lunes, 31 de diciembre de 2007

Nochevieja

Hoy se termina el 2007 y sólo nos queda esperar a todas esas novedades que nos traerá el 2008.

¡FELIZ NOCHEVIEJA Y FELIZ AÑO NUEVO!

¡Espero que paséis una feliz noche!

viernes, 28 de diciembre de 2007

Delicatessen

Que los gatos somos unos pequeños gourmets, no es ningún secreto. Siempre que podemos, comemos lo que nos gusta cuando nos apetece y en la cantidad que necesitamos. Ni más ni menos. Esto hace que tengamos fama de sibaritas caprichosos capaces de hacer cualquier cosa con tal de conseguir lo que queremos. ¡Tonterías! No creo que sea para tanto. La realidad queda muy bien definida en la siguiente frase:
"Un gato no es exigente mientras usted recuerde que le gusta beber la leche en el plato rosa y comer el pescado en el plato azul, de donde lo sacará para saborearlo en el suelo"
(Arthur Bridges)
¡Vaaaale! Quizá seamos un poco maniáticos, lo reconozco... Pero lo cierto es que el tema de la nutrición y las dietas lo llevamos mejor que muchos humanos. Salvo casos excepcionales de gatos obesos (¡creo que actualmente el Guiness lo ostenta un gato que ronda los 20 kilos!), los mininos sabemos controlar lo que comemos para aportar a nuestros cuerpos sólo lo que necesitan. Los humanos, en cambio, no. Y es precisamente la convivencia gato-humano la que provoca que tengamos acceso a delicias y chucherías extremadamente apetecibles que nos hacen picar una y otra vez, fomentando las gorduras y las carnes fofas entre los de mi especie (para entender esto sólo hay que ver a Noíta...) Un ejemplo evidente son las comilonas que los humanos celebran en estas fechas. Algunos de nosotros, por tratar de agradar (Ejem, ejem...), nos unimos al banquete mostrando cierto interés por las gambitas, el fiambre o el pescado, miembros de ese desfile de manjares puesto a nuestro alcance: sólo hay que estirar la pata y ¡zas!, coger lo que se pueda. Muchas veces son los propios humanos quienes nos ofrecen... Claro, la tentación es fuerte, el espíritu débil y al final ¡caemos! Pero, ¿de quién es la culpa? ¿Del inocente gatito que se acerca como si nada a las viandas o del humano que te las pone en bandeja? Mmmmmmmm... Difícil dilema... Creo que iré a la cocina a comer algo, a ver si con el estómago lleno se me ocurre la respuesta...

jueves, 27 de diciembre de 2007

Me he quedado sin palabras...

Me he quedado sin palabras cuando he entrado esta mañana en el blog y he visto en la encuesta el voto de alguien a quien no le gustan los gatos: entiendo que la democracia manda, pero no puedo dejar de sentir una punzada de dolor en mi corazoncito gatuno... ¡Ay, qué pena más grande!

miércoles, 26 de diciembre de 2007

Mi calcetín...


Pues al final resultó que mi calcetín era el más pequeño... ¡Menuda decepción! ¡Hasta el de Noa es más grande! Eso sí, el de la chiquitaja lleva una especie de bruja como adorno y no cabe duda: eso sólo le pega a ella... Al menos alguno de los enanos de rojo del barrio se debió colar en mitad de la noche en casa y nos dejó varios regalos: una bolsa de chuches gatunas, un bote de malta de queso (¡Puaj!, ¡Malta! Debe ser para la enana...) y dos ratones de peluche de los cuales el mío, que era gris, ya ha sucumbido a mis garras (vamos, que lo he destrozado) Ahora tendré que quitarle a Noa el suyo para romperlo también... Si ella no juega, alguien tendrá que aprovecharlo, ¿no?

lunes, 24 de diciembre de 2007

Nochebuena

domingo, 23 de diciembre de 2007

Sin que sirva de precedente...

