Ayer me convertí en víctima involuntaria de un incidente doméstico derivado de la convivencia felino-humana. Resulta que estaba yo tan pancho tumbado cuan largo soy en mitad del pasillo de casa disfrutando de la oscuridad de la tarde (Mmmmm... Sin comentarios: cosas de gatos) cuando mi humana, que pasaba sin encender la luz, me dio de refilón un ligero puntapié. Que conste que acepto el golpe con resignación (cosas que pasan), pero lo que me fastidia es la sarta de excusas exculpatorias que vino después: que si no me había visto, que si cómo se me ocurría pararme en mitad del pasillo, que si al ser gris era imposible distinguirme en la oscuridad, bla, bla, bla... Vamos, una retahíla de pretextos más o menos originales que, palabra a palabra, terminaron por transformarme de damnificado en culpable en cuestión de un minuto. ¿Será posible? Y es que aquí tendemos a lo fácil y así, en vez de reconocer su descuido, al final siempre consigue que la culpa sea del gato (Total, tiene tres para elegir...)
Esta no es la primera vez que pasa algo así ni, por supuesto, será la última. Y si no que le pregunten a Noa por el día en que casi la aplastan (porque se había escondido sin avisar debajo de las mantas del sofá); o a Elmo por aquella vez que salió literalmente volando (porque saltó sobre la cama sin mirar mientras nuestra humana tiraba hacia atrás de las sábanas ¡Sin palabras...!); o por esas ocasiones en las que alguno de nosotros se ha quedado encerrado en el armario (por entrar sin permiso, ¿cómo no?); o por esos lanzamientos de ratón que han impactado de pleno y sin compasión en alguna de nuestras naricillas (por estar en medio, ¡obvio!) Como veis, una y otra vez la culpa en casa nos toca a los gatos aunque nosotros, que solemos referirnos a esta clase de sucesos como accidentes, tenemos claro que, tal y como decían en la Edad Media, quien se disculpa sin razón (lee esto con atención, querida humana) es por regla general el culpable de la falta: ya sabéis, eso de Excusatio non petita, accusatio manifesta. ¡Elemental, pues! ¡Casos resueltos en virtud del latinajo y felinos exculpados! Pero vamos, quede claro que el mosqueo suele durar poco (lo justo para sacar una foto o dos) y que siempre perdonamos a nuestra humana que, por otro lado, ya se siente bastante mal después de cada uno de estos percances. Aunque, bueno, lo cierto es que en ocasiones quizá Noa, o Elmo o incluso yo sí que tengamos parte de culpa, pero evidentemente poca y sólo a veces, ¿eh?...
Dicho esto sólo me queda añadir que doy gracias por ser gato y traer de serie siete fantásticas vidas, que para convivir con una especie como la vuestra (y en concreto con un ejemplar como nuestra humana) nunca están de más. Y es que la naturaleza es sabia y lo importante es garantizar la supervivencia ¿O no?...
¿Y vosotros, queridos lectores? ¿Sois víctimas eventuales de este tipo de incidentes humano-felinos? ¿Alguna vez os han pillado la colita con una puerta, encerrado en la lavadora o dado un manotazo mientras jugábais? ¿De quién fue la culpa? ¡No dejéis de contarnos!
Mi gato también se tumba en el pasillo, hay veces que mi madre le ha pisado al levantarse por la noche al w.c, y no hay disculpa porque el gato es rubio.También ha sufrido pisotones sin querer porque tiene la manía de cruzarse y luego encima le chillamos,el pobre pensará que encima del dolor me chillan.
ResponderEliminarLo peor que ha pasado fue cuando robó una cabeza de langostino, la llevó al pasillo, mi madre la pisó y se cayó rompiéndose la pierna, la culpa fue del gato y se lo recordamos con un dibujo en la escayola,pero aún así todo lo que haga se lo perdonamos,y todo lo que le hacemos...pues se lo tiene que pensar si nos perdona o no.
La verdad es que mis gatos no han sufrido ningún percance serio, algún pisotón de cola o manotazo involuntario sin mayor importancia. La que creo que algún día se va a romper la crisma soy yo porque siempre están en medio y en una de estas piruetas para esquivarlos me voy a ir al suelo o contra la pared.. y luego a ver quién los cuida!! (y quién me cuida a mi!!)
ResponderEliminarAhora que lo dices, Gema, el caso es que en casa tampoco hemos sufrido (tocamos madera) ningún percance serio causado por la interacción felinos-humanos. ¡Y que siga así!
ResponderEliminarEso sí, lo que se deduce de vuestros comentarios, Anónimo y Gema, es que los que salen peor parados en esto de los accidentes domésticos no son los gatos sino más bien los humanos... ¡Tendremos que reflexionar sobre el asunto!
¡Saludetes gatunos!
jajajaja es que no son lugares para tumbarse señores felinos! a lupe también le di un día a las siete de la mañana porque estaba oscuro y no veía nada de nada pobre...
ResponderEliminarTienes toda la razón, pero siempre estáis en el sitio inadecuado, en el momento inadecuado. Qué no se puede ser tan cotilla!!
ResponderEliminarCuando dominemo sel mundo, puedo prometer y prometo, que estas situaciones cambiarán bastante... ¡muahahahahahahahá!
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