Muchos humanos que conviven con gatos se quejan a menudo de la afición de sus pequeños por destrozar y mordisquear las plantas de la casa. Al margen de aquellos mininos interesados en la jardinería como yo, la mayoría lo hacen simplemente porque les gusta, les divierte o, incluso, lo necesitan. Y es que para un gato doméstico sin acceso al exterior, las plantas son magníficos y atractivos representantes en maceta del mundo vegetal. Jugosas, tiernas y fresquitas, constituyen un objeto paciente al que pegar, un bufet vegetariano en el que servirse, un elemento perfecto de camuflaje durante las escaramuzas felinas e incluso un purgante natural al que acudir en caso de empacho. Pero esta relación tiene sus riesgos, constituyendo el principal peligro para el gato el hecho de que algunas plantas son tóxicas: por norma general hay que evitar que los felinos tengamos acceso a todas aquellas que tienen savia blanca. (Ya hablamos de este tema hace tiempo. Os dejamos el enlace a De terrazas y jardines porque al final encontraréis un listado de plantas tóxicas)
Si dejamos de lado la mera diversión y nos centramos en la necesidad, resulta que a veces los gatos tenemos que ingerir plantas para purgarnos, especialmente cuando hemos tragado gran cantidad de pelo durante nuestras a veces interminables sesiones de aseo. De ahí que la problemática relación de los felinos con las plantas caseras se agrave durante las épocas de muda(localizadas durante la primavera y el otoño)
Llegados a este punto la pregunta que podemos plantearnos es la siguiente: ¿es posible evitar esta conducta felina? Dicen que quien evita la ocasión, evita el peligro, así que los humanos que no quieran ver sus macetas convertidas en ensaladeras deberían empezar por colocar las plantas lejos del alcance de sus mininos. Otro tema es el de ayudar a los gatos a la hora de evitar las bolas de pelo, proporcionándoles malta extra durante los meses de muda y plantándoles hierba gatera para su consumo (podéis encontrar ambos productos en tiendas especializadas y en grandes superficies) Quizá de esta manera consigamos el equilibrio entre lo gatuno y lo vegetal en nuestras casas, contribuyendo a evitar sustos y algún que otro disgusto.
En la primera foto podéis ver a Elmo, recién llegado a casa, atacando a nuestro, ya por aquel entonces, delicado helecho... En la segunda imagen aparezco yo, disfrutando de mis ricas y tiernas hierbitas. Y es que nosotros dos somos muy aficionados a comer y a destrozar plantas, mientras que a Noa casi ni le interesan. Y a vosotros, queridos lectores, ¿os atrae el mundo vegetal? ¿Tenéis acceso a las plantas de casa? ¿Las mordéis? ¿Las rompéis? ¡No dejéis de contárnoslo!
Nosotros no comemos plantas, jiji, porque en casa no hay ninguna, y cuando las hubo, aunque era Luna la única que las conoció, tampoco le dió por ellas.
ResponderEliminarRonroneos.
Pues mis tres blancos son aficionados a la jardinería, desde escarbar, tiestos, afilarse las uñas en el tronco del almendro, trepar para ver a los pajaritos de cerca, comer los brotes del alpiste que les siembro para que tomen su ración de ensalada verde (dieta mediterránea) jejeje
ResponderEliminarSi, definitivamente Bombón, Princesa y Súper big brother son atraídos por el verde.
Cariños gatunos
Ro
En casa, las plantas están en lugares inaccesibles (aunque, que gato no es capaz de llegar a donde quiere?) sobre todo las de hojas alargadas que son las que más les gustan. Una vez fuera de casa, se transforman. Se convierten en gatos selváticos. Hacen carreras, pegan brincos, le maúllan al aire, a los pájaros (a los que les hacen ojitos), arañan todos los árboles que pueden, comen hierba,... En fin, que a veces, están más tiempo fuera que dentro ;)
ResponderEliminarSaludos de Fredy y Protón, y del resto de personajes de Gatolandia.