Anoche hubo reunión de humanos en mi casa a la hora de la cena. A mí me parece genial, porque es bueno que ellos tengan sus distracciones y, de paso, me traen público potencial al que sorprender con mis trucos y con mi saber estar: las visitas siempre sucumben a mi elegancia y a mis mil y una monerías... El caso es que en esta ocasión (y sin que sirva de precedente) les voy a dedicar unas palabras de agradecimiento a todos los amigos de mis humanos por la atención prestada, por los achuchones, por los mimos y por los innumerables "Guapo" con los que me elogiaron, destacando entre todos ellos a mi tía humana por parte de humana porque fue la única que me hizo caso hasta el final y dedicó su tiempo a jugar conmigo a la caza del plumero aún cuando la fiesta ya había perdido bastante de la energía inicial. Y por eso ahí va este:

¡MUCHAS GRACIAS!

viernes, 21 de diciembre de 2007

Labores domésticas

Aquellos lectores que puedan pensar que los gatos somos perezosos y remolones están muy equivocados. En realidad, nosotros somos la mar de hacendosos y siempre estamos dispuestos a echar una mano en la casa con esas tareas domésticas que tan de cabeza traen a nuestros humanos. Y si alguien no me cree, que le pregunte a cualquiera que conviva con un minino casero:
  • ¿Dónde está el gato cuando se está haciendo la cama? Pues ayudando a airear las sábanas, recolocando los almohadones o saltando sobre el colchón para dejarlo bien mullido...
  • ¿Y si se está cocinando? Pues el gato estará vigilando que los ingredientes estén en un estado óptimo de conservación o subiéndose a la encimera para comprobar que la comida esté en su punto de sal... (A mí de la cocina lo que más me gusta es inspeccionar que lo que se saca del congelador es producto de primera: sobre todo si se trata de ricas gambitas... ¡Mmmmmm! ¡Se me hace la boca agua!)
  • ¿Qué está haciendo vuestro gato mientras limpiáis? Pues si estáis pasando la mopa, el gato tratará de indicaros el camino a seguir. Si lo que hacéis es pasar la fregona, seguramente estará controlando el agua del cubo (en esto, Noa es una experta: un día cuando era pequeñaja, estaba tan entregada a su labor que, sin darse cuenta, se cayó dentro y se caló enterita...) Personalmente, yo prefiero ayudar con el plumero: cada vez que van a usarlo, lo inspecciono a fondo, colocando "delicadamente" con mis garritas cada pluma en su lugar... Eso sí, el aspirador no nos gusta lo más mínimo. ¡Los gatos somos más de escoba y de recogedor! Además de revisar los utensilios de limpieza, los felinos domésticos somos expertos en colar cosas debajo de los muebles más voluminosos y en localizar las pelusas más grandes para sacarlas a la vista, recordándoos de esta manera que también hay que limpiar en estas zonas de difícil acceso: ¡eso es dedicación y lo demás son tonterías!
  • ¿A qué se dedica el gato mientras laváis la ropa? Un minino casero que se precie se meterá en la lavadora o la secadora para supervisar de cerca el resultado de la colada: ¡los controles de calidad son fundamentales! Tras comprobar que todo esté impecable y seco, se dedicará a colocar los armarios y los cajones, porque a veces los humanos sois un poco caóticos: pero no importa porque ahí estamos nosotros para organizar vuestras prendas de vestir con gran esmero; nadie mejor para esto que la pequeña Chiqui, que cada día se ocupa de ordenar las camisetas, los pantalones y los jerseys de mis abuelitos humanos...
Sirvan estas notas como prueba de lo atareados que estamos casi siempre, ocupados en haceros la vida mucho más fácil... Así que a partir de ahora, cada vez que nos veáis cerrar los ojitos para reposar, tened en cuenta el duro trabajo que seguro que hemos estado realizando y permitidnos disfrutar bien tranquilos de nuestro merecido descanso (Ejem, ejem...)

