sábado, 28 de marzo de 2009

Los gatos de Ulthar

En esta ocasión, queridos lectores, vamos a presentaros un cuento, pero no un cuento para niños sino uno que quizá os estremezca y que estoy seguro de que os hará, cuanto menos, pensar. Su autor es Howard Phillips Lovecraft, escritor estadounidense de principios del siglo XX que dio una nueva perspectiva con su obra a las narraciones de terror tradicionales. Y, como muestra, os dejamos un botón: los primeros pasos de este relato breve pero intenso en el que los gatos juegan un papel fundamental.

Los gatos de Ulthar

Se dice que en Ulthar, que se encuentra más allá del río Skai, ningún hombre puede matar a un gato; y ciertamente lo puedo creer mientras contemplo a aquel que descansa ronroneando frente al fuego. Porque el gato es críptico y cercano a aquellas cosas extrañas que el hombre no puede ver. Es el alma del antiguo Egipto y el portador de historias de ciudades olvidadas en Meroe y Ophir. Es pariente de los señores de la selva y heredero de los secretos de la remota y siniestra África. La Esfinge es su prima y él habla su idioma; pero es más antiguo que la Esfinge y recuerda aquello que ella ha olvidado.

En Ulthar, antes de que los ciudadanos prohibieran la matanza de los gatos, vivía un viejo campesino y su esposa, quienes se deleitaban en atrapar y asesinar a los gatos de los vecinos. Por qué lo hacían, no lo sé; excepto que muchos odian la voz del gato en la noche y les parece mal que los gatos corran furtivamente por patios y jardines al atardecer. Pero cualquiera que fuera la razón, este viejo y su mujer se deleitaban atrapando y matando a cada gato que se acercara a su cabaña; y, a partir de los ruidos que se escuchaban después de anochecer, varios lugareños imaginaban que la manera de asesinarlos era extremadamente peculiar. Pero los aldeanos no discutían estas cosas con el viejo y su mujer [...] La verdad era que por más que los dueños de los gatos odiaran a estas extrañas personas, les temían más; y, en vez de confrontarlos como asesinos brutales, solamente tenían cuidado de que ninguna mascota o ratonero apreciado fuera a desviarse hacia la remota cabaña, bajo los oscuros árboles...

LOVECRAFT, H. P., Los gatos de Ulthar.

Mucho podríamos debatir acerca del mutismo y la pasividad de los lugareños ante las atrocidades cometidas por los viejos asesinos, actitud ciertamente cercana a la de todo aquel que gira la mirada ante el dolor ajeno por temor a las consecuencias de su denuncia, pero quizá no sea este el momento ni el lugar. Lo que sí vamos a hacer es dejaros el enlace al cuento completo, por si sentís curiosidad de cómo es posible que, después de este comienzo, en Ulthar se prohibiera matar gatos. Esperamos que, si os animáis a leerlo hasta el final, meditéis acerca de si los felinos de esta historia son simples víctimas o verdugos conscientes y ejecutores de su desenlace. Y si no podéis terminarlo, nos sentiremos satisfechos, al menos, por haber compartido con vosotros ese primer párrafo magistral en el que el autor describe al gato como un ser ronroneante, místico y antiguo, lo que podéis comprobar en cualquier momento fijando vuestra mirada en la remota profundidad de unos ojos felinos...

miércoles, 25 de marzo de 2009

¡Dichosa rata!

Hace unos días, mis humanos regresaron a casa la mar de alterados. Resulta que al ir a dejar el coche en el garaje de nuestro edificio, tuvieron un encuentro inesperado con un ejemplar considerablemente grande de rattus rattus, animal comúnmente conocido como rata negra. Tan turbados venían que nada más cruzar la puerta se acercaron donde yo estaba para contarme lo ocurrido y confesarme aliviados que gracias a Noíta y a mí podían sentirse seguros, pues ningún roedor sería tan osado como para invadir el territorio de dos gatos. ¡Pero serán ilusos! Porque, digo yo, ¿qué pretenden que haga si la indeseable ratita decide entrar en casa? Una cosa es cazar ratones de peluche y otra muy distinta enfrentarse a una auténtica rata de carne y hueso, que estas pequeñuelas tienen unos dientes tremendos, son destructoras, muy voraces y encima pueden ser transmisoras de infecciones, fiebres e incluso de la peste bubónica (¡Palabra de Wikipedia!)

