martes, 15 de enero de 2008

Dar gato por liebre...

Como buenos compañeros del hombre desde hace muchos años, los gatos hemos dejado nuestra impronta aquí y allá. Y debo reconocer que a mí me gusta destacar especialmente nuestra influencia en el ámbito de la cultura. De esta manera, un montón de refranes y frases hechas son prueba de nuestra fructífera relación desde tiempos remotos. Ya hablamos en otra ocasión acerca del origen de “¿Quién le pone el cascabel al gato?” y, si me lo permitís, hoy vamos a centrar nuestra atención en la expresión “Dar gato por liebre”, una frase de lo más conocida y con unas raíces de lo más curiosas... Parece ser que este dicho surgió a la sombra de los fogones de las posadas y las hospederías de antaño, en aquellos tiempos en los que las guías creadas por supuestos gourmets no iluminaban con sus estrellas el camino de los comensales. El caso es que este tipo de establecimientos gozaba de muy mala fama en cuanto a la calidad de los productos que se preparaban en sus cocinas, especialmente si se trataba de carne, siendo siempre un misterio y una aventura el hecho de ingerir sus “viandas”... Vamos, que no se sabía muy bien si el menú era a base de ternera, cordero, conejo o lo que es peor ¡gato! Porque, amigos, ¡los felinos estábamos en el menú! (Brrrrrrrrr... Esto sí que me pone la carne de gallina...) El hecho de que los taberneros tratasen de rentabilizar al máximo su oficio, aunque fuese de forma fraudulenta, convertía en sospechosas a todas y cada una de las raciones consumidas, siendo un rumor muy extendido el hecho de que se servían carnes de bajo coste (entre las que estaba la de nuestros desdichados congéneres...) a precio de oro. Tal era la mala fama de los servicios de catering y restauración de la época que se volvió habitual entre la desconfiada clientela, a la hora de servir los platos, una cantinela burlona que decía así:

"Si eres cabrito,
mantente frito.
Si eres gato,
salta del plato."

No creo yo que en el segundo de los supuestos el pobre gato guisado fuese a pegar un brinco, aunque estos versos no dejan por ello de tener un regustillo irónico que ha llegado hasta nuestros días; en la actualidad, “Dar gato por liebre” viene a significar mentir sobre la calidad de una cosa, tratando de colar una semejante pero de peor calidad. Y que conste que os transmito la historia tal y como me la han contado, pero que no estoy muy de acuerdo con eso de que los gatos somos peores que las liebres... Mucho tendríamos que discutir si nos pusiéramos a hablar de lo estupendos, maravillosos, perfectos y virtuosísimos que somos los mininos... Pero eso ya es otra historia...

Si queréis saber más sobre el origen de esta y otras expresiones con gato encerrado, os recomiendo:

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