jueves, 16 de septiembre de 2010

¿Dónde está el Ratoncito Pérez?

Como ya sabéis los que soléis pasar por nuestra Gatera, hace un par de semanas mi humana me llevó a la clínica veterinaria porque se me movía en exceso uno de esos dientes pequeñitos que tenemos entre los colmillos de la mandíbula inferior. El exagerado vaivén del incisivo no auguraba nada bueno y, efectivamente, en cuanto lo vio mi veterinaria el dictamen fue que lo mejor era sacar la pieza para que no me hiciera más daño en la encía (y es que de tanto moverse, tenía la zona muy enrojecida) Y así, un pequeño tirón terminó con lo que, al parecer, había comenzado con un indeterminado aunque certero buen golpe (Vamos, que en algún momento entre el fin de semana y la revisión de dientes del jueves, me metí un trastazo de categoría. Ejem, ejem...)

Ya sé es que los accidentes ocurren, pero este me ha costado a la tierna edad de seis años uno de mis maravillosos 30 dientes, convirtiéndome en un mellado con todas las letras. Menos mal que los gatos no usamos ni lucimos demasiado los incisivos porque para masticar empleamos los molares y porque, salvo en rarísimas ocasiones, evitamos sonreír por motivos más que obvios si os fijáis un momento en la foto de Noa que acompaña esta entrada. Pequeña e inexperta, fue pillada e inmortalizada en pleno intento de sonrisa felina, siendo el ejemplo perfecto de porqué los gatos no solemos sonreír.

Esta es, a grandes trazos, la historia de mi diente. Poco más hay que añadir al respecto de su pérdida, aunque quiero dedicar un momento a hacer desde este foro una reclamación. Y es que desde la noche del 2 de septiembre estoy esperando pacientemente al conocido como Ratoncito Pérez que debería haber canjeado ya mi pequeño incisivo por un regalo de categoría, consolándome de esa manera después del trance vivido. Pero parece que este roedor ha decidido ignorar mi sufrimiento por motivos que no alcanzo a entender. ¿Será porque soy un gato y a él no le pagan plus de peligrosidad? Pues si esto es así, ya va siendo hora de que el susodicho ratón renegocie sus condiciones laborales, que los felinos también tenemos derecho a sus visitas. ¿O no? En fin...

4 comentarios:

  1. ¡Será ingrato el Pérez ese!

    JAJAJAJAJAJAJAJAJA.

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  2. Quién sabe si el pobre roedor no está en la panza de algún conocido felino ;)

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  3. Igual firmando un pacto de buenas maneras consigues convencerlo para que te deje tu tan merecido presente ;-)

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Maullidos, ronroneos e incluso bufidos. ¡Este es el lugar adecuado!

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