Hace algo más de una semana, mi abuela humana por parte de humana presenció una terrible escena. Según nos contó, unas mujeres buscaban desesperadamente a un perro: iban preguntando a la gente que encontraban, describiendo al pequeño que se les había escapado. Alguien les dijo que le había visto pasar por ahí corriendo en dirección a una avenida. Y hacia allí dirigían sus pasos cuando se escuchó el frenazo de un coche: al alcanzar ese punto, las mujeres descubrieron con dolor que el perrillo yacía muerto en la calzada. Fue algo instantáneo. El conductor nada había podido hacer ante un perrete asustado que cruzó sin darse cuenta de que eso era lo último que haría en su vida...
Lamentablemente, atropellos como este se producen cada día en nuestras ciudades y pueblos. Hay muchos perros (y digo perros porque son los que salen de forma habitual) que pasean por las calles junto a sus humanos pero sueltos, siendo necesario un breve segundo de despiste para que ocurra lo peor. Si esto es peligroso, imaginaos los riesgos que entraña la costumbre bastante extendida de permitir que el perro pasee sólo, confiando su seguridad exclusivamente a su instinto canino. Es cierto que muchas veces la salida resulta todo un éxito, pero basta un mal día para que no volvamos a ver a nuestro amigo perruno. Ni siquiera los perros pertrechados con su arnés y su correa se salvan de sufrir accidentes: una mala colocación del collar o arnés puede provocar que el perro se suelte y se escape. También es importante sujetar la correa con firmeza, sin permitir que un tirón del perro la arranque de nuestras manos, porque basta ese instante de descontrol para que ocurra lo peor. Hemos de ser conscientes de que en cada paseo un perro, por bien educado que esté, puede ponerse nervioso o incluso asustarse por muchos motivos, siendo una reacción normal la de correr para escapar del peligro. Si resulta que estaba suelto o logra soltarse y lanzarse a la carrera hay muchas probabilidades de que el desenlace de esa huida frenética no sea demasiado bueno, pudiendo desembocar en el extravío o en la muerte del can en cuestión...
Este tipo de accidentes ocurre y no me baso solamente en el atropello presenciado por mi abuela humana por parte de humana: precisamente ayer mi humana asistió en menos de una hora a la imprudencia de un par de canes que se plantaron en mitad de sendas avenidas durante el tiempo suficiente para ser atropellados (¡menos mal que estamos en agosto y durante este mes el volumen de vehículos circulando por nuestra ciudad se reduce un montón!) Y en cuanto a las desapariciones de perros, sólo hay que ver la cantidad de carteles que adornan el mobiliario urbano que nos rodea: muchos de los protagonistas de las fotos que los ilustran sencillamente echaron a correr un buen día y cuando por fin consiguieron tranquilizarse ya no supieron volver... Así que ¡cuidado con vuestros perros! Porque después del despiste fatídico a veces solamente queda sitio para las lágrimas... Y salir de paseo es estupendo, pero volver a casa después también es importante.
Pobre perrito, morir de esa forma tan violenta..tienes mucha razón los humanos deberían ser más cuidadosos con sus perritos. Que tengan un buen comienzo de semana puuurrrr
ResponderEliminarPobre colega,acabar sus dias asi es muy triste :(...
ResponderEliminarTienes toda la razon del mundo amigo,hay muchos papas que andan con nosotros por la calle y dejan que anden sueltos sin pensar,que un ligero despiste puede tener un desenlace fatal!
A mi a veces durante mi paseo me dejan suelto,pero es porque no andan coches cerca ya que mami siempre anda muy pendiente de mi y su puede haber peligro,ni me sueltan.
Un lameton bien grande amigos arf arf!
Qué penita... estamos totalmente de acuerdo con lo que decís. Es muy importante que nuestros papis nos lleven (bueno, a los perros) bien protegidos y no sueltos por la calle, por mucho que a nosotros nos apetezca ir a nuestro aire.
ResponderEliminarRonroneos.
Qué horror... que le cuesta ala gente llevar el arnés y la correa... :-(
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