Lo cotidiano, simplemente por habitual, suele parecernos inofensivo. Y lo cierto es que tras esta máscara de costumbre y falsa seguridad a veces se esconden peligros de los que no somos conscientes hasta que, por desgracia, es demasiado tarde. Sin ánimo de alarmar (sino más bien de advertir) hoy queremos reflexionar sobre la seguridad de los hogares con gato.
Las casas y pisos humanos constituyen el territorio en el que los felinos domésticos urbanos y sin acceso al exterior desarrollamos la mayor parte de nuestras vidas. Pero estos espacios domésticos, pensados y diseñados a priori para resultar confortables a las personas, en ocasiones entrañan auténticas amenazas para los habitantes gatunos. Intrépidos aventureros, la mayor parte de los gatos vive plenamente su territorio, explorándolo sin descanso cada día en busca de emociones y experiencias nuevas. Y este afán exploratorio, unido a veces al descuido, despiste o simple desconocimiento de nuestros humanos, es precisamente lo que propicia la mayor parte de los accidentes domésticos. Para entender a qué nos estamos refiriendo, hagamos un listado a vuelapluma con los peligros más habituales en una casa:
· Electrodomésticos como lavadoras, secadoras o neveras en los que podemos entrar.
· Planchas y estufas encendidas.
· Ollas y sartenes al fuego, así como cocinas, vitrocerámicas u hornos calientes.
· Cables eléctricos.
· Plantas tóxicas como hiedras o poinsetias.
· Detergentes, ambientadores, insecticidas y medicamentos como aspirinas o paracetamol.
· Agujas de coser, alfileres, bobinas de hilo, madejas de lana, cintas y lazos.
· Bolsas de plástico.
· Pequeños objetos, adornos frágiles y cualquier elemento que el gato pueda ingerir o romper en pedazos que puedan dañarle.
· Ventanas abiertas, en el caso de pisos altos, etc.
Si unimos alguno de estos riesgos potenciales a la actividad de un gato extrovertido, revoltoso y valentón el resultado puede ser un accidente más o menos grave que provoque quemaduras, cortes, huesos rotos, intoxicaciones, obstrucciones intestinales o shocks que os obliguen a salir corriendo a la clínica veterinaria.
Es evidente que no se nos puede proteger de todo y que hay accidentes que son inevitables pero en manos de nuestros humanos está el tratar de minimizar estas amenazas. ¿Cómo? Supervisando el uso de electrodomésticos, ollas y sartenes, escondiendo al máximo los cables eléctricos, no teniendo en casa plantas peligrosas, evitando el acceso de los gatos a detergentes, insecticidas y medicamentos, guardando bien las agujas, hilos y cintas, no dejándonos jugar con bolsas de plástico, apartando de nuestro alcance objetos pequeños y adornos frágiles y cerrando las ventanas o instalando mosquiteras y sistemas que eviten caídas. En definitiva, poniéndoos en la piel de vuestros gatos y tratando de evitar su acceso y contacto con elementos y objetos que puedan resultar atractivos pero indudablemente peligrosos. Y es que una inocente travesura puede tener en ocasiones un desenlace fatal... ¡Tratemos de evitar que la curiosidad felina consiga matarnos!
Las casas y pisos humanos constituyen el territorio en el que los felinos domésticos urbanos y sin acceso al exterior desarrollamos la mayor parte de nuestras vidas. Pero estos espacios domésticos, pensados y diseñados a priori para resultar confortables a las personas, en ocasiones entrañan auténticas amenazas para los habitantes gatunos. Intrépidos aventureros, la mayor parte de los gatos vive plenamente su territorio, explorándolo sin descanso cada día en busca de emociones y experiencias nuevas. Y este afán exploratorio, unido a veces al descuido, despiste o simple desconocimiento de nuestros humanos, es precisamente lo que propicia la mayor parte de los accidentes domésticos. Para entender a qué nos estamos refiriendo, hagamos un listado a vuelapluma con los peligros más habituales en una casa:
· Electrodomésticos como lavadoras, secadoras o neveras en los que podemos entrar.
