lunes, 25 de febrero de 2008

Gatitos cortesanos

Según la historia humana, es bien sabido que en la Francia de Luis XIII existió un hombre extremadamente poderoso que tuvo en sus manos el control de Europa. Me refiero, por supuesto, al archiconocido cardenal Richelieu. Pero no estoy seguro de que sea tan popular la pasión que este famoso ministro sentía por los gatos. Pues sí: ¡nos adoraba! Según recogen las fuentes, llegó a convivir con al menos catorce mininos a los que consentía todos sus caprichos y que residían en una estancia contigua a sus aposentos. Protagonismo especial merecen, por ejemplo, Lucifer, un gato negro que, según cuentan, hacía honor a su nombre, Ludovico el Cruel, llamado así por la violencia empleada cuando mataba a sus presas o Gazette, que tenía la costumbre de orinar sobre los invitados que no eran de su agrado. Vistos los caracteres de algunos de los gatos del señor Richelieu, podemos deducir que un psicólogo felino hubiese hecho bastante falta entre sus servidores, aunque una vez leída la biografía del cardenal es evidente que gatitos tan encantadores tenían a quién parecerse...

El caso es que los gatos de Richelieu tienen un hueco en la historia no sólo por sus malas pulgas sino por haberse convertido en los primeros herederos gatunos documentados fielmente. Tal era el amor del cardenal por sus mininos que, a su muerte en 1642, les legó alimento suficiente y una casa en la que pudieran residir, además de una cantidad considerable de dinero y un par de cuidadores. Buscaba con esto que sus adorados gatitos no pasasen ninguna necesidad cuando él faltase y así, sin pretenderlo, hizo méritos para ser considerado como un humano bastante excéntrico. Todo hubiese ido bien si no fuese porque la historieta tiene un final menos plácido de lo que Richelieu pudo imaginar: lamentablemente, esta cláusula de su testamento no se cumplió y parece ser que los mininos desaparecieron de forma algo brusca... Dejémoslo ahí, que a buen entendedor pocas palabras bastan. Lo que aquí queremos destacar no es el cruel final de los compañeros del ministro francés, sino el hecho de que gracias a su pasión por ellos, los gatos pasaron a convertirse en auténticos cortesanos a los que se les abrieron sin reparos las puertas de las mejores casas y palacios de Europa. ¡Por fin empezó a reconocerse nuestra auténtica valía!

Por si queréis saber más sobre el cardenal Richelieu y sus gatos, os dejo estos enlaces:

7 comentarios:

  1. Hola amigos venimos a decirles que Silvi no aparece , ya han pasado 24 hs. Sus papis estan desesperados... les pedimos que hagamos una cadena de horacion para que Silvi regrese sana y salva aus casa..
    les dejamos lamditas y rornoneos..

    http://silvi-mi-cosita.blogspot.com
    http://www.fotolog.com/silvi_silvi/39676582
    No tenemos noticias amigos..
    si quieen estar mas en contacto les dejamos el mail nuestro ;
    losmascotones@hotmail.com mas tarde nos conectaremos para saber de Silvi...
    LOs mascotones

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  2. Sentimos leer esto. Esperemos que Silvi sepa encontrar el camino de regreso a su casa...

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  3. Cierta es esta historia. Y cierto es tambien, que a partir de ese momento en Francia, mas de un cortesano tuvo el placer de acariciar a un gato.
    Saludos

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  4. Mira vos... no conocia la historia... :) Espero que no hayan mandado a ninguno de los gatitos a la guillotina... :)

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  5. Gracias por compartir este dato, no tenía ni idea. ¡Qué curioso! Respecto al carácter de los mininos, soy de la opinión que los gatos se parecen bastante a sus compañeros de casa, también conocidos como humanos. Según las costumbres de ese ser, las atenciones que le preste, la educación que le dé, etc., el gato se amoldará a una cosa u a otra. Aunque hay caracteres y caracteres y está claro que cada felino es un mundo igual que las personas.
    Saludos,
    Tanakil.

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  6. Los gatos se merecen ser asi de mimados... Ellos no necesitan pertenecer a la realeza, ya son reyes!

    Besotes!!

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  7. Qué nombres los de los mininos ¡ja!
    qué de tiempo lleváis escribiendo, seguid así, que es un placer leeros.¡gracias!

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Maullidos, ronroneos e incluso bufidos. ¡Este es el lugar adecuado!

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