a cuatro gatos", en Qué - Alicante, p. 4 [a 23 de septiembre de 2008]
- "Y ahora una galga quemada viva en Albacete, ¿cuándo pararán las torturas a los animales?", en En busca de una segunda oportunidad [a 26 de septiembre de 2008] Os advertimos que las imágenes que acompañan al texto no son agradables...
Querido amigo,el rescate de esos colegas fue muy loable y valiente por parte de esos bomberos,sobre todo la foto del pequeño respirando el oxigeno es de piel de gallina!
ResponderEliminarLa noticia de la pobre galga es aberrante,como un ser humano puede quemar una casa con personas y animales dentro es de ser un .....,ojala sufra lo indecible como lo hizo la galga que tuvieron que dormirla para que dejase de sufrir :(,pequeña descansa en paz.
Un lameton amigo y un ronroneo de nuestra parte!