· Planchas y estufas encendidas.
· Ollas y sartenes al fuego, así como cocinas, vitrocerámicas u hornos calientes.
· Cables eléctricos.
· Plantas tóxicas como hiedras o poinsetias.
· Detergentes, ambientadores, insecticidas y medicamentos como aspirinas o paracetamol.
· Agujas de coser, alfileres, bobinas de hilo, madejas de lana, cintas y lazos.
· Bolsas de plástico.
· Pequeños objetos, adornos frágiles y cualquier elemento que el gato pueda ingerir o romper en pedazos que puedan dañarle.
· Ventanas abiertas, en el caso de pisos altos, etc.
Si unimos alguno de estos riesgos potenciales a la actividad de un gato extrovertido, revoltoso y valentón el resultado puede ser un accidente más o menos grave que provoque quemaduras, cortes, huesos rotos, intoxicaciones, obstrucciones intestinales o shocks que os obliguen a salir corriendo a la clínica veterinaria.
Es evidente que no se nos puede proteger de todo y que hay accidentes que son inevitables pero en manos de nuestros humanos está el tratar de minimizar estas amenazas. ¿Cómo? Supervisando el uso de electrodomésticos, ollas y sartenes, escondiendo al máximo los cables eléctricos, no teniendo en casa plantas peligrosas, evitando el acceso de los gatos a detergentes, insecticidas y medicamentos, guardando bien las agujas, hilos y cintas, no dejándonos jugar con bolsas de plástico, apartando de nuestro alcance objetos pequeños y adornos frágiles y cerrando las ventanas o instalando mosquiteras y sistemas que eviten caídas. En definitiva, poniéndoos en la piel de vuestros gatos y tratando de evitar su acceso y contacto con elementos y objetos que puedan resultar atractivos pero indudablemente peligrosos. Y es que una inocente travesura puede tener en ocasiones un desenlace fatal... ¡Tratemos de evitar que la curiosidad felina consiga matarnos!
Y vosotros, queridos lectores felinos: ¿habéis sufrido algún accidente doméstico? ¡Contadnos vuestra experiencia!
Tenemos que ter mucho cuidado con nosotros gatitos.
ResponderEliminarCreemos que no, que no hemos tenido ningun accidente doméstico, y es que la abu y mami suelen tener mucho cuidado con estas cosas.
ResponderEliminarRonroneos
Totalmente de acuerdo! a veces me ralla mucho todo eso..yo a lupe no la dejo entrar al baño ni la cocina sin supervisión y la sala de lavadora y plancha nunca!! pero aún así están los cables dle ordenador, d ela tele..nunca la he visto tocarlos peor no me gusta nada!
ResponderEliminarEn casa siempre hemos sido muy cuidadosos y nuestra familia gatuna, a excepción de Poli, es bastante tranquila. Pero una noche, Fredy se quedó en un balcón y se cayó. Vivíamos en un 7º. Por suerte, sólo perdió un cachito de lengua y tuvo un pequeño neumotorax. Ahora vivimos en una casa de planta baja. Saludetes.
ResponderEliminarQue buen post, es verdad nuestros compañeros de vida etan expuestos a accidentes en casa, (y en la calle).
ResponderEliminarLametones
Como vivimos en un 8º piso, instalamos mosquiteras enrollables en las ventanas. Una noche encontré a Apolo, después de un rato buscándolo, asomado a la ventana. Con la luz apagada, sólo veía su silueta, que me pareció extraña, como difuminada... cuando encendí la luz descubrí que ESTABA DETRÁS DE LA MOSQUITERA, es decir, se había salido por uno de los laterales (???!!!?) y estaba asomado a la ventana pero por el lado de la calle!!! Me acerqué despacito, abrí la mosquitera y lo cogí... nunca me han temblado tanto las piernas y creo que Apolo nunca tuvo el rabito tan espeso!!!
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