jueves, 14 de octubre de 2010

El gato negro

Tras un marcado paréntesis, retomamos por fin la sección más literaria de nuestra Gatera para presentaros, queridos lectores, un relato corto de fama mundial recorrido de principio a fin por pisadas felinas. Se trata de El gato negro, cuento de terror escrito por el autor estadounidense Edgar Allan Poe en la primera mitad del siglo XIX. Supongo que casi todos lo conoceréis y reconoceréis el argumento: un matrimonio que convive con un gato negro llamado Plutón, un marido que llevado por la bebida se torna agresivo con su mujer y que termina asesinando al felino, un segundo gato que entra en la vida del matrimonio y... Creo que hasta aquí es hasta donde podemos llegar sin destripar la historia a aquellos que aún no la hayan leído. Pero no queremos cerrar nuestra recomendación sin reproducir unos párrafos de este cuento espeluznante en el que la perversidad y la culpa quedan perfectamente entrelazadas hasta alcanzar un desenlace que a nadie puede dejar indiferente...

El gato negro

Una noche en que borracho a medias, me hallaba en una taberna más que infame, reclamó mi atención algo negro posado sobre uno de los enormes toneles de ginebra que constituían el principal mobiliario del lugar. Durante algunos minutos había estado mirando dicho tonel y me sorprendió no haber advertido antes la presencia de la mancha negra en lo alto. Me aproximé y la toqué con la mano. Era un gato negro muy grande, tan grande como Plutón y absolutamente igual a este, salvo un detalle, Plutón no tenía el menor pelo blanco en el cuerpo, mientras este gato mostraba una vasta aunque indefinida mancha blanca que le cubría casi todo el pecho.

Al sentirse acariciado se enderezó prontamente, ronroneando con fuerza, se frotó contra mi mano y pareció encantado de mis atenciones. Acababa, pues, de encontrar el animal que precisamente andaba buscando. De inmediato, propuse su compra al tabernero, pero me contestó que el animal no era suyo y que jamás lo había visto antes ni sabía nada de él.

Continué acariciando al gato y, cuando me disponía a volver a casa, el animal pareció dispuesto a acompañarme. Le permití que lo hiciera, deteniéndome una y otra vez para inclinarme y acariciarlo. Cuando estuvo en casa, se acostumbró a ella de inmediato y se convirtió en el gran favorito de mi mujer.

POE, E. A., El gato negro.

Si queréis descubrir qué le depara el autor a este segundo gato y a los protagonistas humanos de la historia, no dejéis de asomaros a este relato que, aunque clásico y aparentemente desfasado, os sorprenderá por muchos motivos. Y si por casualidad os creéis inmunes al poder sugestivo de la narrativa decimonónica de Poe, os recomendamos la lectura de esta y otras de sus obras a la luz de una vela en una noche de tormenta... (Ejem, ejem...)

1 comentario:

  1. Siempre he tenido pendiente leer ese libro... creo que me has animado!! ya te contaré!!

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Maullidos, ronroneos e incluso bufidos. ¡Este es el lugar adecuado!

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