jueves, 20 de diciembre de 2007

Gateau, el gato que estuvo en las Cruzadas

Érase una vez, un gato llamado Gateau que viajó desde Francia a Tierra Santa para acompañar a su humano en la Primera Cruzada ¡y volvió para contarlo! Seguro que esta aventura le llevó a gastar alguna de sus siete vidas... El caso es que el duque Guillermo IX de Aquitania adoraba a su compañero gatuno y no pudo resistirse a llevarlo consigo cuando le tocó partir para cumplir con sus obligaciones militares allá por el año 1101. Esta relación humano-gato era poco usual en aquella época, pues los caballeros medievales no solían ver con buenos ojos a unos animales que estaban asociados tan a menudo con el diablo y la brujería. Por suerte, el duque Guillermo no pensaba así: en su castillo siempre había convivido con gatos rechonchos, bien cuidados y felices; y, de todos, el favorito fue su pequeño Gateau (porque no me conoció a mí...) En el año 1102, después de vivir innumerables aventuras, humano y gato regresaron a su tierra; la simpatía del minino hizo que Gateau volviera cargado de presentes de todo tipo, que incluían a una compañera gatuna de raza persa y de pelo negro que se convirtió en una de sus favoritas y con la que tuvo gran cantidad de gatitos. Gateau murió de viejo tal día como hoy del año 1119, entristeciendo profundamente las fiestas navideñas del duque, que jamás volvió a encontrar un compañero como el felino viajero... Prueba del amor y respeto que sintió este humano por sus gatos son versos como los siguientes:

"Cuando la elegancia quiso existir,
se vistió de uñas, pelo y bigotes
y se hizo gato"

Si queréis saber más sobre este tema, os recomendamos leer los siguientes artículos:
RUIZ DE RÍOS, C., "Gateau, el gato que se fue en una cruzada", en http://www.milgatos.com/
RUIZ DE RÍOS, C., "Animales con roles humanos", en http://www.conciencia-animal.cl/

miércoles, 19 de diciembre de 2007

¡Salem está mejor!

¡Menuda cabeza la mía! Ayer os estuve hablando de enfermos y se me olvidó comentaros una buena noticia: ¡el tío Salem está mucho mejor! Sus analíticas ya son prácticamente normales. Y eso es genial, porque lo de estar pachucho no es nada agradable: te sientes mal, tus humanos se preocupan, te llevan al veterinario, te pinchan, te dan medicinas,... ¡Puaj, un horror! Ahora sólo es necesario que el paciente siga una dieta bastante estricta para lograr que la recuperación sea completa... Salem, amigo, siento que no puedas disfrutar de las golosinas navideñas, pero anímate, que yo, para compensar, haré un soberano esfuerzo y comeré langostinos por los dos. Todo sea por ayudarte... Ejem, ejem...

martes, 18 de diciembre de 2007

Pelos

Últimamente, mis humanos están en baja forma: será la edad, que no perdona. Por eso y también a causa del intenso frío que nos acompaña desde hace unos días, los dos se han puesto enfermos. Nada grave, simplemente están acatarrados. ¡Ay! ¡Humanos! Pero, a raíz de esto, mi pregunta es la siguiente: ¿cómo se puede vivir sin pelo en el cuerpo?

Gracias al calorcito proporcionado por nuestros suaves pelajes, Noa y yo estamos como dos rosas (por supuesto yo mejor y más hermoso que la chiquitaja... Ejem, ejem...) Pero el caso es que en temas de pelos gatunos las opciones son múltiples, llegando incluso a existir ¡gatos pelones! Sí, señores, gatitos calvos, sin un pelo de tontos pero que deben pasar unos inviernos que no los quisiera yo para mí... (¡Brrrrrrrr! Sólo de pensarlo, me entra la tiritona...) Por otro lado, a modo de compensación frente a la alopecia del grupo anterior, tenemos a los gatos de pelo largo, para los que el cuidado del pelaje es fundamental: cepillos y peines son componentes básicos de sus ajuares. El tío Salem es miembro de este selecto club de gatos pomposos, con largas melenas al viento y con abono periódico en la peluquería. Finalmente, quedamos los gatos de pelo corto, grupo ciertamente extenso que se encuentra a medio camino entre los calvos y los melenudos. Noa, Chiqui y yo somos representantes de este grupo (eso sí, algunos con más elegancia que otros... Ejem, ejem...)