Yo, por si las moscas, me quedaré cerca de Noa, que ella sí que conserva ese puntito salvaje que convierte a la mayoría de mis congéneres felinos en potenciales asesinos altamente eficaces, aunque con el asquito que me da la dichosa ratuela, ni por limpiar el estropicio sanguinolento que iba a dejar tras de sí mi pequeña sicaria blanca... Bien pensado, lo cierto es que tampoco le deseo ningún mal al pobre roedor siempre que se mantenga a una distancia prudencial de mis cosas... Así que, llegados a este punto, creo que lo mejor que puedo hacer es localizar cuanto antes el teléfono del flautista de Hamelín, que por unas cuantas monedas nos desratiza el garaje y encima nos ameniza la velada con sus piezas musicales (Ejem, ejem...)

Y ahora decidme, queridos lectores: si una rata entrara en vuestra casa, ¿qué haríais? Por si no lo tenéis demasiado claro o por si sentís curiosidad acerca de las características de las ratas más comunes en nuestras ciudades, os recomiendo que visitéis los siguientes enlaces:

sábado, 21 de marzo de 2009

Primavera y poesía

Ayer, 20 de marzo, llegó por fin la primavera. Y hoy, sábado 21, se celebra el Día Mundial de la Poesía. Estos son los motivos por los que he decidido sacar al poeta que llevo dentro, aventurarme en el insólito territorio de las Musas y dedicar unos versos gatunos a todos nuestros lectores. Espero que os gusten.


Oda a la muda
Corren nuevos vientos
por nuestra Gatera
¿Será acaso el motivo
que llegó la primavera?

Meses de flores e insectos,
de días más largos y sol.
Dejamos atrás el invierno
y empieza a hacer más calor.

Aunque la nueva estación
no sólo trae alegría
porque la muda de pelo
retorna con energía.

Los cepillos y la malta
duplican su actividad.
¡Los gatos que los odiamos
trataremos de escapar!

A pesar de las molestias
nos tendremos que aguantar
pues con tanto pelo muerto
nos vamos a atragantar.

Y es que somos limpios, limpios:
nos lavamos sin parar.
Y con cada lametazo
muchos pelos ¡dentro van!

La única solución
para dejar de toser
sería empezar a ducharnos
(¡y eso felino no es!)

¡Ay! ¡Primavera alegre,
primavera hermosa
para el que no sea gato
con tendencias casposas!

¡Quién fuera Sphinx calvo
para evitar sufrimientos!
¡Que la primavera me gusta
pero nada este tormento!

Si lo pienso bien, me conformo:
la muda es felina total.
No duele, ni te molesta
y nos deja el pelaje genial.

Peor están los alérgicos,
no paran de estornudar.
Que el polen llega con fuerza
y lo van a pasar fatal.
(Ejem, ejem...)

miércoles, 18 de marzo de 2009

¿Habéis votado ya?

Aún queda tiempo para que votéis en la encuesta de este mes. Así que pensad qué sensación os provoca vuestro veterinario, queridos lectores de cuatro patas, y dejad testimonio de la misma en el cuestionario de la derecha. ¡Recordad que, cuantos más participemos, más interesantes serán los resultados! Por supuesto, la consulta está abierta a gatos, pero también a perros, conejos, hurones y a todos aquellos animales que hayamos pisado la clínica alguna vez.

martes, 17 de marzo de 2009

¡Hemos salido en la radio!

