martes, 28 de octubre de 2008

Puertas

Seguro que muchos de vosotros os habéis enfrentado alguna vez a la siguiente situación. Vuestro gato se para delante de una puerta cerrada. Maúlla. Os llama. Rasca. Se pone a dos patas hasta rozar el picaporte. Se sienta. Vuelve a maullar. A estas alturas ya os habéis dado cuenta de que quiere que le abráis, así que allá que vais vosotros, como humanos diligentes para eliminar con un gesto el terrible obstáculo que frena el paso a vuestro felino. Este os mira y en vez de cruzar, decide quedarse donde está. Así que cerráis la puerta. Al momento, vuestro gato vuelve a repetir el archiconocido ritual ante la puerta cerrada: maullidos y roces que os convencen de que tenéis que volver a abrir. Y de nuevo para nada. Al final, después de abrir y cerrar varias veces (el número varía dependiendo de la paciencia de cada humano), decidís que lo mejor es dejar la puerta abierta. Precisamente lo que nosotros queríamos. Porque las puertas cerradas no nos gustan ni un pelo (y de pelos, ¡entendemos un rato!) No nos importa que la puerta sea de una habitación, de la despensa o de un armario, que sea de madera, cristal o aluminio, que se cierre con pomo, picaporte o que sea corredera: si está cerrada, ¡tenemos que abrirla! Y para ello emplearemos nuestros propios medios o la ayuda inducida de nuestros humanos.

A la hora de elegir sus puertas preferidas, algunos gatos siguen criterios temáticos: así, por ejemplo, a Noa le obsesionan los armarios y ya se encarga ella de indicarle a nuestros humanos con sus maullidos y golpes que es hora de dejarlos abiertos de par en par. A mí la que me vuelve loco es la puerta de la calle, aunque a pesar de mis desvelos y de mi dedicación, no consigo nunca que la dejen abierta. Otros gatos se especializan en las puertas según sus cierres y os aseguro que algunos son ciertamente mañosos: yo, por ejemplo, soy un maestro en puertas correderas. Pero hay felinos especializados en picaportes e incluso en pomos. ¡Ver para creer! Otros menos refinados, como la chiquitaja, son duchos en el no siempre eficaz método de empujar con la cabeza. Aquí, ¡cada maestrillo tiene su librillo! Pero quizá la técnica que casi todos los gatos hemos empleado alguna vez es la de la sentada, procedimiento por el que conseguimos lo que queremos invirtiendo el mínimo esfuerzo (Ejem, ejem...)

Sentarse delante de una puerta cerrada es sinónimo de atención. Los humanos nos ven y no importa si has protagonizado escenas similares un millón de veces: siempre vienen a abrir por si en esta ocasión resulta que quieres pasar. Conseguiremos un efecto especialmente emotivo si nos situamos tras una puerta de cristal. ¡Nadie es capaz de resistirse al influjo del gatito desvalido atrapado al otro lado! Hay mininos que para agradecer el gesto que sus humanos han tenido al abrirles la puerta avanzan uno o dos pasos hasta quedar situados justo en medio, impidiendo que puedan volver a cerrar. Este detalle será especialmente apreciado si se trata de la puerta de un balcón o una terraza en esos días de invierno o verano, cuando la calefacción o el aire acondicionado están funcionando en la casa. En nuestra familia, lo de quedarse en medio es una especialidad del tío Salem, que ni va, ni viene, ni deja que cierren: ¡él es así!

Que conste que hay ocasiones en las que pedimos que se nos abra el paso porque necesitamos ir a algún sitio, ¿eh? No os vayáis a pensar que todo en esta vida es llamar la atención y fastidiar. Incluso hay gatos, como la tía Chiqui, que sólo se plantan ante una puerta porque quieren ir al otro lado.

Después de leer esto, queridos lectores, reflexionad un momento y responded a la siguiente pregunta: ¿Cómo calificaríais a vuestros gatos en cuestión de puertas? ¿Auténticos MacGyvers a los que nada se les resiste? ¿Manipuladores activos que por medio de maullidos y arañazos consiguen de vosotros lo que quieren? ¿Pacientes protagonistas de sentadas domésticas? ¿Caminantes que sólo pretenden superar un obstáculo? ¿O refinados cócteles felinos que contienen de todo un poco? ¡Esperamos vuestros comentarios!

