viernes, 12 de junio de 2009

Cuando un amigo se va...

En muchas ocasiones, el abandono de una mascota se enmascara bajo alguna de las excusas tópicas y, por desgracia, bastante típicas que forman parte de un manido y repetitivo listado de pretextos exculpatorios: alergias fingidas, ficticios problemas económicos, falsos comportamientos agresivos por parte del animal,... Cualquier cosa vale a la hora de quitarse de encima al compañero fiel que no entiende que, de repente o, quizá, desde siempre, sobra en una ecuación de resultado incierto... Pero, después de pensarlo mucho, creo que uno de los abandonos tipo más tristes es aquel que se da cuando un humano muere y nadie quiere hacerse cargo de su perro o su gato. De entre todos esos familiares apenados que vociferan ante notario por un pedazo de herencia, nadie es capaz de darse cuenta de que el tesoro más importante de la persona fallecida languidece en un rincón, envuelto por la tristeza y el desconcierto que irradia de su radical cambio de sino. Sin saber muy bien el motivo, ese perro o gato ha pasado de ser la alegría en la vida de alguien a una carga molesta de la que hay que desembarazarse de inmediato.

Los herederos menos compasivos, echarán al animal a la calle sin ningún tipo de reparo. Otros, azuzados por la culpa que emana de los malos actos, buscarán la absolución endosando el perro o gato a una entidad de protección animal lo antes posible: se lavan las manos y pagan de esta manera vil el amor y el cariño que ese animal, ahora roto de dolor en una jaula, dio a aquel que le eligió como compañero durante el tiempo que compartieron. Algunos de estos abandonados se reponen a una situación que no entienden y siguen adelante con la mirada triste y resignada, en busca de una nueva oportunidad, que no siempre llega a tiempo. Otros son derrotados por la pena y se dejan llevar por el dolor y la tristeza hasta que llega el día en el que, más pronto que tarde, su nueva oportunidad se la brinda la muerte.


Historias como estas se repiten cada día en los albergues, refugios y calles de nuestro país y, por eso, cada vez son más las personas precavidas que tratan de dejar bien atados este tipo de asuntos, preparando en vida el cuidado y atención de sus mascotas en el caso de que ellas falten. Para ello, sus deseos a este respecto quedan reflejados en alguna de las cláusulas de su testamento. Quizá, el punto más delicado en estos casos radique en la elección del cuidador que se hará cargo del perro o gato, pues debe ser alguien que esté dispuesto a asumir esa responsabilidad, recibiendo a cambio alguna propiedad o cantidad de dinero a modo de compensación.

Estamos, evidentemente, ante una solución legal que trata de paliar la falta de compasión de aquellos hijos, padres, sobrinos o nietos que no entienden que ese animal, hoy asustado, desconcertado y motivo de discordia, no es un trasto viejo, que fue la ilusión en el día a día de la persona fallecida y que merece un trato, cuanto menos, respetuoso y digno. Como en todo, hay casos y casos, pero lo menos que se puede hacer ante este tipo de situaciones es garantizar al animal o animales implicados un futuro digno, tal y como su humano hubiera deseado, sea con familiares o amigos del finado o con una nueva familia. Y es que, cuando un amigo se va, algo se muere en el alma... Y, para muchos perros y gatos, con el duelo por la pérdida se inicia, además, una dura y tortuosa diáspora que marca el fin de su antigua existencia y, en muchos casos, incluso de su propia vida...

6 comentarios:

  1. Qué cierto es Rumbo... y qué triste que así sea.
    Sólo esperamos que este tipo de situaciones no se den muy amenudo y que poco a poco esos animalitos de compañía de esos humanos fallecidos, tengan una vida digna al lado de algun familiar o amigo que les quiera.

    Ronroneos.

    ResponderEliminar
  2. ¡Lo has escrito tan hermoso, pero que fondo tan triste!
    Es algo que me puede, esos pobres animalit@s que se ven de golpe privad@s del cariño de esa persona que tanto les queria y a veces hasta de su casa.
    Lo he dicho cien veces y no me canso, Amparo llego de esa forma a nuestra casa, su amita era una viejecita y murió en el hospital. Amparo se tiró más de 1 mes o 2 sola en la que habia sido su casa, sola, alguien le ponia de comer (esa parte de su historia no nos la sabemos muy bien).
    Por suerte para Amparo, uno de los hijos de esta señora tenia una vecina "gatera" (alimenta colonias,recoge callejer@s) y rapidamente cuando fueron a vender la casa le "endolsó" a mi Amparín.
    Elena la anunció...y aquí estamos...