Pues sí, queridos lectores. El pasado sábado, en el programa de radio Como el perro y el gato de Onda Cero hablaron de nuestra Gatera. Yo les había escrito una carta para presentarles nuestro blog y parece ser que les gustó. Y más me gustó a mi que leyesen algunos párrafos de De operaciones, chequeos y dietas. Si queréis escucharlo, sólo tenéis que pinchar aquí. Es el enlace al programa completo, altamente recomendable, aunque si sois impacientes tendréis que adelantar hasta el minuto 37:58 para escuchar lo que les escribí. Porque tengo que aclarar que la carta la he escrito yo, ¡faltaría más! Y sí, justifico los textos porque queda mucho más presentable. Y sí, utilizo papel reciclado porque soy un gato concienciado con el medio ambiente. Y sí, cometo pocas faltas porque hago uso del corrector ortográfico. Para lo único que necesito la ayuda de mi humana es para poner el papel en la impresora, porque no me gusta que llegue arrugado y lleno de marcas de dientes, para pegar los sellos, porque los lleno de pelos, y para echar la carta al buzón, porque llamaría mucho la atención ver a un gato haciendo esto.

En fin, sólo me queda mandar un saludo gatuno a todo el equipo del programa (a Carlos, a Fran, a Elena, a Santiago, a Marta, a Chelo, a Jorge, a Laura y al resto de la tropa) y matizar algo que se comentó con respecto a mi dieta que no es del todo cierto, porque ¡yo no estoy gordo! Lo que pasa es que mi veterinario no comprende que soy un poquito ancho de huesos (Ejem, ejem...)

lunes, 16 de marzo de 2009

La siesta de Salem

El domingo, mi tío humano celebró su cumpleaños: ya son 28, ni uno más ni uno menos (Ejem, ejem...) El caso es que mi humana aprovechó la ocasión para hacerle esta foto a Salem, nuestro primo melenudo, que pasó olímpicamente de la fiesta y se echó una larga siesta sobre las chaquetas de los invitados.

jueves, 12 de marzo de 2009

De operaciones, chequeos y dietas.

¡Vaya semanita llevamos! Y es que el martes la pequeña Veva fue esterilizada. ¡Se llega a una edad en la que hay que pasar por el quirófano! La intervención salió muy bien y ella está divina desde que se despertó de la anestesia, luciendo con bastante estilo el modelito pijamero que le ha hecho mi abuelita humana para evitar que se toque los puntos de la barriga. A partir de ahora, ¡se acabaron los celos! La verdad es que la operación de las gatas parece más complicada que la de los gatos, pero no os vayáis a pensar, ¿eh? Lo que pasa es que las hembras son unas quejicas y se aprovechan de lo que impresiona la costurita que les hacen para que las mimen y las consientan, aunque en realidad no es para tanto. ¡Acabáramos! ¡Si este tipo de operaciones son coser y cantar! (Bueno, coser seguro. Lo de cantar, en cambio, depende de la voz de cada veterinario. Ejem, ejem...)

Ayer, un día después de lo de Vevita, el turno de pasar por la clínica me llegó a mí. Nada grave, no vayáis a pensar, pero me tocaba mi revisión anual y las vacunas. Y tengo que reconocer que mi vete, en esta ocasión, me pilló desprevenido. Quitó la tapa del transportín disimuladamente, cargó la jeringuilla y sin decirme casi ni "Buenos días", ¡zas!, ¡pinchazo! Así que, si soy sincero, ni me enteré. Después me estuvo tocando por aquí y por allá en un recorrido rutinario por mi hermosa anatomía felina. Yo afrontaba la situación relajado y tranquilo hasta que llegó el terrible momento de enfrentarme a la báscula. El peso de 5'950 kilos que marcó esta indiscreta máquina fijó la frontera entre una visita agradable y una terrible experiencia porque, queridos lectores, ¡me han vuelto a poner a dieta! Y esta vez, me han cambiado a un pienso que debe ser un engañabobos, porque lo comes pero no engorda (por lo que yo deduzco de lo que me ha explicado mi humana, cada croqueta debe estar formada por fibra, aire y nada) Así que me temo que este cambio en el menú amenaza seriamente a mi curva de la felicidad. ¡Con lo que me ha costado conseguirla!

Después de este disgusto, decidí que lo mejor era quedarme quietecito en mi transportín, lamentándome en silencio por la pérdida de mis croquetitas habituales, no se les fuera a ocurrir alguna otra tortura a la que someterme. Y mientras yo esperaba, mis humanos y mi veterinario se pusieron a hablar. El tema estrella de la conversación, lógica e inevitablemente, era yo y, entre otros asuntos, estuvieron comentando mi nada apreciada costumbre de maullar por las noches. Y digo yo: si llevo haciéndolo noche tras noche desde hace más de tres años, ¿por qué quieren que deje de hacerlo ahora? ¡Ya es casi una tradición en el edificio! Menos mal que a nadie se le ocurre nada para cambiar mis hábitos nocturnos, que bastante suplicio tengo ya con lo de la dichosa dieta para andar preocupándome en estos momentos por algún tormento nuevo.

