Zaragoza, otra forma de hacer las cosas. |
Siempre he sentido que hay gente que odia a los gatos justificando su aversión sin fundamento en un sentir atávico, casi visceral que les impulsa a rechazarnos sin ni siquiera conocernos. Pero aunque esto ha sido (y seguirá siendo) una constante para los felinos, asociados desde tiempos remotos con el lado oscuro de la vida, la verdad es que en los últimos meses el sentimiento de animadversión se ha hecho más patente si cabe, adoptando una forma muy concreta a lo largo y ancho de España: el exterminio masivo de gatos callejeros.
Muchos municipios han planificado y perpetrado en los últimos meses inhumanas campañas de acoso y derribo contra los gatos de la calle alegando que son origen de suciedad, enfermedades, plagas y toda clase de males y sin querer entender con esas cabezas cuadradas que a veces parece que lucen quienes nos gobiernan que sacrificar no sirve para nada: la alta capacidad reproductiva y de supervivencia hará que los grupos de gatos se recuperen en poco tiempo, siendo necesario volver a intervenir y a sacrificar en pocos meses. Y así, una y otra vez en una espiral de sufrimiento sin fin. Yendo más allá, resulta escandaloso que en estas masacres sobre las que muchos ciudadanos prefieren no saber, se invierta más dinero de las arcas municipales que si se controlaran las colonias por el método CES (Captura-Esterilización-Suelta), auténtico futuro para la convivencia equilibrada, humanitaria y pacífica con los gatos urbanos.
En esta línea que apuesta por la muerte, el caso sangrante de la persecución a los gatos de Sevilla, equiparados con cucarachas y ratas por su concejo, está traspasando medios y fronteras en estos días previos a la Navidad, porque al parecer y en opinión de las autoridades, los gatos abandonados no lucen bien junto a los adornos navideños y se ha intensificado su captura, algo que quizá debería conducirnos a reflexionar sobre si estas fechas sirven para ensalzar la paz y el amor entre todos o sólo entre los que decoran y quedan bien... Precisamente, el grupo Brigada Gatuna surgió hace unos meses para tratar de salvar a algunos de los gatos hispalenses, sacándolos de las calles o liberándolos una vez capturados. Pero ya os decimos de antemano que la cosa no pinta nada bien y que aquí aún hay mucha guerra por batallar...
Brigada Gatuna augura una triste Navidad para los gatos de las colonias hispalenses... |
Menos mal que tras una de cal, siempre hay otra de arena y gracias al cielo Zaragoza ha optado por hacer las cosas de otra manera. El proyecto CES de la capital maña va viento en popa y en mayo de este año ya contaba con 450 gatos censados en 31 colonias controladas sanitaria y reproductivamente que basan su éxito en la empatía hacia un animal urbano como el gato, la responsabilidad hacia ellos, la discreción de su labor y la creación de un grupo de voluntarios formados y acreditados para su cometido. En definitiva, todo un modelo a seguir por otras ciudades que llega precedido por sus buenos resultados y que demuestra que más allá de la caza y el sacrificio otras formas y actitudes hacia los gatos son posibles.
Dejándonos de medias tintas, queridos lectores, como veis hemos elegido dos ciudades que representan dos modelos diametralmente opuestos a la hora de afrontar una misma realidad felina: la muerte frente a la vida. Ahora solamente toca elegir qué modo de actuar relegamos al olvido y cuál decidimos perpetuar, porque el poder, mientras los gatos no votemos, está en vuestras manos humanas y las elecciones están a la vuelta de la esquina: así que esta vez sed nuestra voz y tomad en consideración, entre otros temas, la inexistencia de una ley nacional de protección animal fuerte, la permisividad ante el abuso y el maltrato, las multas por alimentar y cuidar animales de la calle, las matanzas municipales de gatos callejeros, las batidas contra perros abandonados, etc. sin dejarlo para otro momento o mirar para otro lado. Porque esto también importa y ya va siendo hora de que quienes se afanan en cobrarnos impuesto se vayan enterando de que a estas alturas del cuento ni todo es lo mismo ni todo vale, ¿o no?
Es que si mal anda la cosa con los animales en España, ya tirando hacia al sur mejor ni ponerse a hablar...
ResponderEliminarEn mi ciudad después de años de pasar olímpicamente del tema, hace un año el "Excelentísimo" decidió ponerse manos a la obra y les compraron unas trampas a los de la perrera y los mandaron a cazar gatos. Como son unos incompetentes van a las colonias donde hay quejas vecinales, las ponen hasta que dejan de caer gatos, claro siempre dejan muchos y a los dos días otra vez la misma historia. Por lo menos no los matan, hasta ahora siempre se han podido ir sacando y ubicando en colonias controladas una vez castrados.
Lo más irónico del asunto es que esas batidas las hacen solo porque algún idiota habra la boca y se queje aunque los demás vecinos esten a favor de los gatos, en cambio luego llamas al Ayuntamiento porque hay baches en la calle o alguna alcantarilla mal colocada provoca accidentes y caídas y no se coscan en hacer nada, en cambio para capturar y matar animales todos son facilidades...
La verdad es que si Zaragoza es el blanco y Sevilla el negro, en medio quedan un montón de tonalidades de grises... Cada pueblo, cada ciudad es un mundo en su relación con los gatos urbanos. Lo importante es que los ciudadanos nos vayamos concienciando de que las cosas bien hechas a la larga son más humanitarias, muchísimo más eficaces (y si nos ponemos peseteros incluso más baratas) Porque a nadie le gusta ver gatos hechos polvo malviviendo debajo de los coches o en descampados mugrientos, dejemos claro que CES es el futuro, aunque tengamos que ir paso a paso.
Eliminar¡Ronroneos, Kira! Y gracias por compartir experiencas extremeñas sobre el tema.
Qué alegría leer noticias como la de la existencia de la colonia zaragozana, es la prueba de que si se quiere se puede, así que sigamos peleando y no nos desanimemos por situaciones tan horribles e incomprensibles como la de Sevilla...
ResponderEliminarLo dicho: una de cal y otra de arena... A ver si poco a poco conseguimos más Zaragozas y menos Sevillas para los gatos en este país, ¿o no?
Eliminar:)
En Vimbodí, un pueblo de mil habitantes de Tarragona, hemos creado un grupo para proteger y vigilar colonias, a las que vamos practicando CES. Cuesta que las mentlidades cerradas de las gentes lo entiendan, pero vamos haciendo. No hay que desnimarse. Si hay dos personas dispuestas a hacer algo algo podrán hacer.
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