Nube blanca y nube gris

Pues resulta que, esta mañana, mi humano se ha levantado inspirado y, antes de marcharse al trabajo, le ha dicho a mi humana: "Tenemos en casa dos nubes: la de un día claro y la de un día gris". Como os habréis imaginado, estaba hablando de Noa y de mí, no vayáis a pensar que en casa guardamos cosas raras (Ejem, ejem...) Y que conste que lo de ser una nube, aunque resulta bastante cursi, me hace hasta gracia: debe referirse a que Noa y yo somos esponjosos y suaves (uno más que la otra, evidentemente...) Pero, en el reparto meteorológico, si la nube de día claro es Noíta (por aquello de ser blanca como el algodón), me da en la nariz que a mí me ha quedado el papel de nubarrón de tormenta. Y esto, queridos lectores, ¡demuestra una vez más la mala sombra de mi humano!

¡Nube Gris! ¡En eso me he convertido! ¡Si parece el nombre de algún indio malaje de las praderas! Ya me lo estoy imaginando: "¡Por ahí viene Rumbo Nube Gris! ¡Huyamos antes de que nos alcance!" Y, digo yo, ¿se habrá referido con esta metáfora simplemente al color de mi pelaje o habrá querido insinuar que mi carácter es algo tormentoso? ¡Ains! ¡Este humano va a provocar con sus comentarios que termine en la consulta del etólogo para contarle mis problemas! En fin, me iré a molestar a Noa Nube Blanca un rato, que si yo no tengo un buen día, en esta casa nadie lo va a tener, vamos, ¡faltaría más!... Mmmmm... Esto... Me da a mí que un puntito gris y conflictivo sí que tengo... Pero, ¡ea! Esto es lo que hay, que hoy soy un nubarrón gris. Y quien quiera colores, ¡que se compre un arcoíris!