miércoles, 27 de agosto de 2008

En los límites del vandalismo

Muy serios hemos estado últimamente en nuestra Gatera, queridos lectores. Y es que la vida es así: a veces amable, a veces temible, pero sencillamente arrolladora. El caso es que para alegrarnos un poco, hoy hemos decidido presentaros un par de pintadas que, aún hallándose en la frontera del vandalismo callejero, nos han parecido simpáticas por su contenido gatuno.

Genuina e innegable es la felinidad de la primera fotografía que tenemos aquí, combinación de sencillez y elegancia que representa la cara tranquila de un gato de asimétricos ojos y relajados bigotes. ¿No os parece que el espectador es invitado a mirar fijamente esas pupilas rasgadas tan típicas de los mininos? Orejas, ojos y bigotes, no necesitamos nada más para reconocer en esta obra de rápida ejecución a un auténtico gato urbano.

La segunda propuesta que os traemos no contiene con la claridad de la primera los rasgos propios de un felino, a pesar de que la encontramos a unos pasos de la anterior. Los que consiguen ver al gato tras estos trazos reconocen que en este caso los ojos, las orejas y los bigotes han sido reducidos a su mínima expresión, consecuencia quizá del estilo propio del creador que trajo al mundo a este posible felino. ¿Qué opináis vosotros? ¿Será un gato o un simple garabato?

Ambas imágenes se encuentran en la localidad de Santa Pola, provincia de Alicante. Hemos de reconocer que es posible que los lugares elegidos para plasmar a estos mininos no sean los más adecuados (el primero está en una fachada y el segundo en la puerta metálica de un local), pero en esta ocasión hemos decidido ignorar este hecho en pos de la conservación de ambos ejemplares que, como auténticos gatos, han dejado su marca incluso allá donde no debían. Esperamos que este detalle no os haga considerar mal a estos maravillosos mininos urbanos.

sábado, 23 de agosto de 2008

¡Cuidado con los perros!

Hace algo más de una semana, mi abuela humana por parte de humana presenció una terrible escena. Según nos contó, unas mujeres buscaban desesperadamente a un perro: iban preguntando a la gente que encontraban, describiendo al pequeño que se les había escapado. Alguien les dijo que le había visto pasar por ahí corriendo en dirección a una avenida. Y hacia allí dirigían sus pasos cuando se escuchó el frenazo de un coche: al alcanzar ese punto, las mujeres descubrieron con dolor que el perrillo yacía muerto en la calzada. Fue algo instantáneo. El conductor nada había podido hacer ante un perrete asustado que cruzó sin darse cuenta de que eso era lo último que haría en su vida...

Lamentablemente, atropellos como este se producen cada día en nuestras ciudades y pueblos. Hay muchos perros (y digo perros porque son los que salen de forma habitual) que pasean por las calles junto a sus humanos pero sueltos, siendo necesario un breve segundo de despiste para que ocurra lo peor. Si esto es peligroso, imaginaos los riesgos que entraña la costumbre bastante extendida de permitir que el perro pasee sólo, confiando su seguridad exclusivamente a su instinto canino. Es cierto que muchas veces la salida resulta todo un éxito, pero basta un mal día para que no volvamos a ver a nuestro amigo perruno. Ni siquiera los perros pertrechados con su arnés y su correa se salvan de sufrir accidentes: una mala colocación del collar o arnés puede provocar que el perro se suelte y se escape. También es importante sujetar la correa con firmeza, sin permitir que un tirón del perro la arranque de nuestras manos, porque basta ese instante de descontrol para que ocurra lo peor. Hemos de ser conscientes de que en cada paseo un perro, por bien educado que esté, puede ponerse nervioso o incluso asustarse por muchos motivos, siendo una reacción normal la de correr para escapar del peligro. Si resulta que estaba suelto o logra soltarse y lanzarse a la carrera hay muchas probabilidades de que el desenlace de esa huida frenética no sea demasiado bueno, pudiendo desembocar en el extravío o en la muerte del can en cuestión...