Además de la cantidad o la longitud del pelo, otro aspecto a tener en cuenta a la hora de hablar de pelajes es el tema del color, pues la diversidad de tonos y combinaciones es impresionante. Algunos diseños son más atrevidos y otros más conservadores: yo, por ejemplo, opté por el traje gris, válido para cualquier ocasión (¡en el fondo soy un clásico!) aunque hay gatos más osados que lucen estampados geométricos o diseños a rayas por el cuerpo. ¡Allá cada cual!

Lo hasta aquí expuesto demuestra que si en la variedad está el gusto, en cuestión de pelos no nos podemos quejar. Pero, a pesar de todo, voy a ver si encuentro un rincón calentito para echar una cabezadita, no vaya a ser que yo también me acatarre y entonces sí que íbamos a estar buenos...

lunes, 17 de diciembre de 2007

Nuevas secciones

Aprovecho que es lunes y comienza la semana para presentaros unas secciones nuevas en mi blog. En primer lugar, debo referirme a la creación del espacio La encuesta del mes. Ahí os plantearé preguntas de temática gatunera a las que podréis contestar eligiendo alguna de las respuestas propuestas. Para empezar, hemos seleccionado una cuestión bastante facilita: "¿Te gustan los gatos?" (Espero que el sí sea mayoritario o, mejor aún, ¡unánime!) ¡Ánimo, que tenéis hasta el día 31 de diciembre!

Otra sección que he añadido es la de Frases con gato encerrado, colección de dichos, refranes y pensamientos en los que los gatos son partícipes de una manera u otra. Periódicamente, alguna de estas frases cobrará un protagonismo especial al ser incluida en el apartado Frase destacada. Estoy seguro de que os resultarán interesantes, instructivas e, incluso, divertidas. ¡A ver cuántas conseguimos reunir! Seguro que nos sorprendemos...

viernes, 14 de diciembre de 2007

Chiqui

El otro día comencé a presentaros a los miembros gatunos de mi familia y, siguiendo con esta labor, hoy le toca el turno a Chiqui, una hermana mayor de Noa (entiéndase de una camada anterior) que vive como gata única con mis abuelitos humanos por parte de humana (¡Los árboles genealógicos gatuno-humanos a veces son la mar de complicados!) Comparte con ellos un piso amplio con patio y terraza: vamos, que espacio no le falta. Esta linda gatita luce en su pelaje un estampado modelo vaquita, con sus manchas negras sobre blanco y, a pesar de ser de tamaño pequeño (puede que de ahí venga su nombre), tiene una energía imparable, siempre saltando de acá para allá. ¡No está quieta ni cuando duerme! Al margen de sus propios genes, que la convierten en una gata un pelín hiperactiva, es el entrenamiento que recibe cada noche con ayuda de mi abuelito humano el que intensifica esa actitud juguetona e incansable... ¡Os aseguro que con ese método gimnástico cualquiera mantiene la línea! En cuanto a su carácter, según mi modesta opinión, es una gata buena pero bastante gruñona: que me lo digan a mí, que el día que nos conocimos ¡no paró de bufarme! Eso sí, si le dejas un poco de tiempo, se le pasa la mala leche, aunque como la primera impresión es la que cuenta, ¡esta gatina te deja marcado para siempre!

jueves, 13 de diciembre de 2007

¿Quién le pone el cascabel al gato?

