La otra noche tuvimos invitados a la hora de la cena. Mis abuelitos y tíos humanos por parte de humana vinieron a casa y ya sabéis que a mí me encantan las celebraciones. Así que ahí estaba yo, en mi salsa, mientras Noíta se abandonaba a un forzoso retiro espiritual y físico en el dormitorio de nuestros humanos. Vamos, que esta pequeñaja no puede presumir de modales porque ni un saludo dedicó a las visitas. ¡Y eso que son de la familia!
La velada fue todo un éxito: comida, conversación, risas y ¡caricias! Un montón de caricias, palmaditas, piropos y cumplidos destinados íntegramente a mí gracias a la falta de educación de Noa. Hay momentos en la vida que son especiales para un gato como yo y ser el protagonista indiscutible de la noche es uno de ellos.
Lo que no me gustó tanto fueron los comentarios jocosos relacionados con el tamaño de mi barriguita... (Ejem, ejem...) Un poco de respeto, que estoy a dieta y palabras como esas pueden hacer mella en la famélica voluntad de uno e impulsarle a ahogar las penas en un cuenco de croquetas bien crujientes... Pero como estoy seguro de que no eran más que bromas sin mala intención, haré como que no escuché nada y seguiré adelante con mi régimen alimenticio... ¡Todo sea por mantener la línea, algo curva, pero línea al fin y al cabo!
Hola Rumbo! que lindo blog tienes, te mando muchos miauuusss ^_^
ResponderEliminarRumbo
ResponderEliminarAinda bem que você não desistiu da dieta. É mesmo necessária??
Boa semana
Thor
A nosotros las visitas no nos molestan demasiado, si son de la familia, sino... mejor esconderse por si acaso, jiji.
ResponderEliminarRonroneos.
A mí tampoco me gsutan mucho las visitas, turban mi paz interior...
ResponderEliminarYo con las visitas me porto francamente mal por que ocupan mi casa sin mi permiso. Ademas se empeñan en llamarme gata y eso no me mola nada de nada.
ResponderEliminarUn par de lametones
Nano