Este tipo de accidentes ocurre y no me baso solamente en el atropello presenciado por mi abuela humana por parte de humana: precisamente ayer mi humana asistió en menos de una hora a la imprudencia de un par de canes que se plantaron en mitad de sendas avenidas durante el tiempo suficiente para ser atropellados (¡menos mal que estamos en agosto y durante este mes el volumen de vehículos circulando por nuestra ciudad se reduce un montón!) Y en cuanto a las desapariciones de perros, sólo hay que ver la cantidad de carteles que adornan el mobiliario urbano que nos rodea: muchos de los protagonistas de las fotos que los ilustran sencillamente echaron a correr un buen día y cuando por fin consiguieron tranquilizarse ya no supieron volver... Así que ¡cuidado con vuestros perros! Porque después del despiste fatídico a veces solamente queda sitio para las lágrimas... Y salir de paseo es estupendo, pero volver a casa después también es importante.

martes, 19 de agosto de 2008

El rey de los tejados

Hoy os presento a un gato algo indeciso que cambia de idea dependiendo de la dirección en la que sopla el viento. Y aunque es cierto que la mayoría de los felinos parecemos ser así, de opinión frecuentemente cambiante, os aseguro que en este caso he seleccionado mis palabras no como un recurso de estilo sino para atenerme a la pura realidad, porque nuestro gato es de metal y literalmente se pasa el día gira que te gira hasta que consigue posar su mirada en el lugar que le indican las corrientes de aire... Un auténtico gato equilibrista de oscura silueta y cola erguida que, coronado como innegable rey de los tejados, permanecerá encaramado a las alturas mientras disfrute de las vistas y siempre que logre no marearse demasiado...

Esta veleta tan gatuna se encuentra a las afueras de la ciudad de Alicante y a nosotros nos encantó descubrirla. Esperamos que vosotros, queridos lectores, también la consideréis todo un hallazgo.

sábado, 16 de agosto de 2008

Invitados a cenar

La otra noche tuvimos invitados a la hora de la cena. Mis abuelitos y tíos humanos por parte de humana vinieron a casa y ya sabéis que a mí me encantan las celebraciones. Así que ahí estaba yo, en mi salsa, mientras Noíta se abandonaba a un forzoso retiro espiritual y físico en el dormitorio de nuestros humanos. Vamos, que esta pequeñaja no puede presumir de modales porque ni un saludo dedicó a las visitas. ¡Y eso que son de la familia!

La velada fue todo un éxito: comida, conversación, risas y ¡caricias! Un montón de caricias, palmaditas, piropos y cumplidos destinados íntegramente a mí gracias a la falta de educación de Noa. Hay momentos en la vida que son especiales para un gato como yo y ser el protagonista indiscutible de la noche es uno de ellos.

Lo que no me gustó tanto fueron los comentarios jocosos relacionados con el tamaño de mi barriguita... (Ejem, ejem...) Un poco de respeto, que estoy a dieta y palabras como esas pueden hacer mella en la famélica voluntad de uno e impulsarle a ahogar las penas en un cuenco de croquetas bien crujientes... Pero como estoy seguro de que no eran más que bromas sin mala intención, haré como que no escuché nada y seguiré adelante con mi régimen alimenticio... ¡Todo sea por mantener la línea, algo curva, pero línea al fin y al cabo!

miércoles, 13 de agosto de 2008

La Nit de l'Albà

Esta noche hay fiesta en tierras ilicitanas. Y no se trata de una fiesta cualquiera: os estoy hablando de la Nit de l'Albà, una celebración a base de tracas, petardos, cohetes y carretillas lanzados desde todos los puntos de nuestra ciudad. Se emplean tantos fuegos artificiales que la noche se ilumina y parece volverse amanecer (de ahí viene su nombre) Así que la mayoría de los colegas de cuatro patas que residimos en la zona de Elche vamos a pasar una velada cuanto menos diferente y seguro que aderezada con algún que otro sobresalto gracias a la afición a la polvora y al fuego de muchos de los humanos residentes en la zona levantina. En nuestra casa cerraremos a cal y canto todas las ventanas, pero a pesar de eso el ruido es inevitable. ¡Menos mal que a medianoche terminará todo!