    Ahora llevo entre manos un caso sangrante...si me pudieseis ayudar...es una gatita con inmuno, se llama Missi, está en Madrid, el ca... del dueño la ha tirado a la calle al quedarse viudo, sin más. La recogió una vecina pero al ver que tenia inmuno la volvió a echar...lleva no se cuanto tiempo...esa vecina dice que la controla y le da de comer pero no es vida para una gatita delicada, ni para ningun@ pero bueno.
    Le he escrito a una Asociación de Madrid pero no me han contestado, la tenemos puesta en 2 foros... si desde aquí alguien la puede ayudar.
    Ya os he colocado mi rollo.
    Besitos.
    PD:
    querido gatito Rumboso, si ves que no procede poner lo de Missi pues lo quitas, mi Palo y yo es que aprovechamos cualquier huequito posible para intentar buscar esa salida que no encontramos por ningún sitio para l@s que tocan a nuestra puerta.

    ResponderEliminar
  3. Es una pena que haya gente que abandone los animales.

    Saludos

    ResponderEliminar
  4. Qué triste esta entrada, pero qué cierta. Para empezar, es horrible que la gente se deshaga de su mascota como si fuera un juguete viejo. Precisamente por eso porque es una "mascota", la consideran casi un objeto en vez de un amigo o un miembro más de la familia. Porque para mí Merlín y Bombay son eso, mis amigos y mis hijos adoptivos.
    He pesando muchas veces en hacer testamento por ellos y supongo que algún día lo haré porque bueno, ahora sé que hay gente que no los abandonaría, pero en un futuro, quién sabe si ya no estarán esas personas en las que confío.
    Ojalá todo el mundo tuviera un poco más de coranzoncito.
    Un saludo,
    Tanakil.

    ResponderEliminar
  5. ¿Que sucede cuando ellos nos dejan?
    No he hablado de esto con nadie, creo que intento no remover el dolor que me causa la desaparición de mis 2 gatas favoritas: Nena y Maribé.
    Aún no me lo puedo explicar, ¿cómo desaparecieron desde un 4to. Piso?, jamás salían, ¿saltar?, ni en sueños, es muy alto para intentar semejante hazaña. Al volver simplemente Nena no estaba, en diferente ocasión ocurrió lo mismo con Maribé. Salí a buscarlas, ya hace meses de eso y mi vista ya no mira al océano, miro los tejados intentando encontrarlas. Mi reflexión me ha dado para mucho, he llegado a pensar que tal vez tenía demasiado apego a ellas, que hay una lección escondida tras su desaparición... lo cierto es que nadie ha podido llenar el espacio que quedó en mi alma.
    PD.- ambas gatitas las adopté al encontrarlas por la calle, a Maribé la alimenté con gotero, era muy bebé, incapaz de alimentarse sola. Y Nena me siguió hasta casa.

    Nada, Dios me las ha de cuidar dondequiera que estén. ¡Sea!

    Abrazo
    Ro

    ResponderEliminar
  6. Buenas,
    Yo soy voluntaria en una protectora de animales. Historias así son más habituales de lo que quisiéramos, y si eso fuera lo peor... Muchas veces nos llegan heridos, deshidratados, maltratados por quienes un día se comprometieron a quererlos y a cuidarlos. Historias tristes que encogen el corazón a cualquiera (que lo tenga).
    Soy casa de acogida para gatos desde hace más de un año. En ese tiempo he sacado adelante a bebés, a dos adultos ciegos, a varios heridos y otros enfermos, y también he perdido a un pequeñín que me dolió en el alma. El una labor hermosa, y a la vez dura.
    Así como existen el día y la noche, existen los maltratadores y existimos los salvadores. Lo importante es no perder nunca la esperanza.
    Un saludo.
    http://protegeles.wordpress.com/

    ResponderEliminar

Maullidos, ronroneos e incluso bufidos. ¡Este es el lugar adecuado!

----------