El cascabel constituye la base de una controvertida cuestión entre los colectivos gatunos. Asociado desde tiempos inmemoriales a los gatos, este sonoro artilugio no tenía mayor finalidad que la de permitir localizar por medio de su tintineo al felino defensor de los silos y de las despensas. En la actualidad, esta bolita sonora constituye, en la mayoría de los casos, un elemento puramente decorativo, siendo muchos los humanos que se oponen a su uso en defensa de la tranquilidad y el sigilo de los mininos caseros.

En paralelo a su propósito real, existe una vinculación de sesgo más artístico entre los gatos y los cascabeles (ahora es cuando demuestro lo leído que soy...) que parece tener su origen en un cuento popular del siglo XIV en el que se narra la historia de un grupo de ratones que vivían atemorizados por un felino: ante tamaña amenaza, deciden que lo mejor es colocarle un cascabel (Je,je...) El dilema que surge es el siguiente “¿Quién le pone el cascabel al gato?” Evidentemente, la cuestión no tiene fácil solución, porque ninguno de esos diminutos roedores quería estar cerca de su asesino potencial (y que nos disculpe la comunidad ratonera del mundo, porque nuestros ataques incesantes no son resultado de la malicia: se trata de simple e incontrolable instinto...)

Otros escritores humanos retomaron siglos después esta escena de los ratones en pleno debate, aunque el final siempre fue el mismo. Ningún osado ratón se atrevió a acercarse al gato hasta que versiones más recientes de la historia consiguieron que los roedores vencieran a causa de ciertas imposiciones propias de una época "políticamente correcta": ¡pura ciencia-ficción! Tonterías aparte, el caso es que la expresión humana “Ponerle el cascabel al gato” ha quedado irremediablemente asociada a acciones peligrosas y complicadas que alguien tiene que acometer, reflejándose magistralmente su significado en versos como los siguientes:

Juntáronse los ratones,
para librarse del gato,
y después de un largo rato
de disputas y opiniones,
dijeron que acertarían
en ponerle un cascabel;
que, andando el gato con él,
librarse mejor podían.
Salió un ratón barbicano,
colilargo, hociquirromo,
y encrespando el grueso lomo,
dijo al senado romano,
después de hablar culto un rato:
“¿Quién de todos ha de ser
el que se atreva a poner
ese cascabel al gato?


Lope de Vega. Siglo XVII.

miércoles, 12 de diciembre de 2007

Decoración Navideña (2ª parte)

Pues sí, queridos lectores. Mis humanos ya han terminado de adornar mi casa. No ha quedado demasiado mal: un árbol de mentira en el salón, muchos peluches, muchas cintas, muchos cascabeles... ¡Lo normal! Yo me he mostrado indiferente durante toda la operación, fingiendo que dormía... ¡Y que conste que he dicho fingiendo! No podía demostrar abiertamente la emoción que me producen todas esas cositas relucientes y brillantes... Además, ya tendré tiempo de sobra para rematar ciertos detalles: se tira esto, se quita aquello y ¡asunto resuelto! Que los gatos tenemos un sentido estético exquisito y lo arreglamos todo en un visto y no visto. Eso sí, mejor cuando mis humanos no miren, que parece que se molestan un poco cuando me apoyo "suavemente" en el arbolito para "retocar" la decoración (Ejem, ejem...)

Si os soy sincero, lo cierto es que no es un simple afán de mejora lo que me impulsa de vez en cuando a abalanzarme sobre alguno de los adornos... Puedo añadir en mi defensa que son esos muñecos y estrellas los que me incitan a cometer el supuesto delito, porque los veo ahí, colgando de las ramas, balanceándose a mi paso... ¡Provocadores! Aunque, bien pensado, mis intervenciones customizadoras permiten que nuestro árbol sea totalmente original... ¿Qué más se puede pedir?

Nada, nada... ¡Ahora mismo me voy para el salón a dejar el árbol precioso! Del belén ya me encargaré otro día...

Decoración Navideña


Esta mañana hay mucho jaleo en mi casa. Parece que mis humanos se han vuelto locos y han decidido cambiar la decoración: ¡la Navidad ha llamado a nuestra puerta! Así que me espera trabajo, porque tendré que estar supervisando lo que hacen, a ver qué tal lo dejan todo.

