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Preciosa Gundilla, espéranos en el cielo... |
Julio se nos marcha triste porque ayer nos enteramos de que la pequeña Guindilla, del blog de Guindilla y Canela, se nos fue el lunes al cielo... Es triste despedir a una amiga gatuna, aunque sea una amiga vía blogosfera, porque ya son muchos años de conocernos y de conocer a unos y a otros a través de esta ventana al mundo, a sus historias y a los sentimientos que es un blog...
Aunque pueda sonar a tópico, es ley de vida que toda presentación conlleva tarde o temprano una despedida. Guindilla, Luna, Dark, Nino, Efi... Tantos amigos que nos esperan allá donde el arcoiris nace. Porque nosotros creemos en el reencuentro y eso consuela cuando hay que verles partir. Y es que toda despedida, cuando hay amor, implica también un volver a empezar.
Precisamente hace unos días descubrimos una maravillosa composición de Ernest Montague en la que se explica que los perros nunca mueren, sólo duermen en tu corazón. Os dejamos el enlace al texto íntegro en la web de Sr. Perro, porque merece la pena leerlo, y aquí os traigo solamente un párrafo especial...
Cuando piensas que tu perro ha muerto, sólo se ha quedado dormido en tu corazón. Y, por cierto, está moviendo su cola como un loco, ¿ves? Por eso te duele tanto el pecho y lloras todo el tiempo. ¿Quién no lloraría con un perro feliz moviendo la cola en su pecho? ¡Ay! Tac tac tac tac, eso duele. Pero sólo menean su cola cuando están despiertos. Entonces es cuando dicen: "¡Gracias Jefe! Gracias por dejarme un lugar calentito para dormir y además siempre al lado de tu corazón, el mejor sitio."
Con el tiempo, los perros duermen más y más tiempo, siestas más largas y cada vez duelen menos, aunque, no nos engañemos: pueden despertarse en cualquier momento y empezar a mover la cola con ese tac tac tac que traerá su recuerdo a tu memoria y quizá alguna lágrima a tus ojos...
Con los gatos pasa un poco lo mismo: aunque pueda parecerlo, ellos tampoco mueren. Se quedan dormidos en el corazón de quienes les han querido y allí, cuando están despiertos, amasan y mullen un poco rozando nuestro pecho con la punta de las uñas y eso nos duele. Pero, con el tiempo, van acomodándose y durmiendo siestas confortables y largas: nos duelen menos y su recuerdo nos hace sonreír más porque sabemos que siempre, siempre, siempre estarán calentitos y protegidos dentro de nuestro corazón.
Despedirse, como no puede ser de otra manera, es duro y cuesta y hay que acompañar en el sentimiento al que sufre el dolor de la pérdida. Pero yo lo siento aún más por aquellas personas que no tienen ni gatos ni perros durmiendo en su corazón, porque no les dolerá decir adiós pero en realidad se han perdido mucho en la vida...
¡Buen viaje, Guindi! Espéranos allá donde estés y, mientras llega ese momento, duerme plácida y acurrucada en los corazones que tanto te quisieron.
Con los gatos pasa un poco lo mismo: aunque pueda parecerlo, ellos tampoco mueren. Se quedan dormidos en el corazón de quienes les han querido y allí, cuando están despiertos, amasan y mullen un poco rozando nuestro pecho con la punta de las uñas y eso nos duele. Pero, con el tiempo, van acomodándose y durmiendo siestas confortables y largas: nos duelen menos y su recuerdo nos hace sonreír más porque sabemos que siempre, siempre, siempre estarán calentitos y protegidos dentro de nuestro corazón.
Despedirse, como no puede ser de otra manera, es duro y cuesta y hay que acompañar en el sentimiento al que sufre el dolor de la pérdida. Pero yo lo siento aún más por aquellas personas que no tienen ni gatos ni perros durmiendo en su corazón, porque no les dolerá decir adiós pero en realidad se han perdido mucho en la vida...
¡Buen viaje, Guindi! Espéranos allá donde estés y, mientras llega ese momento, duerme plácida y acurrucada en los corazones que tanto te quisieron.