En fin, me voy a ver si encuentro a alguien que me mime, que, aunque con las vacunas no te ponen puntos, nunca está de más fingir un ratito y aprovechar la visita al veterinario para que nuestros humanos nos presten un poco de atención extra, ¿no creéis? Aunque debe quedar claro que un chicarrón como yo, machote-nenuco pero machote al fin y al cabo, nunca se queja, simplemente se deja querer (Ejem, ejem...)

martes, 10 de marzo de 2009

Sueños azules

lunes, 9 de marzo de 2009

Regateando derechos

Hace unas semanas, saltaron a la palestra informativa numerosas noticias relacionadas con los derechos de los animales a la sombra de la polémica levantada por unas infames y mediáticas cacerías (Huelga decir que en casa estamos en contra de la caza y eso que Noa y yo somos expertos depredadores domésticos de ratones de peluche y caramelos de fresa) Varias de estas noticias se centraban en el modo en que algunos grupos animalistas reclamaban justicia para las bestias asesinadas. En los medios de comunicación, muchas fueron las voces airadas y serias que defendieron la extravagancia de este tipo de acciones ridículas, puesto que los animales tienen derechos pero jamás los mismos que un ser humano, impidiendo este matiz que se pudiera considerar a un puñado de ciervos víctimas de asesinato.

Evidentemente, estamos de acuerdo en que reclamar una igualdad total entre animales y humanos roza el absurdo, pero entendemos que algunos grupos dedicados a la defensa animal apuesten por este tipo de peticiones descabelladas a priori. No es que se hayan contagiado de la locura y del sinsentido en su lucha diaria contra el dolor y el maltrato animal sino que se trata de una sencilla estratagema que tiene como fin la implantación completa de los derechos que nos corresponden, ni más ni menos. Quizá lo entendáis mejor si os traigo a colación el arte del regateo: para conseguir el precio deseado, el vendedor pide mucho y el comprador ofrece poco, quedando normalmente en un término medio la satisfacción de ambas partes. Por lo tanto, estamos ante un evidente mercadeo de nuestros derechos, de los derechos de un puñado de seres irracionales que, por desgracia y según el parecer de muchos, ni sienten ni padecen a tenor de la lentitud de las negociaciones y de la falta de resultados.

Claros como el agua y tan difíciles de sostener con las manos como ella, los derechos de los animales se nos escapan en este país entre unos dedos que adoptan la forma, entre otros, de vacíos legales y de repartos de competencias. En este contexto, a los defensores del mundo animal no les queda más remedio que luchar armados de polémica y radicalismo, tratando de hacer el máximo ruido en una sociedad que adolece por sorda, ciega y muda. Y ante polémicas como esta, yo, un simple gato, me pregunto: ¿para cuándo una ley de protección animal a nivel nacional que nos proteja por igual a un lado o a otro de las fronteras autonómicas y castigue de forma ejemplar a los maltratadores con todo el peso que merecen sus viles actos?

Sea como sea, la guerra continúa y desde aquí seguiremos considerando víctimas de un sufrimiento gratuito al elefante que se muere de pena en el zoo, al tigre que padece las funciones bajo la carpa, al toro que sangra en la arena, al perro explotado en granjas de cría clandestina, a la foca bebé apaleada hasta la muerte, al conejo sometido a los experimentos de las compañías cosméticas, al gato convertido en diana de los disparos de unos malnacidos o al ciervo abatido para alimentar el ego paupérrimo de un cazador y sus amigachos, le pese a quien le pese. Y que conste que no me estoy inventando nada, pues para cada una de las lindezas que os cito (y para muchos otros horrores que me dejo en el tintero) existe una lamentable y cruenta base documental. Y es que, como dicen mis humanos, la realidad supera muchas veces a la más espantosa de las ficciones.

viernes, 6 de marzo de 2009

El Gato Risón

Hoy, el protagonista de nuestra sección Gatos Urbanos es un archiconocido felino de sonrisa perenne y residente habitual del País de las Maravillas. Se trata del gato de Cheshire que, junto a una soñadora y cuasi adolescente Alicia, forma parte de un vistoso y colorido mural. Ante estas imágenes, no podemos más que dejarnos llevar y disfrutar de la locura de este gato que, con su mirada picarona, nos contagia un poco de la belleza de lo absurdo y de la alegría de vivir.