Luego os cuento...

martes, 11 de diciembre de 2007

¿Dioses o demonios?

La relación del gato con los humanos ha sido cambiante a lo largo de los siglos, cual veleta que gira siguiendo el viento. Ha habido épocas de la historia, como hace mucho tiempo en el Antiguo Egipto, en las que los gatos hemos sido adorados como dioses, quedando instalados en los altares a cambio de nuestro exquisito saber estar y de hacer algo que realmente sabemos hacer muy bien: cazar serpientes, ratones y otras alimañas. Etapas de existencia cómoda y regalada junto a los humanos como la descrita dieron paso en muchas ocasiones a periodos de persecución en los que el gato fue considerado un auténtico diablo sin otra posibilidad de redención que la tortura y la muerte: en la Edad Media nuestro amor por la noche y nuestra vinculación frecuente con mujeres sospechosas de ejercer las artes oscuras no nos trajeron nada bueno (¡Pero que conste que nosotros siempre nos arrimamos a buenas personas!)

Si nuestra convivencia con los humanos a lo largo de los siglos ha avanzado de esta manera (pasito para adelante, pasito para atrás...), en la actualidad el panorama al que nos enfrentamos es la división del mundo entre aquellas personas que están a favor de los gatos y esas otras a quienes la simple presencia de un felino les provoca cuanto menos cierto repelús. No nos vayamos a creer que todo el monte es orégano, pues hay muchos humanos que no están hechos para los gatos, al tiempo que hay muchos gatos que no están hechos para las personas. Esto es así y difícilmente podrá cambiar. Es más, jamás hay que forzarlo a cambiar, pues el resultado serán relaciones fallidas y rupturas dolorosas... En un término medio estamos esos gatos y esos humanos que, aceptando nuestras rarezas y nuestras manías, decidimos compartir nuestras vidas, pase lo que pase y le pese a quién le pese, luchando, a veces contra viento y marea, para que nuestra convivencia llegue a buen puerto. Porque (y si lo pensáis, veréis que tengo razón...) nosotros a veces somos un misterio para vosotros (es nuestra naturaleza...), pero vosotros tampoco dejáis de ser una cajita de sorpresas. ¡Ay, si los gatos habláramos! ¡La cantidad de cosas que os podríamos contar! Menos mal que he llegado yo... Ejem, ejem...

Pero dejémonos de rodeos, queridos lectores. Es hora de reflexionar y de contestar esta sencilla pregunta: ¿cómo es, en vuestra opinión, un gato? ¿Divino o demoniaco?

viernes, 7 de diciembre de 2007

¡No somos juguetes!

Permitidme ahora que me ponga un poco serio para dedicar unas palabras a reflexionar sobre un asunto muy grave que afecta a montones de animales cada año: el abandono.

Hay muchas asociaciones que trabajan incansablemente para conseguir reducir la cantidad de mascotas que por irresponsabilidad, ignorancia o simple mala fe, son puestas un buen día de patitas en la calle. Una manera de luchar contra esta lacra es evitar que la gente nos trate como si fuésemos juguetes, porque nosotros sí sufrimos... Yo mismo llegué a la casa que hoy es mi hogar desde un albergue. Algún día os hablaré de este episodio de mi vida, aunque os aseguro que no es una experiencia que me guste recordar...

Lamentablemente, muchos colegas de cuatro patas lo estarán pasando mal en estos momentos. Por eso, queridos lectores, con este mensaje os pido que antes de dar un mal paso os paréis a pensar y optéis por ser responsables: ¡no regaléis seres vivos! De esta manera puede que una brizna de esperanza llegue a cruzarse en la vida de tantos y tantos animalillos callejeros que jamás pensaron que terminarían así...