Como no podía ser de otra manera, yo ya tengo un plan para pasar este mal trago. Veréis: la chiquitaja y yo nos cobijaremos en el dormitorio de nuestros humanos, el más recogido y tranquilo de la casa. Y no es que yo tenga miedo, ¡para nada! ¡Si yo soy un valiente! Pero, entendedme, tengo que acompañar a Noa para que ella, que es pequeña y miedica, no se asuste... Ejem, ejem... En fin, os dejo, que tengo que ir a convencer a Noíta de que es hora de que vayamos cogiendo sitio entre los almohadones de la cama y de que me deje estar bien cerquita de ella... Para protegerla, ¿eh?... Ejem, ejem...

martes, 12 de agosto de 2008

Pasado por agua...

¿Os acordáis que hace unos meses comenté que el veterinario había recomendado que tenía que bañarme? Pues la temida terapia se convirtió hace unos días en terrible realidad... El caso es que estaba yo tan tranquilo en mi siesta del domingo cuando noté que mis humanos tramaban algo (y es que eso se nota, ¿eh?) Sin moverme demasiado para que no se percatasen de que estaba despierto, abrí uno de mis ojos para ver si descubría qué era lo que ocurría en casa. ¡Y vaya si me enteré! Sin comerlo ni beberlo, me había convertido en el personaje principal del drama acuático que iba a tener lugar en nuestro cuarto de baño. Todo estaba dispuesto en el improvisado spa y yo acepté mi destino con la resignación típica de las tardes calor. Y debo reconocer que el agua estaba tibia, el jabón no olía del todo mal y las toallas eran mullidas y suaves. Así que, olvidando mis reticencias felinas en contra del líquido elemento, me dejé llevar. Pero ¡horror! Si hubiera sabido cómo iban a dejarme de revuelto el pelaje no hubiese consentido el baño de tan buen grado: ¡horas tardé en colocar cada pelo en su lugar! Menudo trabajo me costó devolverle a mi silueta ese aspecto elegante que el agua y el jabón se encargaron de borrar sin contemplaciones... Os dejo una foto para que veáis con vuestros propios ojos el estropicio: ¡si más que gato, parezco un erizo! Menos mal que en las artes de atusarme soy todo un maestro... Ejem, ejem...