Las instantáneas que inmortalizan a tan famoso personaje nos las han enviado desde Salamanca nuestros amigos Los Ronroneadores que nos cuentan que esta composición decora la trasera del polideportivo de La Alamedilla. Sin duda es ahí donde tendríamos que ir para admirar la obra al 100%, pero hasta que sea posible disfrutar de este mural en persona sirvan estas fotografías para hacernos una idea de la calidad que puede alcanzar el arte urbano y de la belleza que puede aportar a un muro que, sin esta decoración, resultaría bastante frío e indudablemente gris.


NOTA: Investigando un poco, hemos descubierto que el mural que nos ocupa fue pintado en 2008 y que sus autores se llaman Thone, Agü, 8a, Ares y Eseon. Son miembros de Alto-Contraste, grupo que, desde el año 2001 y según sus propias palabras, "trata de aportar un nuevo punto de vista al movimiento del graffiti". Os recomendamos visitar su página, en la que podréis encontrar fotografías de sus obras, dignas de ser admiradas con la boca bien abierta.

jueves, 5 de marzo de 2009

Otro garabato

A veces, cuando mi humana tiene un lápiz entre los dedos, dibuja y garabatea sin darse demasiada cuenta de lo que hace. El resultado de sus trazos distraídos, en muchas ocasiones, tiene perfil, mirada o esencia de gato. No se trata de gatos importantes, ni equiparables en belleza y elegancia a un minino de carne y hueso, pero a partir de ahora os iremos mostrando algunos de los muchos felinos de papel que rondan ya (o rondarán en un futuro) por las libretas y hojas de casa. Precisamente, este es el motivo por el que, desde hace unos días, se pasea por el blog un simpático gatito totalmente erizado. Y hoy le toca el turno a este gatazo de enormes ojos. Que su mirada bonachona sirva de tarjeta de presentación para los Garabatos de mi humana.

martes, 3 de marzo de 2009

¡Tres, tres, tres!

Y la más blanca cumplirá tres
el tercer día del tercer mes.

Si es que hasta parece el texto de una profecía de Nostradamus o algo peor... Pero no vayáis a pensar que me he vuelto un felino esotérico, queridos lectores, nada de eso. Lo que pasa es que, este año, el cumpleaños de Noíta tiene algo de místico. Y si no, fijaos: ella nació el día 3 de marzo, tercer mes del calendario, de hace tres años y encima este año, 2009, termina en 9 (que es 3 veces 3) En realidad no es más que una casualidad, pero estaréis conmigo en que tiene su puntito y ¿por qué iba yo a dejar pasar la oportunidad de buscarle los tres pies al gato? (¡Uy! ¡Otro tres en los tres pies! Cómo esto siga así, voy a empezar a mosquearme...)

Numerología y casualidades aparte, el caso es que, tal y como debe ser, cada año que pasa y tal día como hoy, Noíta se hace un poco más vieja aunque, como dice mi humana, siempre será la pequeña de la casa (Eso, eso, que aquí el primogénito gatuno ¡soy yo!) Y a pesar de mis diferencias con esta chiquitaja que me hace la vida imposible con sus mimos y sus arrumacos de gata, no puedo dejar de celebrar su cumpleaños, que os aseguro que pasaré muy cerquita de ella porque, ¿quién sabe? A lo mejor le regalan alguna cosa que pueda romperle o alguna chuchería que pueda comerme. ¡Todo sea por hacer de esta jornada una fecha inolvidable! (Ejem, ejem...)