La leche

La imagen de un lindo gatito relamiéndose tras tomarse un platito de leche tibia es un tópico gatuno extendido a lo largo y ancho del mundo. Esta idílica estampa poco tiene que ver con la realidad. Los gatos que no conviven con humanos sólo tienen acceso a la leche cuando son cachorros; es más, creo que los humanos sois los únicos seres que siguen tomando leche aún siendo adultos. Pero, por si esto fuera poco, lo cierto es que mucha de la leche que tomáis, que suele ser de vaca, a la mayoría de los gatos nos sienta fatal, provocándonos unos retortijones y unos dolores de barriga que mejor ni os cuento. A pesar de esto, hay mininos que se la beben: unos, por desconocimiento al no haberla probado nunca (os aseguro que la experiencia, si es de las malas, no se olvida...) y otros por ser golosos y sin demasiada voluntad. El mensaje que quiero lanzar es que una convicción errónea provoca que, sin mala intención pero también sin demasiado acierto, muchos humanos se esmeren para que tomemos leche como si fuese una delicatessen...

A mí personalmente no me va, que para gustos se hicieron los colores y yo prefiero mil veces un buen langostino antes que esta bebida blancuzca, pero debo reconocer que convivo con una gata adicta que no perdona su cuenco diario... Por este motivo, nuestros humanos compran unos paquetes de leche especialmente formulada para que a los gatitos viciosos como Noa no les siente mal. Sabed que este producto existe, así que si queréis dar leche a vuestros compañeros gatunos, que no sea de vaca, por favor, que la intolerancia a la lactosa trae consecuencias molestas y muy poco elegantes...

jueves, 6 de diciembre de 2007

La invasión de los enanos de rojo

Cada mañana, Noa y yo empezamos el día dedicándonos en cuerpo y alma a una de nuestras aficiones favoritas: cotillear por la ventana. Desde nuestra atalaya estratégicamente situada podemos ver todo lo que ocurre en nuestra calle. Cuál no sería nuestra sorpresa cuando, al asomarnos hace un par de días, descubrimos, trepando por nuestra fachada, a un enano vestido de rojo (eso me lo han dicho mis humanos, que el tema de los colores a los gatos no nos resulta nada fácil...) Desde la posición que habitualmente ocupamos pudimos distinguir claramente sus pies, parte de sus pantalones, una bolsa que llevaba a la espalda y la escalinata de cuerda que estaba utilizando. Tras varias horas de vigilancia llegamos a la conclusión de que escalar, lo que se dice escalar, no escalaba mucho: más bien estaba ahí, colgado a la intemperie (curiosa ocupación para un enano!!!) Y así sigue, sin avanzar lo más mínimo desde que le descubrimos. La historia podría terminar aquí, si no fuera porque esta misma mañana, al realizar nuestra inspección matutina hemos descubierto más enanitos colgantes en los balcones de enfrente. ¡Esto es una invasión en toda regla!

Noíta, que es un pelín sabelotodo, me ha dicho que estos tipos bajitos y rechonchos son los imitadores de cierto individuo conocido como Papá Noel quien, al parecer, se cuela en las casas por estas fechas para dejar regalos en los calcetines. ¿Será verdad? Lo de los obsequios está muy bien, pero yo, por si las moscas, seguiré vigilando a los que cuelgan en mi zona, no vaya a ser que sus intenciones no sean tan "generosas"... ¡Total, como yo no uso calcetines! Y para que todos podáis reconocer a los citados enanos, os adjunto unas fotos que les he hecho esta misma mañana...