6 comentarios:

  1. Pues evrás querido amigo,yo como soy can poco puedo opinar,pero si te puedo decir que hace mi tete.
    Melito,cuando la abu se va a dormir y cierra la puerta del comedor quedandose al otro lado,se sube al sofá y se queda mirando fijamente la puerta,si apsado un rato nadie le presta atención,entonces recurre a un maullido bien largo a lo que entonces mami,sale de su habitación y le abre porque sabe que quiere irse con la abu a dormir (digo mami,porque papi igual le oye maullar pero no le entiende,mami es más observadora y reconoce el maullido de "eh,quiero que me abrais".
    Un saludo con mucho cariño!

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  2. ciertísimo, mi gata Lola (q.e.p.d.) fue una manipuladora, a veces hacía lo de la puerta abierta, pero lo que nos sorprendió fue que aprendió a subir y bajar el pestillo que mantiene la puerta abierta, de esa manera "tocaba" para que le abriéramos, después, me refunfuñaba por haberme tardado.

    A veces se quedaba en el jardí y no quería entrar hasta la madrugada, entonces maullaba hasta despertarnos pero la princesa no quería entrar por la ventana, había que abrirle la puerta!!!

    :)

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  3. Los míos suelen tener todas las puertas abiertas menos las que dan al exterior, claro está; pero cuando cerramos alguna de las habitaciones es cierto que a veces piden entrar. Lo que hace mucho Merlín es rascar en el suelo para intentar hacer un agujero y pasar al otro lado, pero estas baldosas no se lo permiten.
    La puerta de la calle también es un clásico, le encanta que la abra para pegarse una vuelta por la escalera.
    Saludos,
    Tanakil.

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  4. muuuy interesante la entrada rumbo, te felicito...
    La verdad es que me autoclasifico en el cuadro de los que van a la puerta solo cuando quieren salir. Aunque para ser honesta, en mi caso no es necesario tampoco.. y es que he llegado a un extremo con mi ama en que nos comunicamos a la perfeccion, y cuando digo "voy saliendooo" aunque este en la cocina, ella camina cruzando el living hasta puerta de entrada y la abre para que yo salga. muy comodo =3
    ojo, que decir "voy saliendooo" es muy diferente a, "se acabaron las galletas" o "vamos a dormir" o "se esta evaporando el agua!" jaja

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  5. Si que es bueno esto.
    Mis hermanas gatunas cumplen las reglas.
    Amparo si cierran una puerta quiere invariablemente estar al otro lado, ella es así, pero solo un poco porque luego quiere volver al otro lado.
    Mi mami dice que "es un culo de mal asiento" con perdon.
    Minoni era muy suya y cuando queria pasar maullaba flojito y habia que dejar pista ancha y rendirle pleitesia pues para eso era la jefa ( Minoni,siempre estas en nuestro corazón).
    Y ahora Minima (que cosas, se parece su nombre a Minoni y es chiquitina y todo)como es tambien parlanchinona como Amparo, pues maulla para que le abras, pero pasa, no se queda marcando paquete. Se ve que de momento se comprta.
    Por cierto bonito gato Rumboso ¿y si un dia hablas de l@s gat@s parlanchines?. Mi mami dice que las dos más charraoras nos han tocado a nosotr@s porque van todo el dia "marramia, mmarramiau", se llaman, y se cuentan sus cosas...me tienen la cabeza loca, yo que soy una galguita tan callada...

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  6. Sin duda, yo Luna, me considero MacGyver, jiji, porque soy capaz con mi patita de abrir puertas correderas de armarios, cajones pesados, cerrar puertas empujando y abrirlas poquito a poco...
    Por eso mami ha decidido ponerme unas cosas raras para que no pueda abrir los cajones, que esta mañana he vuelto a abrir uno donde no puso esa cosa, jiji. ¡Me lo he pasado pipa tirando al suelo los auriculares de su mp3!

    Ronroneos.
    Luna

    P.D: Zeus es más torpón para estas cosas. No abre cajones ni puertas, símplemente sabe empujar con la cabeza si acaso.

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Maullidos, ronroneos e incluso bufidos. ¡Este es el lugar adecuado!

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