sábado, 9 de agosto de 2008

Una dura realidad

Este mediodía mi humana ha salido como casi todos los sábados para ir a comprar al centro de nuestra ciudad. Al principio pensaba coger el autobús, pero al final ha decidido que sería más agradable dar un paseo. Y así, caminando, caminando, no muy lejos de nuestra casa, se ha encontrado con un perrito. En casa somos gateros al 100% y de perrillos no sabemos demasiado, pero sí lo suficiente para que mi humana se haya dado cuenta de que ese pequeño no estaba bien. Se encontraba tumbado delante de un portal junto a un cacharro de cristal lleno de agua y sin aparentes intenciones de ir a ningún lado. La cabeza baja entre las patas, la mirada triste y su falta de reacción ante las palabras que le dirigía han convencido a mi humana de que debía quedarse para ver si alguien venía a por él. Tres personas que volvían de la compra cargadas de bolsas se han parado a su lado y se han puesto a hablar con mi humana. ¿Estaba abandonado el perro? ¿Qué podían hacer? ¿Estaría herido? Parecía un perro mayor, sin demasiadas fuerzas, que levantaba la cabeza cada vez que un coche paraba delante... Han preguntado a los vecinos que entraban o salían del portal si conocían al perro o si lo habían visto alguna vez, pero nadie ha sabido decirles nada hasta que ha llegado una chica que les ha contado como el perrillo llevaba en el portal desde esa mañana temprano, cuando había sido invitado a bajar desde un coche que, tras apear a su molesto viajero, había seguido su camino sin mirar atrás mientras un niño que iba sentado dentro del vehículo no paraba de llorar... Típico abandono de vacaciones pero esta vez ¡en medio de una avenida en pleno casco urbano! Al escuchar la historia y confirmar las sospechas, uno de los chicos ha llamado a la policía y desde aquí han pasado la llamada a la protectora, donde han anotado los datos de mi humana y han quedado en recoger al desdichado perrito... La gente se ha marchado y mi humana se ha quedado al cargo del perrete de triste mirada. De repente, en un alarde de energía, el perro ha echado a correr y mi humana ha tenido que ir a por él. Ha cruzado una calle con el semáforo en rojo (¡menos mal que no pasaba ningún coche!) y ha continuado con su huida hasta que una pareja le ha detenido y mi humana ha podido cogerle. ¡Y cómo pesaba el pillín! Ya en sus brazos, han vuelto hasta el punto de encuentro con el hombre de la protectora y se han sentado en un banco a esperar. Y a pesar de que mi humana era una completa desconocida, el perro se ha quedado en su regazo. Además de un evidente sobrepeso, a simple vista se notaba que el perrete tenía la boca hecha un desastre, signo quizá de una edad avanzada o de una mala dieta... En unos minutos ha llegado una furgoneta con un gran gato pintado en uno de sus lados: ya estaban allí para recoger al pequeño... Mientras el conductor se hacía cargo del perrillo y lo acomodaba en uno de los transportines que había en la parte trasera del vehículo, mi humana le ha contado lo que ella sabía: que había sido abandonado esa misma mañana... En esas estaban cuando un teléfono ha empezado a sonar. Ante el reclamo insistente del móvil, el hombre ha dicho: "¿Oyes el teléfono? Eso es otro aviso. Es que en verano no damos abasto". De esta manera, la puerta de la furgoneta se ha cerrado ante el protagonista involuntario de nuestra historia a modo de telón... Y mi humana se ha quedado, una vez más, con el corazón encogido, mínima y exigua ante esta avalancha de abandonos crueles y sin conciencia... Una dura realidad que no se esconde ni permanece al margen de nuestras vidas, ¡todo lo contrario! Puede encontrarse con nosotros a la vuelta de cualquier esquina...

¡Mucha suerte, perrito! Ojalá la vida te depare un futuro sin más falsedades ni desengaños...

viernes, 1 de agosto de 2008

¿Qué hacéis estas vacaciones? Encuesta de agosto

Ha llegado el mes de agosto, el mes vacacional por antonomasia. Y lo que queremos descubrir en esta ocasión es cuántos de nuestros lectores de cuatro patas dedican los periodos de descanso a acompañar a sus humanos hasta el fin del mundo. Así que a ver, ¿cuántos aprovecháis las vacaciones para salir de viaje? ¿Cuántos recorréis el mundo de cabo a rabo? ¿Cuántos pernoctáis en hoteles de montaña? ¿Cuántos disfrutáis del apartamento de la playa? Algunos, por el contrario nos quedaremos en nuestra casa, que no todos somos unos viajeros en pos de la aventura, ¿eh? Y si nuestros humanos hacen una escapada, ya se encargarán de que alguien venga a cuidarnos (¡Faltaría más!) Y habrá otros que pasarán los días de vacaciones esperando el regreso de sus humanos alojados en la casa de algún amigo o pariente o en alguna guardería o residencia para animales.

Sea cual sea vuestra situación, queremos conocerla. Así que la pregunta es la siguiente: ¿Qué hacéis estas vacaciones? Podéis encontrar el cuestionario en la columna de la derecha. Y ya sabéis que agradecemos cualquier comentario, anécdota o fotografía que queráis compartir con nosotros. ¡Mucho ánimo y a participar, que cuantos más seamos, más interesantes serán los resultados! Y que quede claro que están invitados a esta encuesta todos aquellos amigos que quieran participar, sin importar si son gatos, perros, conejos, hamsters, hurones, erizos, etc, etc.