miércoles, 5 de diciembre de 2007

Salem

Aunque yo convivo en mi piso solamente con Noa (y eso ya es más que suficiente...), mi familia gatuna es mucho más extensa y la mar de variopinta. Hoy empezaré hablando del tío Salem, un persa de color negro, grandote y mullidito que vive con el hermano de mi humana y su mujer. Llegó a nuestra familia hace más o menos seis años, cuando mi tío humano vio como un hombre lo llevaba a hacer ese "viaje" espantoso del que muchos gatos no regresan (esto sí que da miedo...) Y como mi tío humano tiene muy buen corazón, decidió que a partir de ese momento aquel gatito viviría con él. Según me han contado, la historia de Salem es parecida a la del protagonista de un cuento titulado El Patito Feo, porque cuando lo recogieron era un gato poco agraciado, todo flacucho y despeluchado que, pasito a pasito, fue mejorando hasta alcanzar la buena planta que presenta en la actualidad (que conste que el guapo de la familia sigo siendo yo, ¿eh?) En alguna ocasión he coincidido con él y debo decir que es un poco miedica: cuando hay reunión gatuna, siempre termina escondido debajo de la cama y sin querer saber nada de nadie. ¡Manías de gato único! Desde hace unas semanas el tío Salem está malito: mis humanos dicen que padece algo que se llama FUS y que ya están cuidándole mucho para que se ponga bueno lo antes posible. Esperemos que pronto tengamos buenas noticias.



martes, 4 de diciembre de 2007

¡Dichosa malta!

La malta no es otra cosa que esa asquerosa pasta de color marrón que los humanos se empeñan en hacer tomar a los gatos alegando que es por su bien. En realidad, para muchos de nosotros, es una auténtica tortura. Cada vez que en casa toca malta yo lo noto porque mis humanos me llaman con una voz demasiado melosa que denota que algo no marcha bien. Así que me escondo debajo de la mesa para dificultar un poco la operación. De ahí me tienen que sacar a la fuerza, que no hay que poner las cosas fáciles al enemigo. Cuando ya parece que me tienen atrapado, toca aplicar ciertas técnicas propias de un contorsionista que a veces me permiten volver a escapar, con el consiguiente revuelo en casa. Normalmente voy a esconderme una vez más debajo de la mesa, de donde me tienen que sacar a rastras otra vez. Esta secuencia de carrera-escondite, que puede repetirse un número indeterminado de veces dependiendo del día, en algún momento llega a su fin y acabo aislado en la cocina, donde, a puerta cerrada, continúa el suplicio tal y como os lo detallo a continuación:
  • Ellos abren el bote de la malta y sacan un poco de pasta que acercan a mi boca: yo giro la cara tanto como sea necesario.
  • Ellos se untan el dedo con la pasta y agarrándome por el cogote, vuelven a acercar esa viscosa sustancia a mi boca: yo vuelvo a girar la cara, a pesar de que me tienen inmovilizado (de nuevo aplico las técnicas de contorsionista que tan útiles son en la lucha cuerpo a cuerpo)
  • Ellos me untan el hocico con la pasta viscosa marrón, obligándome de esta manera a tomármela porque saben que soy incapaz de soportar esa cosa pegajosa: yo me libero lo suficiente para sacudir con fuerza la cabeza de un lado a otro, logrando salpicar con la malta a mis humanos, a las paredes y a todo lo que se encuentre a mi alcance.
  • Ellos me untan la pata con la sustancia pastosa, embadurnándome bien para que no pueda volver a salpicar: yo, por su puesto, agito la pata con vehemencia logrando salpicar poco, pero algo: ¡lo importante es fastidiar! (Nota: quizá sea interesante señalar que esta habilidad para salpicar es el motivo por el que el escenario de mi tormento es la cocina. Los azulejos pueden limpiarse con facilidad, mientras que en el resto de habitaciones la malta deja mancha en la pintura de la pared. En casa tenemos pruebas de ello...)
Finalmente, cuando ya no me queda de otra y sabiendo que la pulcritud es esencial en mi vida, consiguen su objetivo y termino tomándome mi pegote de malta (o lo que queda de él) Pero por lo menos disfruto del consuelo de saber que he peleado hasta el final. Y mientras yo, sufridor resignado, padezco mi desgracia, llega la esquirol de Noa y se toma sin rechistar su dosis correspondiente. ¡Será petarda! Por culpa de gatos como ella los humanos creen que la malta es una delicia para nosotros: con lo malo que es generalizar...
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