miércoles, 26 de diciembre de 2007

Mi calcetín...


Pues al final resultó que mi calcetín era el más pequeño... ¡Menuda decepción! ¡Hasta el de Noa es más grande! Eso sí, el de la chiquitaja lleva una especie de bruja como adorno y no cabe duda: eso sólo le pega a ella... Al menos alguno de los enanos de rojo del barrio se debió colar en mitad de la noche en casa y nos dejó varios regalos: una bolsa de chuches gatunas, un bote de malta de queso (¡Puaj!, ¡Malta! Debe ser para la enana...) y dos ratones de peluche de los cuales el mío, que era gris, ya ha sucumbido a mis garras (vamos, que lo he destrozado) Ahora tendré que quitarle a Noa el suyo para romperlo también... Si ella no juega, alguien tendrá que aprovecharlo, ¿no?

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