Y para curarnos en salud, no vaya a ser que los números signifiquen algo, los tres miembros de esta, tu familia gatuno-humana, te deseamos en tu tercer aniversario tres veces felicidades, Noa.

¡FELICIDADES!
¡FELICIDADES!
¡FELICIDADES!

(Mmmmmm... A ver... N... O... A... Pero... ¡Mecachis! ¡Si es que hasta tu nombre tiene tres letras! ¡Tres! ¡Tres! ¡Tres!)

domingo, 1 de marzo de 2009

¿Qué opinas de tu veterinari@? Encuesta de marzo

Estaba mi humana pasando la hoja del calendario cuando se ha dado cuenta de que en marzo me toca la revisión veterinaria anual. Y, ¡cómo no!, ya se ha encargado de amargarme el día recordándomelo. No es que yo le tenga una manía especial a mi veterinario, pero la verdad es que prefiero quedarme en casa a ir a visitarle, las cosas como son. Esto me ha llevado a pensar en cuál sería vuestra opinión, queridos lectores de cuatro patas, en relación a vuestros médicos de cabecera y de ahí la pregunta de este mes en nuestra encuesta: ¿Qué opinas de tu veterinario? Lo que queremos conocer es vuestra actitud general, no vayáis a tener en cuenta sólo esos desagradables momentos en los que nos sacan sangre o nos colocan el termómetro en salva sea la parte (Ejem, ejem...) Y las respuestas entre las que deberéis elegir son las siguientes:
  • Me cae simpátic@. ¡Me encanta visitarle!
  • Me resulta indiferente. Si hay que ir, se va.
  • Me pone nervioso. No me gusta un pelo cómo me mira...
  • Me cae fatal. Si pudiese le daría un buen zarpazo/mordisco.
  • Me da mucho miedo. Es el protagonista de mis peores pesadillas.
  • No sé qué pensar. No tengo una opinión definida.
  • Ninguna de las anteriores.
El cuestionario estará cologado durante todo el mes de marzo en la columna de la derecha. Podréis elegir al mismo tiempo varias respuestas, pensando especialmente en esas familias numerosas entre las que no impera un único parecer (y es que, en una misma casa, a algunos les puede caer genial el veterinario y a otros peor que un dolor de muelas...) ¡Ánimo, amigos, que cuantos más votemos, más interesantes serán los resultados!

Resultados a la encuesta de febrero

Finalizado el mes de febrero, llega el momento de publicar los resultados cosechados por la pregunta ¿Eres parlanchín? Veamos cómo ha quedado la cosa entre los gatos:
  • No digo ni miau: 2 votos (6,3%)
  • Maúllo lo justo: 9 votos (28,1%)
  • Maúllo por los codos: 14 votos (43,7%)
  • Ninguna de las anteriores: 0 votos

El cuestionario de perros, en cambio, ha quedado de la siguiente manera:

  • No digo ni guau: 1 voto (3,1%)
  • Ladro lo justo: 4 votos (12,5%)
  • Ladro sin parar: 0 votos
  • Ninguna de las anteriores: 0 votos
Por último, hemos contado con la participación de unos misteriosos amigos que quisieron dejar constancia de su paso por la encuesta de La Gatera:
  • No soy ni perro ni gato: 2 votos (6,3%)
Creo que la cosa ha quedado bastante clara, pudiendo deducirse de estos datos, sin necesidad de ser matemático, que los gatos somos más parlanchines que los perros. La costumbre felina de maullar por los codos ha resultado ser bastante habitual: así lo atestiguan los 14 votos recogidos por esta opción (un 43,7% del total) que la han convertido en la respuesta más popular. Muchas gracias a esos 22 participantes que habéis hecho posible estos resultados. Y permitidnos enviar agradecimientos especiales a Luna y Zeus, Pipa y Flora, la Galga Lluenta, Duncan de Gros y Piruletas por dejarnos además de su voto un comentario.

Para terminar, sólo me queda añadir una cosa: leed bien estos resultados, queridos humano y humana míos, porque demuestran que ¡no soy el único que parlotea y maúlla sin parar! Otra cosa es que me dé por hacerlo a las 3:00 de la mañana, pero ahora mismo... ¡no estamos hablando de eso! (Ejem, ejem...)
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