¿Nos gusta bañarnos? Resultados de la encuesta de julio.

Sorprendidos nos ha dejado el resultado de la encuesta de julio. Y no se debe nuestro estupor a la mayoría de gatos que nunca se bañan o prefieren evitarlo (dato que nos esperábamos) Ni a esos tres perros que han confesado su afición por el agua. Lo que nos ha dejado los ojos como platos ha sido la cantidad de perros que han confesado no ser demasiado amigos del agua y el jabón. ¡Mira que nosotros pensábamos que eso de los baños era muy canino! A pesar de esto ni uno de los perros participantes se escapa del paso por la bañera, habiendo quedado a cero la opción de "Nunca me bañan" en la encuesta canina. Entre los gatos hay muchos que no se acercan al agua más que para beber, aunque algunos felinos osados aficionados a los baños han animado con su voto la sección gatuna de nuestra consulta. Para no entretenernos, pasamos sin más a resumir los resultados. Y empezamos con el reparto de los 21 votos recogidos en el cuestionario de los gatos.
  • La respuesta "Nunca me bañan. Para lavarme me basto y me sobro" ha recibido 8 votos, acaparando el 38,1% del total y erigiéndose como la opción más votada.
  • Muy cerca de la anterior ha quedado "Me bañan a pesar de que me resisto con uñas y dientes" que ha sido la elegida por 7 participantes y ha concentrado el 33'3% de los votos.
  • "Me es indiferente. Si me bañan está bien y si no también" ha recibido 3 votos, correspondientes al 14,3% del cuestionario gatuno.
  • Y, finalmente, la respuesta "¡Me encanta el agua! ¡Y me encantan los baños!" ha sido la elegida por 3 participantes que suponen otro 14,3%.

Veamos ahora las opiniones que los perros tienen sobre los baños basándonos en los 11 votos que hemos recogido.

  • La opción "Nunca me bañan" ha quedado desierta, pues ni un sólo voto canino ha ido a caer aquí. Les guste o no, los perros y los baños ¡son inseparables!
  • "No me gusta. Me bañan cuando no consigo escaparme" ha recibido 6 votos, que se traducen en un porcentaje del 54,4% y se convierte en la respuesta seleccionada sorprendentemente por la mayoría de los participantes perrunos.
  • La respuesta "Me es indiferente. Si hay que bañarse, me baño" ha sido elegida por 2 participantes, suponiendo de esta manera el 18,2% del total de votos.
  • Y "¡Me encanta! ¡Más que un perro, parezco un pez!" ha recibido un total de 3 votos, representando de esta manera al 27,3% de los canes participantes.

Interesantes datos, ¿eh? Por lo menos los resultados y las conclusiones a las que podemos llegar son de lo más refrescantes. Así, hay gatos a los que les gusta el agua y otros a los que bañan por higiene, por salud o simplemente por tratar de combatir los calores veraniegos. Aunque lo cierto es que un gran número de humanos dejan la limpieza felina en manos (o mejor dicho, en las lenguas) de sus mininos. En cambio, entre los perros ninguno se escapa, a pesar de que a muchos no les gusta la hora del baño: quizá esto se deba a que salen al exterior habitualmente y a que entre sus rutinas diarias no siguen una disciplina de autolimpieza tan estricta como la de cualquier minino. El caso es que estoy seguro de que muchos de estos perros (e incluso gatos) que rechazan la esponja y el jabón, se darían gustosos un baño en circunstancias... digamos... más... vacacionales. Pero comprobémoslo con nuestra próxima encuesta.

¡Gracias a todos los que participasteis con vuestros votos porque hacéis posible que mes a mes esta sección siga adelante!
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